Capítulo 21; El impulso, o razón.

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Los guiones pequeños aparecen por defecto. He estado intentando arreglarlo pero me di cuenta de que solo lo hace.

(Espero que aún así puedan disfrutar la lectura)

Después de un baño en el lago, los chicos decidieron dejar de luchar por lo que se acercaba. La única que lo sabía era Lizzie; tenía miedo de ir a dormir esa noche y que Orfeo se diese cuenta. Por eso decidió que después de ese baño, y dejar a la chica contarles la historia... toda la historia.

—¿Para qué nos querías juntos? —la voz de Tom era algo nerviosa, al igual que sus manos.

Todos estábamos en la sala con el cabello aún húmedo, yo seguía nerviosa por lo que les iba a decir.

Replicaba el pie en el suelo, y me sujetaba del sofá. Isaac estaba al lado de mí. Orfeo estaba al lado de Bel —por la televisión—, y Thomas estaba recargado de la puerta de la habitación.

No podía mantenerles la mirada así que comencé a hablar.

—Sé que puedo contárselos, y probablemente me creerán pero no será suficiente... —los miré a todos—, tienen que ver.

En ese momento dirigí mi mirada a Orfeo, y él supo lo que yo quería. Sabía cuan poderoso era.

—Creo que sabemos de lo que hablas —dijo Thomas.

Lo miré confundida al igual que todos. Pero ellos parecían más bien enojados.

—La chica lo dijo... dijo que tú eras...

—No lo digas, Chico. —la voz de Bel lo freno.

Lo miré, al igual que Orfeo miró a Thomas y Isaac seguía con la mirada fija en mí.

—¿Qué sucede? —indagué.

Todos se quedaron callados hasta que Isaac rompió el silencio.

—Según ella tú eres algún tipo profecía que acabará con todo lo que ahora conocemos, y ellos quieren evitarlo... —miró a los demás—, matándote, pero no cualquiera puede —susurró desviando la mirada a Bel.

Entonces lo supe, sabían la verdad... y Luzbel no lo creía. Cuando me miró pude saberlo.

Mis ojos se cristalizaron, y se desviaron.

—¿Qué les dijo? —indagué mirando a Isaac que notó mi tristeza.

—No es verdad Lizzie, no eres nada de eso. —pasó su brazo sobre mi hombro.

Me quedé en silencio por un momento y lo solté.

—Es mucho peor que eso, chicos... mucho peor —resoplé para comenzar—, y lo peor es que, es mi culpa, yo dejé que se acercaran más a esto. —miré a Orfeo— Tú lo sabes, Sueño, ese hombre... él es un seguidor de alguien muy poderosa. Era más bien un familiar vivo, y planeo todo esto, todo... al lado de los celestiales. Convenciéndolos de que pasaría nuevamente, y le dieron a Luzbel la tarea de atrapar cualquier alma que no fuese "normal", pero el hombre sabía lo que pasaría... sabía que él jamás me mataría y me acercaría a él.

—¿Qué dices? —resopló burlón, Luzbel.

—¡Deja que hable! —lo frenó Orfeo.

Él le rodó los ojos y se centró en mí.

—Muéstrales, Sueño —persuadí e indiqué con la mirada.

Me conocía tan bien que sabía lo que quería.

—Esto te va a doler, el esfuerzo de sacar algo de tu subconsciente a una imagen es diferente aquí que en la ensoñación —dijo acercándose al lugar de Isaac y él se movió del lugar.

El alma en su miradaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant