†009

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"Eres presa fácil del diablo, cordero"

La mañana cayó rápido, el sol iluminaba la pequeña habitación y me sentía rara pero de una buena manera.
Mis ojos aún pesaban pero los abrí poco a poco, me encontré con los del padre, me observaban y me sonrojé.
Debía volver a casa o esto empeoraría, conocía como eran las cosas y como mis padres se manejaban.

-Buenos días- susurró él

-Buenos días- me tapé un poco porque la mañana era fresca

-Te sientes bien?- me miró

-Demasiado, y usted?- se acercó un poco más a mi

-Nunca dormí tan bien- sonrió y acaricié su brazo

-Debo volver a casa- lo miré

-Lo se pero no quiero que te hagan nada- habló

-No sucederá nada, lo prometo- me acerqué a sus labios

-Puedes llamarme si quieres salir de ahí- me besó, fue lento y delicado...siempre lo era

-Gracias por todo- continué el beso

Era adictivo estar con él, nubla mi cabeza y alivia cualquier dolor.
Me cuidaba, hacía caricias sobre mi cuerpo y me besaba, unay otra vez repetía lo bonita que me veía al despertar.

No te hagas ilusiones, solo es una fantasía

Decidimos levantarnos y usé mi ropa que ya se encontraba seca, él preparó un poco de café con tostadas y nos sentamos a desayunar, no había mucho de que hablar entre nosotros pero tampoco era incómodo estar en silencio mirandonos.

-Como saldré? Digo porque alguien puede verme- suspiré

-Tranquila, casi nadie pasa por aquí a no ser que haya misa- tranquilizó

-No puedo llegar contigo a mi casa, mi madre va a enojarse- lo miré

-Por que no confía en mí? Sigo siendo un sacerdote- su palabra me golpeó

-Solo déjame unas cuadras antes y yo inventaré algo- él asintió

Obvio que estoy consiente de lo que es, de que ya eligió su vida pero aún tengo la esperanza de que pueda... Es que su manera de mirarme, su manera de acariciarme y besarme, ser tan dulce.
No pasó mucho cuando ya estábamos en el auto, el viaje era silencioso porque ya no sabía que decirle.

-Tranquila, todo estará bien- cortó el silencio

-Lo se, no sucederá nada- mentí

-Quiero decirte que eres hermosa- llegamos al destino acordado

-Gracias por lo de anoche- sonreí

-No me arrepiento de ningún segundo que estuviste conmigo- aclaró

-Yo tampoco, te veré mañana en la misa- sonreí

-Espera- abrió su camisa y sacó su rosario -Es mi forma de cuidarte- lo puso en mi cuello

-No es necesario- sonreí acariciando el collar -Pero me gusta mucho-

-Quiero besarte de nuevo- su mano jugaba en mi pierna

-No podemos- susurré

-Lo sé- sonrió y yo bajé el auto

Se despidió y yo caminé hasta casa...
El miedo me invadió cuando la que abrió la puerta fue mi madre.
No puedo nisiquiera decir que me hizo, mi cuerpo dolía y el contacto con el agua quemaba, no dejé de llorar y quejarme porque hasta el roce con la misma ropa dolía.

Dios, perdóname.

Narra Joseph:

No estaba tranquilo, llegué a mi casa y moría por llamar a su casa para saber si estaba todo en orden pero que diría si su madre atendía o tal vez si padre.
Limpié mi casa, lavé las sábanas y en mi almohada aún seguía su perfume, quizás ahora sí me golpeó la culpa.
Leer la biblia no ayuda mucho, así que llamé a mi hermano para que venga a verme.

-Una llamada tuya? Dime qué ya dejaste la iglesia- bromeó mi hermano mayor

-Necesito hablar contigo- hablé

-Esta todo bien?- se preocupó

-Si, o tal vez no, no lo sé- hablé

-Iré, dame un momento- dijo

-Te esperaré aquí- suspiré y corté la llamada

Seguía demasiado inquieto, no sabía que hacer y tomé el teléfono fijo de la casa.
Respira, hazlo y actúa normal si son ellos, que puede haber de raro con que llame un sacerdote?..

-Hola?- sentí su voz

-____, soy el pad... Soy Joseph, cómo estás?- sentí el ruido de una puerta cerrarse

-Yo estoy... Bien- su voz tambaleó un poco

-Que te hicieron?- pregunté

-Nada, solo estoy castigada- dijo -Debo cortar porque me están buscando- suspiró

-Estas demasiado rara- dije

-Solo quiero volver a verte- susurró

-Te veré mañana, encontraremos la forma de...- escuché un golpe y el teléfono se cortó

PECADO // Joseph Quinn+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora