el castigo

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"Él tiene ciertos días en que se siente como una baraja de cartas repetida.

Como la copia fotostática y borrosa de si mismo.

Cansado de verse en el espejo y decirse:
Tú de nuevo. "

Mikey ya llevaba un poco más de dos semanas dentro del psiquiátrico, lograba soportar día a día gracias a Matsuno, quien estaba todo el tiempo con él, era su única compañía y eran inseparables.

A pesar de las represalias que Hinata tenía en contra de ellos, la presencia que el rubio le brindaba era un soporte y una linda compañía de la que nunca en su vida disfrutó, ni siquiera estando fuera del hospital.

Una pena que estén en estas circunstancias y encontrar a tu mejor amigo.

Mikey había sido muy solitario cuando vivía con su familia y después, viviendo solo en su departamento, el fantasma de su padre lo acechaba, no literalmente, por supuesto, aunque no le extrañaría en lo más mínimo que ni en su muerte lo dejara en paz, pero, en resumen, Mikey sentía culpa en su pecho, todo el tiempo, la culpa lo perseguía por nunca ser lo que todos consideraban normal.

Él se juró a si mismo que cuando por fin muriera, cuidaría a Chifuyu desde donde sea que este.

La apática enfermera Hinata disfrutaba algunos días de dejar sin cena a Mikey, porque este se negaba a ordenar el salón de juegos, o se negaba a salir al jardín a los patéticos talleres que ella misma hacia y era tan aburridos y nefastos como su misma presencia.

Y otras veces Hinata lo dejaba sin comer por todo el día, porque Mikey simplemente no le respondía alguna pregunta o porque se negaba a tomar los medicamentos. Y si no fuera por el imbécil novio de la enfermera, él no habría comido en días.

Porque el imbécil de Takemichi, así lo llamaba Mikey, siempre insistía con darle comida a escondidas, con una actitud de mierda, pero al fin y al cabo lo alimentaba, y eso Sano lo agradecía, en silencio, por supuesto, porque obvio que jamás se lo diría.

Takemichi fingía molestarse con la actitud del rubio, pero Mikey muchas veces lo vio discutir con su novia por los castigos.

Algo que en parte lo alegraba y eso tampoco lo diría jamás, por supuesto.

Pero esa mañana en particular, Mikey despertó de mal humor, tenía un mal presentimiento, ingresó al salón a desayunar junto a Chifuyu, quien no probó bocado.

━ Fuyu tu más que nadie debes comer.

Le habló serio a su amigo que se negaba a alimentarse.

━ Matsuno Chifuyu come porque hoy está Hinata y no quie...

━ ¿Sabes que subí 2 malditos kilos? estoy hecho una ballena.

No alcanzó a terminar la frase cuando vio sentarse a Hinata junto a Chifuyu y abrir un yogur.

━ Abre la boca Matsuno.

Dijo seria la enfermera.

Chifuyu la miraba con apatía, abrió la boca con miedo, además no quería comer y sentía nauseas de solo pensarlo.

Hinata ingresó la cuchara con yogurt en la boca del rubio e hizo que lo tragara.

Y aunque Chifuyu tragó, sentía dolor, se sentía mareado y con escalofríos, no quería comer, sentía que su cuerpo no quería recibir el alimento, se sentía asqueado de pensarlo.

━ Señorita Hinata no me siento bien, no quiero comer.

━ No estoy preguntando si quieres comer o no Matsuno, abre la maldita boca y traga, mi paciencia tiene un límite.

Chifuyu negó con la cabeza y Hinata bufó molesta, estaba a punto de tomar un sandwich para pasárselo al rubio cuando de pronto Matsuno palidece y vomita sobre el regazo de la enfermera, parándose rápidamente y corriendo al baño.

Hinata queda atónita, se limpia como puede con las pocas servilletas y se levanta molesta, se acerca al par de enfermeros que estaban de guardia, dándoles indicaciones de algo y se retira a la oficina.

Los enfermeros caminan dirigiéndose al baño, Mikey al notarlo se para rápidamente e intenta adelantar al par de chicos para llegar donde su amigo primero, pero no lo logra, uno de ellos lo toma del brazo bruscamente y lo hace a un lado antes de entrar al baño.

Mikey desde el pasillo ve con horror como luego de unos minutos a Chifuyu lo sacan del baño evidentemente sedado y lo llevan por el pasillo que llega hacia la otra área.

Eso podía significar dos cosas seguras, electrochoque y aislamiento.

Mikey siente una tibia lagrima bajar por su mejilla, eso era el puto infierno y no sabía cuantos días llevaba Chifuyu sin comer.

Se sintió mareado de solo pensar en perderlo.

Mikey caminó a su habitación con desgano, se acostó y lloró silenciosamente, porque, que él mismo sufra le importa una mierda, pero ver a su alegre, parlanchín y tierno amigo sufrir, ser maltratado, es algo que le duele en lo más profundo.

Chifuyu era su luz dentro de ese encierro.

Finalmente cierra los ojos y cae en un profundo sueño.

𝗌𝗎𝗂𝖼𝗂𝖽𝖺𝗌 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora