†006

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Levítico 18:20

"No te acostarás con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella"


Cada palabra me dejó rota, las lágrimas amenazaban con salir y él detuvo el auto cerca de un lago que estaba alejado de cualquier hogar.
Bajó primero y luego me abrió la puerta, todo fue en silencio... Eso lo hacía más incómodo.
Me guió hasta el muelle y ahí puso una pequeña manta que trajo desde su auto.
Nos recostamos sobre ella y ninguno se atrevió a decir nada, el cielo estaba nublado y se iluminaba con algunos relámpagos

-Padre...- susurré y él me miró

-Te escucho- habló tranquilo

-Iré al infierno?- mi voz tembló

-Creo que el infierno es pertenecerle a un hombre como tu prometido- dijo seguro

-Si es por eso, creo que el infierno es estar enamorada de alguien que ya eligió amar a la iglesia y es prohibido- mencioné 

-Entonces espero encontrarte en el infierno- volteó su cuerpo de costado para mirarme

-Lamento haberlo puesto en tentación- me volteé como él y ahora nuestros cuerpos estaban cortos centímetro

-No deseo hablar de eso ahora, quiero saber cómo te encuentras- mencionó poniendo su mano en mi mejilla

-Odio mi vida, ya sabe que voy a casarme con un idiota- él asintió

-No lo hagas- Susurró

-Y ser la vergüenza de mis padres? Quizás que me golpeen solo porque es de dinero y tengo que...- él me interrumpió

-Te golpean?- preguntó y yo asentí -Que les pasa por la cabeza?- se enojó

-Ya no importa, me he acostumbrado a eso- dije suave

-No, no debes acostumbrarte a esa mierda- se sentó y yo me levanté acercándome de rodillas

-Por favor, relájese- toqué su hombro

-Tu prometido te ha levantado la mano?- preguntó

-Yo lo entiendo, no quería tener relaciones con él y...- volvió a interrumpir

-Por que tratas de justificarlo? Es un enfermo- me miró

-Lo sé pero no puedo ir en contra de mis padres- susurré y él volvió a mirarme

-Que puedo hacer?- preguntó

-Hablarme de ti... Sácame esos pensamientos- él tomó mi mano mientras yo hablaba

-De mi, que puedo decirte de mi? Mi cumpleaños es el 26 de enero y no soy hijo único- habló mientras yo me sentaba junto a él

-Tienes comidas favoritas?- sonreí

-mmm si, un sándwich de atún con mayonesa?- hice un gesto de asco

-Oh vamos, es de verdad?- él asintió

-Me gusta este lugar y eres la primera persona que lo conoce, lo descubrí hace tres años cuando mi mascota de perdió- me miró a los ojos y era hipnotizante

-Lo siento mucho- quité la mirada y sentí como todo a nuestro alrededor comenzó a gotear

-Tengo la teoría de que la lluvia suele curar las heridas- un trueno sonó demasiado fuerte -Le temes?-

-No, pero vamos a enfermarnos porque hace frío- sonreí viendo cómo su camisa se empapaba

-Eres tan dulce- su mano corría mi pelo empapado

Su caricia corría hasta mi cuello y me acercaba de a poco, mi corazón martillaba pero no podía oírse por la tormenta.
Sus labios temblaban al igual que los míos, se rozaban poco a poco tratando de buscar la manera para conectarse.
Lo hizo, su boca se unió a la mia y mi cuerpo temblaba por el frío, el agua helada golpeaba nuestras caras pero no nos detuvo...
No era un beso caliente, sentí que curaba toda herida que los demás habían causado

Eres acaso un ángel?

El aire nos comenzó a faltar y nos separamos, su frente quedo pegada a la mía y su sonrisa se dibujo en el rostro.
Volvimos al coche y entramos en él, mientras lo prendía para poder ir a su casa.

PECADO // Joseph Quinn+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora