¿Qué estás dispuesto a hacer para ver a tu enemigo de rodillas?
Mischa Kózlov tiene un solo objetivo en la vida después de la derrota; venganza.
Destruir a aquellos que le quitaron lo único que tenia y para ello está dispuesto a todo. Incluso, segu...
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Me mira con amor, el maldito me mira como si fuera algo precioso y solo soy un hijo de puta que lo está usando, que necesita de él para concretar su plan. Es una locura, sin embargo, la histeria que pensé tener cuando me viera en esta situación, al parecer, no va a llegar.
Me siento amado como nunca. Dimitri me está mostrando su lado oculto, ese lado que todos tenemos y en parte nos avergüenza, al menos a mí me sucede eso. No soy bueno para derrumbar tabúes, para demostrarle a la sociedad que está equivocada. No, ese no es mi estilo, yo me pliego al bando de los ganadores, aun sabiendo que la mayor parte de las veces están equivocados. Estoy aquí, desnudo frente a mi entrenador y no voy a echarme para atrás, no cederé ante el temor que esta experiencia me causa. Sasha me advirtió que esto es a todo o nada, aunque, él jamás se imaginaría que sería capaz de llegar tan lejos.
Vamos, ¿qué puede pasar? Es solo sexo; sexo con un hombre que me dobla en edad. Un hombre al que le tengo un gran cariño y confianza. Dimitri jamás me lastimaría, y esa premisa me permite relajarme y disfrutar en momento. Dejar que ocurra.
Lo tengo de rodillas frente a mí y ha llevado mis pantalones hacia abajo, observa mi pene y se humedece los labios. No me importa que chupe mi pene, después de todo, una boca es una boca, sin importar de que se trata de un tipo. El primer lametón recorre desde mis testículos hasta la punta de mi verga. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo se estremece. El maldito saborea el líquido transparente, se deleita con él. Carajo, puedo verlo en su rostro. Me pregunto si querrá que yo se lo haga a él. Dios, espero que no.
La lengua vuelve a hacer el mismo recorrido y mis piernas se tornan gelatina. En verdad es muy bueno, o yo estoy muy caliente. Un poco de las dos con seguridad. No se cansa de explorarme, si tan solo me dejara sentarme en la cama podría disfrutar más del espectáculo y las sensaciones. Una vez más, y otra, y otra, su lengua es una brocha de arrasa con mi autocontrol. Le sujeto la nuca, mis dedos se enredan en su cabello negro crespo y dirijo mi pene a su boca en toda su extensión, logrando que lo trague, literalmente.
Dimitri se relaja cuando mis caderas se impulsan hacia adelante tomando todo el placer que puede darme. Es una tentación a la que pienso rendirme, pese a que todavía no comprendo hasta qué punto he sido capaz de manipularlo. Dimitri me comprime, y la primera succión me saca un grito de infinito placer. Me entrego por completo y le permito hacer conmigo lo que le plazca. Este es su juego.
Su mano derecha acaricia mis testículos y su cabeza se mueve hacia atrás y hacia adelante, y es aquí donde me pregunto, ¿por qué nunca me di cuenta de su deseo? ¿Por qué no lo hicimos antes? Mis caderas tienen vida propia, su boca es un sitio muy agradable y no quisiera que esto termine, pese a las inmensas ganas de venirme y ensuciarlo que tengo en este momento.
—Hazlo más fuerte—pido y él obedece como un simple sirviente.
Abandona el pene con un estruendoso sonido que llena la alcoba. Me empuja hacia la cama y se coloca una vez más sentado sobre sus talones cerca de la orilla. Me arrojo hacia atrás, apoyando mis antebrazos en el colchón y luego, ante el poder de su lengua decido descansar y dejar de observarlo. Abro mis brazos sobre el colchón y una sonrisa de placer se dibuja en mi rostro ¿Si estoy arrepentido de haber venido? No, en este momento no.
