17 Siempre estaré contigo

1.4K 236 31
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Carlos jamás pensó que su cuerpo pudiera adaptarse de una manera tan perfecta al de un hombre. Ambos eran una máquina, una cuyo combustible era el deseo y el amor. Recordó que las primeras veces que se acostaron eran salvajes y viscerales, saciar a la bestia que llevaban adentro. Ahora, con algunos años como pareja, la experiencia había mutado. No solo eran ráfagas de fuego incontenibles sino ternura, una sensación de paz que solo obtenían cuando sus cuerpos se fundían en uno.

Estaban sobre la alfombra de la sala, esa que conocía hasta sus lunares y que sin duda ganaría grandes cantidades de dinero si contara todos sus secretos. Carlos estaba sobre Gabriel, le había agarrado un gustito picante a dirigir en el acto sexual. El pene se deslizaba con facilidad luego de toda la estimulación previa. Gabriel lo acariciaba con vehemencia.

—Mi enano lujurioso—. Carlos sostuvo el dedo medio y el índice entre sus labios e hizo círculos con su lengua. Gabriel lo sujetó de la cintura y lo arrojó sobre él, paso siguiente levantó las caderas dando embistes poderosos que hicieron a Carlos estremecerse y gemir.

Sus bocas se enredaron en un beso desgarrador. Sus lenguas danzaban sin descanso mientras sus caderas tenían vida propia. El golpeteo de la carne era tan fuerte que nadie dudaría de lo que sucedía en esa sala.

—Dios, ¿por qué carajo eres tan bueno en esto? —indagó Carlos cuando Gabriel lo volteó y se posicionó sobre él.

—Tengo un gran compañero—ambos rieron mientras Carlos rodeaba la cintura de su marido con sus piernas. La piel blanquecina comenzaba a tener una coloración rojiza.

La luz tenue de las lámparas llenaba de misterio y sensualidad el ambiente. Los muchachos amaban la sala incluso más que el dormitorio, tenía su propia magia. Gabriel apretó los pectorales de su esposo y llevó uno de los pezones a su boca, el cual succionó con fuerza. Carlos gimió cuando el vaivén se tornó frenético, Gabriel sabía tocar todos los puntos que lo enloquecían y lo llevaba a un orgasmo brutal. Las paredes anales apretaron el pene encerrado cuando el orgasmo lo golpeó, bañando el abdomen de Gaby, haciéndolo que empujara con más fuerza en su interior. Se vino cinco minutos después, cuando había chupado cada parte del cuerpo de su esposo que ahora descansaba saciado en sus brazos. Sus respiraciones recuperaban la estabilidad y el sudor comenzaba a secarse. La marea de lascivia los dejaba encallar en una isla de paz y tranquilidad, disfrutando la presencia de uno y del otro.

—Me gusta que seas mío—. Carlos sonrió ante el comentario posesivo de su marido.

—Lo sé, y, aunque suene una locura, a mí también me gusta serlo.

Gabriel le acariciaba la espalda suave, sus dedos largos recorrían desde el cuello hacia la cintura y volvían.

—Gracias por dejarme a mi tomar la decisión, a pesar de tus celos.

—No sabes lo difícil que fue, pero no podía coaccionarte—. Carlos esta vez, miró a su esposo con todo el amor que encerraba su corazón.

—Necesito que estés bien. Yo lo estaré y lucharé siempre.

—Tranquilo, hemos estado llenos de mierda hasta el cuello y hemos salido adelante.

—Prométeme que pase lo que pase jamás te rendirás.

—Lo prometo, mi amor...

****

—¡Vamos hombre! —gritó Dimitri cuando Mischa no podía salir de una combinación de golpes que lanzaba el luchador con el que estaba entrenando—. No pienses tanto, ¡actúa!

Mischa mantenía la defensa, pero, poco a poco, el joven lo vencía. Mischa le dio un empujón y se movió hacia adelante buscando la forma de romperlo. Una patada alta lo desestabilizó, luego barrió la pierna izquierda del contrincante para que cayera y se lanzó sobre él. Lo inmovilizó de tal modo que el adversario comenzó a quedarse sin aire.

—¡Ya basta! —gritó Dimitri y Mischa cedió, poniéndose de pie, dejando a su rival en el suelo. El entrenador se acercó y lo tomó de los hombros—. Oye, no pierdas los estribos, estuviste a punto de matarlo.

—¿De qué hablas?

—Mischa, un golpe así y van a descalificarte y adiós a peleas importantes. Nadie quiere a los tramposos, al menos, no aquí. Ahora, regresa ahí y quiero verte hacer combinaciones legales.

«Nadie quiere a los tramposos».

Mischa casi rio con ese comentario, si el pobre Dimitri supiera todo lo que Sasha tenía preparado para su rival no haría ese comentario tan a la ligera. El luchador permitió que su contrincante se pusiera de pie y continuaron el entrenamiento. Dimitri no se perdía detalle, de solo pensar lo que ocurrió la última vez su corazón se apretaba y la sangre dejaba de fluir. No soportaría ver a Petrov destruirlo de nuevo, y para ello debían entrenar más duro.

—Mischa, combinación, «alta, baja, al pecho» respira—dijo y el muchacho se mantuvo con los pies firmes en la lona cuando su sparring se lanzó hacia adelante una vez más.

Patada alta, baja y media, Mischa mantuvo sus antebrazos cubriendo su torso hasta que la última patada lo hizo flaquear.

—¡No bajes la guardia! —gritó cuando un golpe cruzado ingresó en medio de sus antebrazos y dio encima de su estómago—¡Ya te tiene!

Dimitri saltó las cuerdas e ingresó al ring, apartando al contrincante para agarrar a Mischa, este idiota seguía cometiendo los mismos errores una y otra vez.

—La guardia es fundamental, cuando le das paso, te destruye. Concéntrate.

—Lo hago.

—¡No lo haces! —replicó—. Aplica la combinación y mantén la guardia alta, aléjate cuando veas que hay peligro de encerrona. Mischa, estos errores Gabriel no te los perdonará y tampoco los peleadores a los que vas a enfrentarte antes.

—Deja de recordarme mis derrotas.

—¿Qué?

—Ya sé que debo mejorar, para con lo mismo—. Dimitri lo sostuvo del mentón, la ira invadiéndolo.

—¿Tienes ideas de lo que sufrí cuando te vi ese día que te masacraban? ¿Piensas que me importas tan poco?

—No dije eso...

—¿En serio? Necesito que salgas del rol perpetuo de víctima.

—Deja de ofenderme—. Mischa lo alejó de un empujón.

«Pobrecito de mí, nadie me quiere»—ironizó—. Nadie va a regalarte nada, si tú no muestras ánimo para cambiar y vencer los golpes, estás perdido.

—Vaya, pensé que me estimabas—dijo con ironía, Dimitri vio que el sparring estaba alejado bebiendo agua.

—Te amo, ¿puedes entender eso? —confesó sin miedo—. Más que a cualquiera en este puto mundo, eres mi vida y por eso te lo digo. No quiero sufrimiento para ti, pero no puedo hacer nada si tú no quieres salir de ese lugar.

Mischa lo observó y su corazón se aceleró, tenía ganas de abrazar a ese hombre y dejar la locura en la cual se habían embarcado, una locura que los destruiría a ambos.

—¿Me amarías si no luchara por ser el mejor?

—Te amaría contra viento y marea. Me importa que seas como te gustaría ser, simplemente tú. Sin pretensiones ni delirios de grandeza heredados. Siempre estaré contigo— El muchacho sonrió y Dimitri le acarició la mejilla, conteniendo sus labios los cuales querían desembocar en los de ese joven inseguro—. Vamos de nuevo, recién empezamos. 

Mi tentación irresistible -Spin off T.O (Gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora