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¡Buenas!

Es increíble, ¡pero sigo viva!

Lamento haber desaparecido así de la nada, realmente disculpenme. Espero que aún sigan recordando algunos fanfics de esta cuenta, sobre todo este al que le tengo bastante cariño.

Luego de dos años, al fin, ¡actualización!

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—  Oikawa.


Cuando el aludido oyó la voz grave de Iwaizumi desde el marco de la puerta de su propia habitación volteó para sonreírle a modo de disculpa, aún sentado en la cama. Iwaizumi se había recostado en la entrada del cuarto, los brazos cruzados y el ceño fruncido en una expresión que más que enojo demostraba frustración y por qué no, nervios.

Iwaizumi estaba nervioso y eso disparaba la incertidumbre de Oikawa hacia la estratosfera. Quizás era por eso que se resistía a soltar el teléfono celular o a colgar la llamada, más de media hora después.

Ya había pasado una semana del incidente idílico del jefe de Akaashi y la aventura del calabozo, como a él le gustaba llamarle - término que había tenido que censurar al despertar la ira de Iwaizumi cada vez que lo mencionaba - y todo parecía haberse acomodado bastante bien.

Bueno, al menos una semana de paz, no iba a pedir demasiado estando rodeado de semejantes personajes; Hinata no había vuelto a discutir con Atsumu luego de aquella vez y la trifulca en la que se había visto envuelto el armador al acompañar a Bokuto no había hecho sino afianzar aún más el cariño que Hinata le tenía, lo que ponía orgulloso a Oikawa al darse cuenta que el enano ya no tan enano reconocía el esfuerzo de su pareja en la lucha por el amor y la justicia. Bokuto y Akaashi no habían dado señales de vida hasta 3 días después del problemita en la editorial, pero a nadie le importó realmente. Nadie se preocupó por sus vidas, intuyendo por dónde venía la cuestión de la desaparición. También ellos, como ya se sabía de antemano, parecían comenzar una relación prolífica e intensa en la que, por suerte, Oikawa no tenía injerencia.

No había quedado registro del pasaje de ninguno de ellos por la departamental y la ley les había perdonado la vida. O Daichi Sawamura, que a fines prácticos era lo mismo. "El héroe" como solían llamarle aquellos últimos días, había logrado archivar la causa y estancar la denuncia formal que había realizado el jefe de Akaashi contra todos ellos. El ex jefe. Oikawa no sabía si aquello se catalogaba como abuso de autoridad para el resto de los mortales, pero él prefería llamarlo "justicia"; de rebote, Hinata le había estado contando en aquella llamada interminable que, al no haber podido asesinarlo con los puños, Bokuto había insistido en hacerlo a través de la vía legal y estaban en tratativas de convencer a Akaashi para que realizara la contra denuncia.

Suspiró, dándose la vuelta y encarando otra vez la pared de tonos claros de la habitación de Iwaizumi; mientras Hinata seguía hablando y hablando como si no necesitara respirar, Oikawa de dedicó a observar los detalles en la pared, la cortina donde en alguna oportunidad una cucaracha había intentado quitarle la vida o las frazadas un tanto arrugadas de la cama que compartía con Iwaizumi, alisándola con una mano en un acto mecánico.

Porque todos habían tenido un final bastante feliz que contar, salvo ellos dos. Bueno, tampoco podía quejarse. Luego de la conversación previa a la catástrofe en el vehículo de Iwaizumi y de la aventura del calabozo, habían tenido que hablar. Por supuesto, aquello había costado al menos 72 horas en concretarse porque, como siempre, ambos se habían estado comportando como niños pequeños.

Chacal NegroWhere stories live. Discover now