Los fantasmas regresan

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Imagen: minibuddy [deviantart] (imáginense que Bakugo tiene el cabello negro en esta imagen)

En la academia UA a los estudiantes de tercer año les habían dado permiso de ir ese fin de semana sus casas. Habían disminuido un poco la vigilancia y el toque de queda pero por el momento solo los alumnos de tercer grado podían gozar de ese privilegio. Si la situación mejoraba, para el próximo año permitirían a los estudiantes regresar a sus casas en fines de semana, pero solo a los de tercer grado, pues a la Academia le preocupaba la seguridad del alumnado.

En un inicio Izuku pensó en quedarse en los dormitorios y entrenar, pero después de meditar un poco las palabras de sus amigos, quiénes le decían que necesitaba relajarse y aprovechar el tiempo libre antes de debutar como héroe, decidió regresar a su casa.

Aprovecharía para ir a la tienda de dulces tradicionales y platicar con Watanabe-san, si esta tenía tiempo.

Antes de llegar a su casa, pasó por un distrito comercial, compraría unos aperitivos para su mamá y su amiga.

A su lado pasó un chico ojos rojos y cabello largo y negro sujetado en una coleta, quién vestía un abrigo color gris y una chamarra amarilla que sobresalía del abrigo.

Su pulso se aceleró y se sintió nervioso, sus manos empezaron a sudar. Quedó desorientado y trató de ver de nuevo al joven, pero este rápidamente se había alejado del punto en el que se cruzaron.

—Ese chico... me recuerda a Kacchan. —Dijo para sí mismo con una mirada de tristeza y un dolor en el pecho.

Decidió quedarse en un restaurante de hamburguesas un rato en lo que recuperaba la calma, no quería preocupar a su mamá por una alucinación suya.

Por más que lo deseaba, él sabía mejor que nadie que Bakugo estaba muerto, y que aunque pasaran cien años, él seguiría atormentado por la culpa, a pesar de que solo era un niño cuando todo eso ocurrió y se repetía que era imposible que por un deseo Bakugo haya desaparecido de su vida.

El frío se hacía presente, ya estaban en noviembre y empezaba a haber más clientes en busca de una bebida cálida en el café donde trabajaba Bakugo.

—¡Ayumi-chan, cuanto tiempo sin verte! ¡Cada día estás más grande! —Kobayashi, la empleada más grande de todos los que trabajaban en la cafetería, la abrazó efusivamente mientras restregaba su mejilla contra la de la chica Watanabe.

—Eh, me lastima. —Se quejó la joven.

—Ah, disculpa, pero es que me da mucho gusto verte. Eres adorable y más amigable que tu hermano. —Dijo esto último por lo bajo.

—¡Ni qué lo digas! —Se rió Konaka, un chico alto, delgado y que usaba lentes.

—Tú no deberías de hablar, recuerda que estás a prueba por el incidente de la cafetera. —Le regañó la senpai mientras le daba una mirada asesina.

—¡Ah!, un cliente. —Dijo nervioso Konaka, desviando la conversación—. ¡Hola, Kirishima-san, tiempo sin verlo!

—¡Hola, Kona-kona! —Respondió efusivamente el saludo mientras miraba curioso a la niña que estaba rodeada por los empleados—. ¿Ella quién es? —Preguntó, nunca antes había visto a esa jovencita en la cafetería.

—¡Ah!, cierto, tú no la conoces. Es la hermana de Watanabe-san, Ayumi.

—¡¿Su hermana?! —Exclamó sorprendido mientras se aproximaba al grupo de jóvenes —. ¡Al fin te conozco! Todos en la cafetería hablan mucho de ti pero tu hermano nunca me cuenta nada. —Su rostro denotaba derrota—. Por cierto, mucho gusto, soy Kirishima Ejiro y estudió en UA.

Un rincón en el olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora