intento de suicidio

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"No es común empezar
por el fin"

Mikey deambulaba por su departamento ordenando todo pulcramente, contrastando mucho de su desorden cotidiano.

No había ropa sucia tirada por el suelo, no había platos sucios en el fregadero, no había rastro de nada.

Una vez que todo estaba perfecto apagó la calefacción, se cepilló los dientes, una, dos y tres veces, puso su pijama de seda favorito y se acostó. En la mesita de luz junto a su cama había cuatro cajas de pastillas para dormir y una botella de whisky, pero antes de proceder reseteó su iPhone, borró todo y lo dejo en el cajón de la mesita apagado.

Abrió la botella de whisky y bebió un gran trago, arrugando su nariz y cerrando sus ojos por lo fuerte del alcohol, quemaba su garganta, pero lo ayudaba a ganar coraje para lo que iba a hacer.

¿Estaba siendo un cobarde?

No, claro que no.

Había decidido no dejar una carta de despedida, de todas formas, no tenía a quien dejársela y posiblemente a nadie le importe.

Volvió a beber otro sorbo de whisky, puso sonata claro de luna de Beethoven en el ordenador que había dejado sobre la cama.

Suspiró fuerte, cerrando los ojos y se dejó caer afirmando su espalda en el respaldo de su cama.

Luego abrió los ojos de golpe recordando que debía seguir uno a uno los pasos.

Entonces, tomó la primera caja de pastillas y comenzó a ingerir una a una, porqué existe una gran distancia entre la intención y el acto.

Y Mikey quería estar libre de arrepentirse a mitad de camino.

Sin embargo, con cada pastilla que tragaba se sentía más convencido, luego de un par de minutos las cajas estaban vacías y la botella de whisky también.

Miró el espejo frente a su cama donde había dejado post-it pegados con un par de razones para suicidarse, no como una manera de recordárselas a él mismo, eso no hacía falta, sino que eran para que quien lo encontrara no sintiera pena por él... o al menos eso pensaba, quizás simplemente quería darte un poco más de dramatismo a su viaje fuera de este mundo.

Primera razón:
"Todo en mi vida es igual, todo rutinario, a pesar de mi juventud, estoy solo y dañado, no puedo esperar algo mejor"

Mikey no fue un chico triste, siempre era quien traía una sonrisa en los labios, siempre fue amable y educado, era empático hasta decir basta y donde iba hacia amigos, nunca sus problemas tenían que ver con otras personas, y en un principio, ni siquiera con él mismo, los problemas eran únicamente de su padre con él.

Nunca se reconoció a sí mismo como víctima, como maltratado, por eso nunca a ningún psiquiatra le contó los abusos de su padre.

Y por supuesto luego de tanta tortura, no hay alma buena que aguante y muy poco quedaba del chico feliz y sociable, todo lo contrario; los últimos meses luego de salir del hospital y enterrar a su padre, no había tenido ni un solo contacto social.

Soportó una semana en la empresa y la dejó, aunque recibía el dinero, no estaba feliz, se sentía roto.

Y quizás si, quizás Mikey estaba roto.

¿Pero quien no se ha sentido así alguna vez?

Segunda razón:
"Después de la adultez viene la decadencia, la vejez."

No podía imaginarse viviendo una vida normal, trabajar, casarse, tener hijos, tener nietos y sonreírles, convencerlos de lo linda que es la vida.

¡No, no podía! Era una locura, ¡sería un hipócrita!

Era una forma triste de ver la vida, pero él no podía ni siquiera imaginarse amando a alguien.

Sentía un asco tremendo por su propia persona. Nadie lo iba a amar así y él no iba a amar a nadie tampoco.

Tercera razón:
"No valgo la pena"

Estaba más que convencido que siempre estaría solo, que a nadie le importa su existencia.

Él electrochoque, la medicación, las inyecciones, la presión psicológica, el hambre que pasaba en los psiquiátricos, el llanto constante, el sufrimiento que experimentaba a diario y desde hace unos meses el abuso del alcohol, lo tenían perdido, caminando en círculos y ningún cuerpo puede soportar tanto sin tener consecuencias.

O eso pensaba él.

Era irónico, la razón por la que Mikey había decidido tomar somníferos era para tener una muerte tranquila, dormirse e irse de este mundo así, pero ahora estaba sintiendo tantas nauseas, y su estómago ardía, todo le daba vueltas, pero sabía que si vomitaba no moriría así que decidió olvidarse de los mareos y continuar mirando las luces de los autos que pasaban.

Y estaba parado ahí, en el gran ventanal de su habitación, en el piso 27 del edificio, que se ubicaba justo frente a otro de iguales proporciones, desde donde se podía ver a otro chico parado en su ventanal también.

De pronto sintió un zumbido fuerte en sus oídos, dejó de escuchar todo, solo había silencio.

Y por primera vez desde que decidió suicidarse sentía miedo, porque de repente todo estaba dando vueltas y sentía un gran agujero quemándose en su zona abdominal.

Apoyó ambas manos en el vidrio de la ventana, sintiendo el ardor avanzar por dentro de su cuerpo como un gusano que va mordiendo todo a su paso.

Sus ojos soltaban lagrimas a causa de que le costaba respirar.

Pero el miedo y el dolor se fueron rápido, ya que de repente todo se veía borroso y perdió la conciencia.

Y Mikey realmente deseaba irse para siempre.

𝗌𝗎𝗂𝖼𝗂𝖽𝖺𝗌 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora