¿Qué estás dispuesto a hacer para ver a tu enemigo de rodillas?
Mischa Kózlov tiene un solo objetivo en la vida después de la derrota; venganza.
Destruir a aquellos que le quitaron lo único que tenia y para ello está dispuesto a todo. Incluso, segu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
15 días después...
Sasha brindaba junto a sus amigos en su trigésimo segundo cumpleaños, sus hermanos y sus familias estaban allí también. Una gran celebración en donde no faltaba nadie, excepto Mischa. Había sido un gran problema frenar los rumores esparcidos por ese imbécil, pero afortunadamente, la federación actuó de manera rápida. Mischa fue sancionado de por vida, nunca más estaría en un cuadrilátero como luchador. La tranquilidad estaba volviendo a su vida, mientras escuchaba los rumores de depresión de su hermano. Siempre había sido débil, por eso estaba en esa situación.
Las copas se llenaban y la fiesta apenas comenzaba, Sasha, poco a poco, se recuperaba del hecho que lo había obligado a refugiarse en Rusia. En algunos meses estaría listo para regresar a su trabajo.
—Feliz cumpleaños, Sasha—. Esa voz le recordó que algunos muertos salen de sus tumbas y regresan para torturar a los vivos. Se giró hacia el hombre dándole una amplia sonrisa.
—Gracias, amigo ¡Qué sorpresa encontrarte aquí! Pensé que seguías escondiéndote como rata—. Dimitri le sonrió con amabilidad fingida.
—Yo no me escondo amigo, estoy rehaciendo mi vida. Lo de rata cobarde lo debes estar diciendo por ti.
—¿Cómo carajo entraste aquí? —preguntó entre dientes a punto de asesinar a todo el personal de seguridad.
—Tenía una invitación, ¿recuerdas? —. Sasha comenzó a reír, ¿cómo carajo había podido olvidarlo? Ese imbécil estaba invitado e incluso le había llegado su tarjeta.
—Nunca pensé que tendrías el descaro.
—Soy un marica que adora los penes jóvenes, ¿crees que algo más me asustaría?
—Encima te parece gracioso—. Dimitri se acercó a la barra en donde estaba el hermano de Mischa.
—¿Piensas que la gente debe pagar por los pecados de su familia?
—¿Te refieres a tu querido Mischa?
—No—replicó—, me refiero a la historia de tu jefe con uno de los hermanos de Gabriel Petrov. Una historia que jamás pudiste digerir, una muy secreta, como tus corridas encima de su escritorio.
—Repite eso y te vuelo la cabeza.
—Cuando me contaron la historia apenas lo creí. Le hiciste tanto daño a tu hermano, toda la vida lo minimizaste y resultó que tú eras peor que él.
—No tienes idea de lo que sucedió.
—Tú mataste a tu jefe por despecho, el engaño fue imposible de soportar, ¿verdad?
—A mí nadie me deja.
—Me parece bien—replicó—, pero ¿qué culpa tenía Gabriel? Sus hermanos dejaron de estar en contacto con él hace mucho tiempo.
