Simpatía
Manera de ser y actuar de una persona que la hacen atractiva y agradable a las demás.
"Su mejor virtud es su simpatía"
O eso es lo que describían quién me conociera. La niña educada, ojos de cierva, corazón bondadoso, apacible y afectuosa.
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Las luces de las velas serpentean por la energía turbia rondando la habitación. La magia de Katherine se desata ofensiva a su alrededor. Igualando el estado de ánimo asesino e intranquilo de su dueño.
Pasaron varias horas del desafortunado e inoportuno encuentro con los hermanos Mikaelson. Dos rostros familiares y sangres cantantes no se pueden ocultar por mucho tiempo, no del vicioso mundo sobrenatural, no de los supuestos males. No de los Mikaelson; principales cazadores de Petrovas.
Y Katherine maldice al maldito balance natural del mundo. Malditos sean Silas y Amara. Maldita sea Esther Mikaelson y sus hijos.
Suspira cuando sus esfuerzos llegan a nada y su mente se llena de pensamientos intrusivos.
El frío particular de la magia negra ronda el ambiente.
Una voz femenina y ronca resuena en la parcialmente, solitaria habitación.
-Si tengo que aguardar a tu llegada hasta que te concentres en ello, me haré más vieja de lo que estoy.- Asegura con un deje insatisfecho.
Resopla entre dientes. Y mantiene los ojos cerrados. Concentrando sus sentidos en los pasos fantasmas.
Pero abriéndolos de repente cuando siente un peso sobre las tablas. Estaba allí, en carne y hueso.
Lucy se mantenia de pie, su postura era gloriosa y su sonrisa cruel.
Toma asiento frente a ella, entre los almohadones y edredones que Lucy ocupaba anteriormente.
-Mi día no fue mejor que el tuyo de echo...- Expone Katherine. Su cabello chocolate arrimandose a un lado, enmarcando su rostro.
Sitúa un mechón detrás de su oreja.
Qetsiyah borra su sonrisa mirándola agudamente;-Eres bastante valiente pequeña sombra. Personas como tú, murieron por mucho menos.- Sisea la voz de Lucy, tomando entre sus dedos el pabilo encendido y frotandolo entre ellos.
Entrecierra los ojos cuando no se detiene en ese. Sigue con el de a lado, el de enfrente, el de su costado...
La luz de la habitación se va atenuando terroríficamente, como si fuera un bunquer completamente aislado del exterior y las llamas miniaturas fueran su único salvavidas de la oscuridad.
El recuerdo de su claustrofobia se manifiesta en pequeños Flashbacks de su vida anterior. No eran lindos recuerdos, los trataba de mantener allí como un mal momento, pero recuerdos que aprendes a superar y atesorar al fin y al cabo, cuando los nuevos se superponen.
Una sensación punzante y alarmada, eriza los vellos de su nuca.
Levanta los ojos a la altura de los ajenos. Parcialmente iluminado por el último par encendido. Dando una imagen entera y dorada del rostro de su amiga.
-¿Es completamente necesario hurgar en mis recuerdos?- Fuerza la salida fuera de su cabeza con un gruñido.
-Nunca tengo suficiente de ti...- Ofrece la morena. Burlándose, rondando el último pábilo entre dedos.
