†007

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"Porque Dios crearía el placer y lo llamaría pecado?"

Narra Joseph:

Su vista estaba sobre mi, era tranquila y su cuerpo temblaba por el frío al igual que el mío.
No tardamos en llegar a mi casa, estaba cerca de la capilla y mi piel se erizó al mirar la cruz...

Lo siento tanto, he fallado.

Entramos de inmediato y comencé a buscar en mi cuarto algo para que ella se quitara la ropa mojada.
Mi buzo seguramente le quedaría enorme pero es lo único que puedo ofrecerle, encontré unos shorts deportivos y volví con ella.

-Quieres tomar una ducha caliente y luego cambiarte? Así te sientes mejor- ofrecí

-Esta bien, se lo agradezco mucho- sonrió leve y tomó la ropa de mis manos

De nuevo esa corriente golpeó mi cuerpo al sentir como sus manos rozaron un poco mis brazo, solo pude sonreírle y enseñarle dónde quedaba el baño.
Ella entró en silencio y pronto sentí el agua caer, mi mente fue a lugares oscuros mientras ella estaba ahí pero los borré de inmediato.
Preparé dos tazas de café en lo que ella no estaba, no tardó demasiado y cuando la ví quise reír por lo grande que le quedaba la vestimenta.

-Es enorme- ella se miró

-O tu eres demasiado pequeña- le acerqué una taza

-Gracias- ella la tomó y sonrió

-No sé si está demasiado caliente o no tan dulce, realmente lo hice como me gusta a mi pero puedes agregarle algo si deseas- ella bebió un poco

-Asi está bien padre, no se preocupe- tomó asiento en una de las sillas

-Esta bien, podrías esperarme? Quiero darme una ducha- ella asintió mientras bebía de la taza

Mi cuerpo se relajó cuando el agua caliente lo tocó, no deseaba demorar porque ella estaba sola esperándome.
Pensé en todo lo que estaba fallando y pensaba en porque no me sentía culpable de ello.
Ella provocaba mil cosas en mi pero yo ya elegí mi camino hace años y ella estaba destinada a otro hombre.
Volví con ella y la miré, sus ojos estaban agotados mientras miraba la biblia sobre mi mesa.

-Te parece bien si pongo en la lavadora tu ropa?- llamé su atención

-Si, lo ayudo en algo?- ella vino a mi

-No, solo debo meter la ropa y activarlo- tomé mi ropa y la suya

-Entiendo- sonrió leve.

-Ven, debes dormir un poco- hablé cuando terminé con la ropa

Ella me siguió tomando mi mano y abrí la puerta de mi habitación, miraba todo con atención y yo abrí la cama para que pudiera dormirse.

-Sé que no tengo los mejores lujos como estás acostumbrada pero...- ella me detuvo

-Es muy lindo aquí, se ve tranquilo- me miró y sentí algo en mi estómago

Quédate conmigo...

-Gracias- le sonreí y ella se sentó en la cama

-Puede quedarse hasta que me duerma?- pidió

-Si, aquí estaré- dije suave 

Me senté en la orilla mientras ella me miraba, mi cabeza alucinaba con cosas imposibles y ella sonreía como si fuera que estuviera en mi mente.
Mi mano se atrevió a tocar la suya y ella cerró los ojos, su piel era como tocar lo más suave de este mundo y pensé en como un idiota tendría esa satisfacción de hacerlo cuando se casen...
Entonces ella me miraba de nuevo y no podía aguantarme más, necesitaba volver a besarla

Al menos por esta noche.

Mi mano paso por su pierna y mis ojos se cerraron ahora, recorría cada parte de su cuerpo y quería más... Pero ya no era ese calor o necesidad de satisfacerme...
Ahora me encontraba con la yema de mis dedos acariciando debajo de la tela, su cuerpo tenía la temperatura perfecta.
Su respiración era lenta, apreté su cintura un poco y ella arqueó un poco su espalda, mi cuerpo se subió sobre ella.

-Lo necesito- acarició mi rostro

-Te necesito- susurré sobre su boca

Su beso fue dulce, lento mientras ella puso su mano en la parte trasera de mi cuello, mis manos de nuevo se encontraban en sus piernas poniéndolas en la altura de mi caderas.
Era lento, tan suave como ella... Quite el buzo y su piel se erizó pero no sé separó de mis labios, quitó ahora mi polera.
Ardía demasiado nuestro contacto pero era placentero, nisiquiera necesitaba estar dentro de ella para disfrutarla.

PECADO // Joseph Quinn+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora