vestigios II

61 14 6
                                    

Takemichi mantenía su mirada fija, pero sin mirar nada en particular, ni siquiera  pestañeaba, en sus pensamientos solo daba vueltas la llamada que acababa de colgar con Airimi, quien le informó que Manjiro... si, su Manjiro, ya no era paciente del psiquiátrico, fue trasladado y que para empeorar todo, nadie excepto Hinata tenia acceso a la informaciónde donde fue destinado, información que por supuesto su ex novia se encargaría de que él nunca sepa. 

─ Mierda. 

Bufó Takemichi mientras sus ojos picaban por soltar lágrimas, habían tantos sentimientos que crecían dentro de él y se mezclaban con la pena de no poder hacercelo saber al rubio. 

Y entre más pensaba más dolía.

¿Sabia siquiera por donde empezar a buscarlo? ¿Seguirá dentro de la ciudad o ya lo llevaron muy lejos?. Era casi imposible saber con exactitud su paradero habiendo tantas clínicas psiquiátricas privadas y todo empeoraba al no estar ya trabajando en el área de salud. 

Pero sobretodo, lo que más le preocupaba al pelinegro. 

¿Como estará?

Era todo tan confuso, y fueron muchos minutos que pasaron en donde Hanagaki solo se mantenía en silencio, sentado en el suelo, en la profunda oscuridad de su departamento, sintiendo su respiración pesada y agitada, es como si se hubiera quedado mudo, hasta cuando de pronto la luz de su teléfono iluminó todo y el ruido del tono de llamada entrante contrastaba con la imagen del pelinegro a punto de romper a llorar.  

Miró la pantalla "número desconocido", dudó, pero presionó contestar,y del otro lado de la linea se escucho la aguda voz de una chica suspirando "aliviada". 

─Gracias a dios... Hola ¿Puedo comunicarme con Hanagaki Takemichi?

─ Hola... si, con él... ¿en que puedo ayudar?

Contestó el pelinegro, disimulando su voz quebrada por el llanto, pasando su mano izquierda por su rostro para reaccionar y atender la llamada consciente.

─ Habla con Mitsuya Luna, soy la secretaria del hospital público, nos llegó la información de que está sin trabajo, estoy llamando porque estamos interesados en darle una entrevista, por una vacante en urgencias. 

─ Entiendo... ¿Luna? ¿verdad? ¿Puedes darme más información? estoy interesado.

Entonces Takemichi alcanzó un lápiz y papel de un mueble que se encontraba cerca suyo y se acomodó en su lugar para prestarle toda su atención a la secretaría. 

Quizas era una posibilidad de no hundirse tanto y de tener los medios para buscar a Mikey.

Todo giraba en torno a Mikey ahora.

¿Era tan malo? 



(...)



Baji Keisuke caminaba por el pasillo a paso lento y silenciosamente, todo estaba sereno, podía aún sentir la presencia de Chifuyu por cada rincón del psiquiátrico y aún era doloroso pensar en que no lo vería nunca más. 

Los sedantes que le inyectaban a diario le hacían perder la memoria de algunas cosas, asi que Baji cada día rogaba por no olvidar detalles tan pequeños como el tono de voz de Chifuyu, su olor o algo tan simple como sus gestos cuando algo le molestaba, que no era muy seguido, pero Baji lo encontraba adorable... nunca pudo decírselo, pero esperaba que ahora sea donde sea que este, lo sepa. 

Al pasar por fuera de la oficina de enfermería, logra escuchar una voces,una conversación, sin siquiera saber porque se acercó más para oír mejor, sus ojos se abrieron de forma perfectamente circular hasta donde más daban cuando logró entender que Hinata hablaba con alguien más de.... ¿Manjiro?.

Hablaban de un hospital psiquiátrico privado a las afueras de la ciudad, incluso creyó escuchar el nombre del psiquiatra que atendía a Mikey... ¿Mitsuya Takashi?. 

─Bien Keisuke... debes tratar de recordar eso.

Se dijo a si mismo. 

Hinata especificaba como era de importante que nadie sepa de suparadero, Baji Keisuke esbozó una sonrisa y movió su cabeza de forma horizontal y pensó. 

─Claro que alguien lo va a saber Hinata. 

(...)

Era pasado ya la medianoche, lo sabia porque podía ver la luna en medio del cielo imponente a través del pequeño orificio que se encontraba en lo alto de la pared de la habitación, era algo así como una ventana, era lo único que podía ver del exterior en los últimos días, cerró los ojos lentamente deseando poder dormir, pero el insomnio se había convertido en su compañero durante las noches.

Su cabeza daba vueltas y en lo único que podía pensar era en que Takemichi estaría decepcionado de el por las condiciones en las que se encontraba.

─ No estoy sanando enfermero... no estoy ni cerca de sanar aquí. 

Pensó, cerró sus ojos y se removió en la fría cama tomando una posición fetal, abrazándose a si mismo, el amanecer ya llegaría y con él un día menos de sufrimiento. 

Pareciera que hubieran pasado un par de segundos, pero en realidad fueron horas y ahora Mikey despertaba con el eco del sonido de las pisadas de alguien acercándose, el ruido de una llave abriendo la puerta de su habitación, entrando y volviendo a cerrar la puerta, Mikey volvió a cerrar los ojos y no quiso moverse, ni mirar. 

Un hombre de pelo lila claro, de facciones suaves, hizo una mueca con su boca al ver que Sano no se removía de su posición, tosió enseñal de llamar la atención y luego habló. 

─ Sano Manjiro... buen día, quise venir yo mismo a presentarme. 

Avanzo un par de pasos a la cama donde se encontraba el rubio hecho una bolita temblorosa.

 ─ Mi nombre es Mitsuya Takashi y seré tu medico psiquiatra. 

Se acerco un par de pasos mas hasta llegar a la cama, miró curioso como Mikey mantenía cerrados los ojos con mucha fuerza, tomó una esquina de la frazada y lo tapó cubriendo su espalda y hombro totalmente.

 ─ Puedes enfermar, pediré que regulen mejor la calefacción.

Entonces Mikey le dedico una tímida mirada, casi como signo de agradecimiento, porque era el acto mas humano que había recibido en mucho tiempo, entonces Mitsuya se la devolvió, aclaró su garganta con la intención de decir algo, pero por el contrario, solo quedo en silencio, porque sentía su lado humano removerse, luego de que por tanto tiempo se sintiera desinhibido totalmente en sus sentidos, al exponerse diariamente con pacientes psiquiátricos, pero el rubio era diferente, él mismo lo veía no era necesario preguntarle mucho.

Y fue así como Sano Manjiro comenzó a convertirse en su paciente favorito.  

𝗌𝗎𝗂𝖼𝗂𝖽𝖺𝗌 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora