Anormal

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Lauren arrugó la nariz, señalando a su reflejo en el espejo. No conseguía ver nada anormal.

Por supuesto, ella sabía que era un poco más pálida que el nivel de la gente de su ciudad y no tenía el cuerpo de una modelo, pero, fuera de eso, ella no conseguía entender lo que tenía tan anormal.

Se frotó los ojos, frustrada por ya sentir las lágrimas escurrir. "Para de ser anormal,"
susurró sin desviar la mirada del espejo.
Su respiración ya irregular, gotas de sudor esparcidas en su frente. Con el ceño fruncido cuando sintió algo incomodo en el pecho.

Como un apretón, un dolor. Frotó las manos es la región, aún por encima de la blusa, como si quisiera aliviar la sensación hasta entonces desconocida por ella.

Con las manos agarrando la tela de su propia blusa, se levantó y volvió a acostarse en la cama, vacilante. Al acercarse a la latina aún dormida, cerró los ojos con fuerza, tratando de controlar el llanto del cual no sabía motivo.
Sin embargo, el esfuerzo para que Camila no se despertara fue en vano.

Los de ojos castaños poco a poco despertó. Tanto por la falta de los brazos de Lauren alrededor de su cintura, tanto por los lloriqueos y tirones de aire por los dientes viniendo de la misma.

"¿Lauren?" Murmuró mientras se restregaba los ojos, confusa.

La mayor permaneció con los ojos cerrados, pero su expresión se suavizo cuando escucho la voz de la latina.

"¿Eh?" Camila acarició la cara sudorosa con el dorso de la mano, "¿Qué paso?"

"Te amo," las palabras prácticamente tropezaron fuera de su boca. "Te amo, Camz. Te amo mucho."

Los brazos pálidos y ligeramente temblorosos envolvieron el cuello de la chica joven, tirando de ella lo más cerca posible. Un pequeño suspiro salió de los labios de la latina como se perdió en la intensidad verde, los ojos tan brillantes transparentaban cierta desesperación y confusión.

"Te amo mucho más," deposito un largo beso en la frente de la mayor, sonriendo para ella al acariciar sus mejillas con la punta de sus dedos. "Mucho más de lo que puedes imaginar."

Lauren se sentó, los talones sirviendo como apoyo para la parte trasera de sus muslos. Sus manos tomaron posesión de Camila delicadamente, y entonces ella se inclinó para sellar rápidamente sus labios.

"Imagino mucho, porque te amo mucho, mucho," dijo con la típica sonrisa avergonzada jugando en la comisura de sus labios.

Sonrisa de la cual Camila estaba perdidamente enamorada.

Sonrió puro, delicado, sincero y un tanto ingenuo. Aquella ingenuidad de la cual Camila no sentía culpa por haber caído enamorada.

No más.

Sonrisa que también era capaz de hacer a Camila sonreír sin el menor esfuerzo. Sonrisa especial.

"Camz, estás mirando mucho," giró el rostro, tímida.

"Lo siento," murmuró, sus mejillas ardiendo con el rubor instantáneo.

Lauren se rió entre dientes, pero asintió.

"¿Puedo hacer una pregunta?" La latina suspiró.

"Sí," la mayor frunció el ceño, frotando las palmas de la mano en sus muslos.

"Yo- es que... sólo quería saber porque no te gusta mirar a los ojos. Eso siempre me dejo... confusa."

Lauren parpadeó, desviando la mirara a cualquier lugar que no fuera la latina. Sus dedos comenzaron a jugar entre sí, en un intento de organizar mejor sus pensamientos.
"Cuando tengo que mirar a los ojos a alguien, siento que... que la persona está viendo lo que pienso y los pensamientos son mío y... y nadie más puede verlos, son míos. No quiero c-com... compartiros con nadie."

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