Próspero malestar

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Finalmente Megumi había terminado sus artesanías, había hecho amuletos en forma de llaveros y colgantes y los ofrecería después de terminar de trabajar. La chica le rogó al ojirojo que llevara algunos a su trabajo en la fabrica familiar para venderlos y el joven aceptó de mala gana.

—Genial, ahora soy tu esclavo. —Dijo con fastidio.

—Ya te dije que las ganancias de lo que vendas serán tuyas, solo te pido que me des lo que me costó hacer cada amuleto.

—Ya qué, pero si no vendo ninguno hoy no voy a volver a ofrecer tus baratijas.

—Anda, no seas malo, tu haz dicho que muchos de los trabajadores son ancianos, seguro ellos comprarán.

—Sí, ya, lo que sea. —Con desgano tomó la bolsa de los amuletos y la guardó en su mochila.

El primer día tanto Megumi como Bakugo lograron vender casi todos los amuletos. La chica estaba muy feliz por el éxito obtenido y enseguida empezó a pensar en qué mas podía hacer para vender.

—No pensé qué se venderían casi todos los amuletos en un día, creo que hacerlos temáticos ayudó mucho.

—Yo no pensé que la gente comprara estas baratijas.

—¿Qué te dijo la gente? —Preguntó emocionada.

—La mayoría los compraron los ancianos para su familia o para sí mismos, les gustaron los diseños.

La chica sonrió satisfecha con el resultado.

—Como lo prometí, la ganancia es tuya. —Dijo extendiendo el dinero a Bakugo.

—Olvídalo, vender eso fue una buena idea, ese dinero extra te ayudará.

—Pero tu los vendiste, por lo menos acepta la mitad de la ganancia.

Bakugo frunció aun más el ceño y tomo el dinero, lo metió en su bolsillo del pantalón y se levantó.

—Como quieras, pero no te vayas a arrepentir. Ya me voy al trabajo, cierra bien de una vez si ya no vas a salir a la calle.

—Sí, adiós onisama, mañana dejaré pescado en el refrigerador para que desayunes.

—¡Te dije que no gastes de mas!

—Estaba en oferta. Anda ya vete o se te hara tarde. —Se levantó con el dinero en la mano y lo volvió a despedir en la puerta.

—¡Cuídate! —Le gritó mientras agitaba la mano.

—¿Cuándo dejara de hacer cosas vergonzosas? —Se dijo Bakugo al ver el acto de la chica con una ligera sonrisa en sus labios.

Últimamente Bakugo tenía mucho trabajo en la fábrica, por lo que había estado haciendo regularmente horas extras. Eso era bueno pues afortunadamente ahí sí pagaban el tiempo extra; lo malo es que tenia menos tiempo para dormir, incluso a veces iba a trabajar los domingos y aunque eso le molestaba pensaba que por lo menos tenía un día de descanso entre semana en su otro trabajo.

—Me despiertas cuando vayas a comprar víveres, necesito hacer unas cosas.

—¿Estas seguro? Luces muy cansado.

—Esto no es nada, me voy a dormir.

Tres horas después los hermanos iban rumbo al distrito comercial de una ciudad vecina, pues ahí era más barato.

—¿Y qué vas a comprar, Daiichi onisan?

—Tinte para el cabello. —Dijo con la mano en el bolsillo.

—Si era eso yo pude habértelo comprado, hermano.

—Quiero cambiar el color y voy a buscar opciones, es muy difícil mantener el color negro.

Un rincón en el olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora