3 Una noche y después, nada

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Mischa llegó a su departamento dos horas después de la pelea, entre risas y festejos de los rivales, entre las humillaciones de que lo llamaran cobarde y otras cosas más. De pronto, el muchacho creyó que estaba en una dimensión paralela, el Mischa del cual todos se burlaban, de pronto, lo percibió como un ente disociado de su cuerpo.

¿En qué momento consideró que era bueno desafiar a Gabriel? ¿Cuál fue el segundo en que su vida dio un vuelco cuando decidió arremeter en contra de Carlos Ferrari? Tantas preguntas giraban en su mente. Su cabeza dolía como nunca, su cuerpo se sentía débil. Los médicos habían intentado disuadirlo. Mischa no debería estar en su departamento sino en un hospital bajo cuidado médicos, siendo sometidos a estudios que demostraron que su estado de salud mejoraría. El muchacho no podría soportar más asedios, era incapaz de soportar a alguien más que a sí mismo en ese segundo.

«Esto no se va a quedar así, zorra mugrienta».

Tocó su rostro frente al espejo del tocador y recordó la frase que le había dicho a Carlos cuando buscaba atacarlo en su auto. El rostro de ese hombre lleno de miedo, de llanto. Ese imbécil que se creía superior a él, que creía tener derecho a decirle no a un Kózlov. Carlos Ferrari había sido el culpable de toda su tragedia.

La rabia que había mermado comenzó a concentrarse de nuevo en su cuerpo. Las risas de Gabriel e Iván Zhukov en la conferencia de prensa, las miraditas cómplices entre ellos cuando algún periodista imbécil le preguntaba por él. La cara de Yev Romanov buscando acallar las bromas. No tenían idea de quién se estaban burlando, desconocían que muy pronto, esas risas se transformarían en lágrimas, así tuviera que humillarse y recurrir a la única persona que en ese momento hubiera deseaba evitar. Tenía tantas elucubraciones en su cabeza, tanto resentimiento concentrado contra Gabriel y Carlos, que era capaz de cualquier cosa esa noche, capaz de vencer sus propios miedos y llegar hasta ellos y terminarlos.

El celular sonó ubicado al lado del grifo, el nombre de la pantalla hizo que la saliva se atiborrara en su garganta. Tragó y se decidió a responder. Allí estaba; la fuente de su dolor y ahora de su salvación seguramente.

—Sasha—dijo con su voz a punto de quebrarse.

—¿No estás cansado de enlodar a la familia? —dijo la voz del otro lado. Mischa cerró los ojos y las lágrimas cayeron. Lágrimas silenciosas, esas que vienen del alma, esas que podría formar un inmenso mar si las contara.

—Estimo viste la pelea.

—Eso no fue una pelea—replicó—. Ha sido una masacre.

—No fue mi mejor performance.

—¿En serio? —ironizó—. En realidad, no me sorprende. Fue una locura que te dedicaras al kickboxing cuando jamás fuiste capaz de agarrar un arma incluso. Todavía no entiendo qué te hizo pensar que ganarías.

—Dimitri dijo...

—Cierto—interrumpió—, ese idiota que te llenó de sueños la cabeza y de falsa grandeza. Acéptalo, Mischa. Eres un perdedor, siempre lo serás; una puta vergüenza.

Mi tentación irresistible -Spin off T.O (Gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora