¿Macetas o jarrones?

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Las primeras lluvias de la temporada se hicieron presentes y un joven héroe miraba pensativo su cuaderno de notas.

Izuku había estado escribiendo todo lo que recordaba sobre Ayumi y su hermano y, aunque le resultaba doloroso, también cosas sobre Kacchan, sobre ese pasado que le atormentaba.
 
Aunque Midoriya combatía enérgicamente a los villanos Todoroki se dio cuenta de que a su amigo le preocupaba algo. No sabía si preguntarle, podría ser el trabajo o su madre, o tal vez le fuera difícil adaptarse a su nuevo estilo de vida. Esto último lo descartó, pues si fuera eso él se lo hubiera expresado, debía ser algo más, tenía esa corazonada.

Bakugo estaba muy ocupado con los preparativos para la mudanza. Gracias a lo previsor que era ya sabía a qué sitio se iría pero el echo de que derrumbaran el complejo de edificios donde había previsto vivir y el cambio de precios en sus otras dos opciones de residencia lo orilló a buscar otros lugares, aunque en uno de los edificios no había subido mucho el precio estaba decidido a encontrar algo más barato y ahorrar lo más posible, aunque ahora tendría que buscar más exhaustivamente, pues ya no vivía solo y no quería preocuparse por la seguridad de Megumi en el vecindario. Esa era también otra razón por la que descartó otra dos opciones restantes, el vecindario se había vuelto un poco peligroso.

Lo único bueno de la situación es que había más oportunidades de empleo que hacía dos años y si se seguía desarrollando así la ciudad tendría mejor salario. Quería encontrar algo barato y dónde pudiera vivir por más de dos años sin mudarse, pues así gastaría menos. Afortunadamente él no tenía muchas cosas y los pocos muebles que tenía eran multiusos o plegables.

Algo que le estaba dificultando la búsqueda de departamento era precisamente Megumi, ahora que la chica vivía con él sabía que no podía simplemente rentar una habitación multipropósito, después de todo lo que ella pasó necesitaba un poco de privacidad.

Suspiró mientras se estiraba y recargaba parte de su peso sobre sus brazos y dirigió la vista hacia la chica, que yacía dormida en la esquina, pegada a la pared. Sabía que ella muchas veces se despertaba y se iba a dormir a la cocina y regresaba a su rincón antes de que fuera hora de que él se despertara para irse al trabajo.

Le hacía sentir mal, aunque no quisiera admitirlo, que ella en vez de acomodar su futón en el centro de la habitación siempre se orillara. Él no le haría nada y aunque estaba consciente de la joven lo sabía, lo cierto es que ella no podía evitar tomar distancia con los hombres, como un animal asustado.

Pensar en eso le hizo cuestionarse como es que Kirishima había logrado que ella tuviera la confianza para convivir con él tan rápido y no se mostrara recelosa a estar mucho tiempo juntos, como sí lo hacía con él... y eso le enfadaba. ¿Acaso no le había demostrado que era de fiar? ¿No significaba algo para ella que él le abriera las puertas de su casa?

Se frotó el tabique de la nariz fastidiado y con cansancio, molesto por la dirección que tomaron sus pensamientos decidió mejor irse a dormir, ya era tarde y tendría que ir a trabajar en unas horas. Acomodó las cosas para dormir y dio una mirada fugaz hacia la dirección de Megumi antes de acostarse y darle la espalda.

Aunque Midoriya y Todoroki se veían poco, para el heterocromático era evidente que algo ocurría con su amigo, estaba distraído y se ponía a murmurar mucho más que de costumbre. La preocupación por que fuera algo grave le hizo pedir licencia por un par de días y obligó a Midoriya a hacer lo mismo, lo llevaría a acampar y ahí intentaría que le contara lo que le pasaba. No quería ser rudo con él pero de ser necesario le obligaría, pues algo muy dentro de él le decía que sea lo que fuera que invadía la cabeza de Midoriya, era algo que lo estaba afectando mentalmente y temía que perdiera el control o estallara.

Un rincón en el olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora