Mischa salió de la oficina y lo primero que hizo fue llamar a Dimitri contándole lo que había ocurrido. Su novio estaba orgulloso, era un paso tan importante para una persona que llevaba el egoísmo y la violencia en la sangre, romper con ese círculo vicioso fue lo más difícil que Mischa había tenido que atravesar y Dimitri había estado ahí. En cada pensamiento, cada acción realizada con el alma en un hilo, a veces la tristeza no lo dejaba respirar, pero lo había logrado. Mischa Kózlov era el hombre que siempre soñó ser, y su historia de amor una de las más puras que existen, porque era una historia de amor propio, de aprender a amarse a sí mismo a pesar de las heridas y de compartir ese sentimiento profundo con otro ser humano.
Mischa subió a su deportivo y se dirigió a su departamento para terminar de empacar y organizar las cosas para el viaje. Se detuvo en un semáforo en una de las avenidas, estaba solo a 3 cuadras de su hogar cuando una camioneta Volvo de vidrios polarizados frenó a su lado. El muchacho observó el vehículo por un segundo y su vista volvió al semáforo. El celular estaba en el asiento del copiloto, la luz de la pantalla se encendió y el mundo que estaba construyendo se fisuró. Tragó saliva, el semáforo continuaba en rojo. Debía estar tranquilo, era libre de él y de su familia. Activó el manos libres en ese momento.
—¿Qué quieres? —preguntó sin ánimos de alargar una charla sin sentido.
—¿De verdad piensas que te irás y listo? ¿Borrón y cuenta nueva?
—Lo haré—replicó—, no puedes hacer nada para detenerme.
—¿En serio? —. Sasha comenzó a reír, Mischa sintió que el vello de su cuerpo se erizaba. Observó una vez más la camioneta a su lado, sabiendo quien era el conductor más allá de los cristales oscuros.
—¿Qué harás? ¿Matarme?
—Eso sería convalidar las locuras que has dicho.
—No son locuras, es la verdad. Tú querías matar a Gabriel por formar parte de la familia del hombre que te quitó a tu amante.
—No vuelvas a decir eso.
—Lo diré las veces que sea necesario, estás mal de la cabeza—. Sasha quedó en silencio. El semáforo dio luz verde y Mischa avanzó, detrás de él se colocó la camioneta cambiando de carril. Estaba nervioso, su hermano era un asesino entrenado y Mischa no sabía cómo actuar.
—¿Así que Alemania? —. Era difícil saber que ese idiota conocía cada paso de la vida de Dimitri. Todo este tiempo supo dónde se encontraba el hombre.
—No lo sé, aun no lo decidimos.
—A mí me parece que sí. Dimitri compró dos vuelos a Leipzig a primera hora de la mañana—. Mischa respiró profundo y pisó el acelerador, el hombre imitó la acción. No iba a zafarse de su acechanza. Pensó en lo asustado que debió sentirse Carlos cuando él lo siguió por la carretera a toda velocidad.
—Déjanos en paz—replicó—, ve a terapia o lo que sea. Vuelve al campo de batalla, pero deja de entrometerte en mi vida.
—¿De qué hablas? No hago nada de eso.
—Hipócrita—lanzó colocando la luz de giro, faltaba solo una cuadra para llegar al departamento.
—¿Tienes miedo Mischa?
—¿Para qué preguntas si sabes la respuesta? —. Mischa colocó las balizas y se detuvo frente al edificio, Sasha hizo lo mismo. Ninguno de los 2 bajaron del vehículo. La gente iba y venía por las aceras a esa hora. Mischa rogó que la locura de su hermano tuviera un límite y no terminara con sus sueños antes de hacerlos realidad.
—No voy a matarte ahora—dijo complacido de saber el miedo que producía—, te dejaré marchar con tu noviecito.
—¿A cambio de qué?
—¿Sabes? No hay nada peor que vivir con miedo—explicó—, tú lo tendrás cada día. Cada vez que despiertes temerás que aparezca y te arruine la vida. Cada vez que Dimitri salga y tarde en regresar pensarás que no volverá, cuando un vehículo de vidrios polarizados se ponga a tu lado mientras esperas un semáforo mi recuerdo volverá a ti como una estampida de búfalos. No voy a matarte porque vivir con miedo es peor.
—No voy a vivir con miedo—juró al sentir el regocijo de su hermano con su dolor—, a partir de este momento tú estás muerto, del mismo modo que el resto de mis hermanos. Comenzaré una vez más, y tú ya no podrás hacerme daño. Esta es tu última carcajada Kózlov.
Mischa se mantuvo tranquilo, o al menos lo intentó. La comunicación se cortó en ese segundo, el motor de la camioneta se encendió y con un chirrido de neumáticos que llamó la atención de los transeúntes salió a toda velocidad. El corazón de Mischa volvió a latir.
Descendió del auto y se dirigió al departamento en donde Dimitri estaba embalando las cosas de la mudanza. Ingresó y su palidez no pasó desapercibida para su exentrenador. De inmediato se acercó y lo abrazó, Mischa recibió ese gesto como todo lo que necesitaba.
—¿Qué sucedió?
—Sasha—. Dimitri lo sujetó de los hombros.
—Ya no molestará más.
—Sabe a dónde vamos, conoce cada paso—dijo resignado.
—No importa—replicó—, no le vamos a dar el gusto, no pensaremos en él.
—Quiero creer eso—cerró los ojos y apoyó su rostro en el cuello de su amor, respirando su aroma tranquilizador—, este hijo de puta nos hará la vida imposible.
—No lo hará—respondió acariciando su espalda—, porque sabe que infundiendo miedo nos tiene a su merced, sin necesidad de atacarnos jamás.
—Lo odio, te juro, lo odio tanto.
—No lo odies, más bien debes tenerle lástima.
—¿Lástima? —indagó sorprendido, ¿estás loco?
—Tenle compasión porque él nunca tendrá lo que nosotros tenemos y viviremos, sin importar el miedo.
Dimitri lo sostuvo del rostro y sus labios se unieron con tanta pasión como siempre, el deseo se apoderó de ellos como un tsunami que llega a la costa y arrasa con todo a su paso. Estaban juntos y nada más importaba.
Esa noche subieron al avión con destino a Leipzig. Mischa observó la ciudad con sus luces y su belleza, y a medida que ascendían hacia el cielo la imagen se tornaba un poco más borrosa. Atrás quedarían las peleas, las ganas de triunfar para demostrar que valía, los deseos locos y obsesivos por un hombre casado, la rabia y la ira por sentirse menos que el resto. Dimitri tomó su mano y Mischa giró su rostro hacia él, el hombre le dio una sonrisa con un dejo de tristeza. Estaban dejando toda su vida, para bien o para mal, lo único que habían conocido. Sin embargo, en medio del dolor habían sido capaces de sanar su heridas y ahora no sería la excepción. Moscú quedaría atrás, así como todo lo que transitaron para llegar a convertirse en quienes eran ahora. Se amaban, contra todo pronóstico, se habían animado a quererse como nadie y ahora un nuevo camino se abría ante sus ojos.
Los ojos verdes de Mischa brillaron y los dedos de sus manos se entrelazaron con fuerza. Los desafíos nada tenían que hacer frente a su amor. Mischa había logrado vencer al rival más duro de toda su vida, uno que pocos tienen el privilegio de derrotar.
Había logrado vencerse a sí mismo.
Fin
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Mi tentación irresistible -Spin off T.O (Gay +18)
Romance¿Qué estás dispuesto a hacer para ver a tu enemigo de rodillas? Mischa Kózlov tiene un solo objetivo en la vida después de la derrota; venganza. Destruir a aquellos que le quitaron lo único que tenia y para ello está dispuesto a todo. Incluso, segu...