5

875 124 170
                                    

¡Buenas! Primero que nada, muchísimas gracias por todo el apoyo! Esta historia, si ya de por si era complicada, con Oikawa de por medio promete sangre (?) Me alegro que les vaya gustando y sepan que leo todos sus comentarios, los cuales me llenan de felicidad :'')

¡Aquí vamos! De más está decir que me estoy riendo mucho escribiendo éstas escenas xD

-------------------------------------------------------

-------------------------------


— ¿Puedes por favor, callarte un sólo segundo? Tampoco me estás dejando oír, Mierdakawa.

Iwa-chan, estoy poniéndome ansioso. Tus técnicas de espionaje dejan mucho que desear, sabes. Yo debería estar ahí.

— Es la décima vez que me dices eso, ya estoy harto.

Iwaizumi le estaba echando la culpa a Oikawa de que no estaba dejándole oír las conversaciones ajenas en aquella fiesta de los mil demonios, pero en realidad, lo que le impedía aguzar el oído, era la música fuerte que se había instalado para quedarse hacía ya más de media hora. Con la música, desgraciadamente, había subido el nivel de alcohol y la frontalización ya alta de algunos presentes y con eso, el mal humor de Iwaizumi.

Oikawa lo había llamado para "hablar" hacía unos diez minutos, aproximadamente. En una primera instancia, Iwaizumi había decidido no atender la llamada porque sabía qué era lo que quería en realidad. Se había prometido a sí mismo no comentarle nada relevante de lo que viera u oyera en aquella fiesta, pero luego de presenciar el casi enfrentamiento a golpes entre Atsumu Miya y Kageyama hacía más de una hora, se dijo que eso sí era algo digno de compartir con aquel metiche insufrible, por muy chismoso que se viera él mismo. Sin embargo, más allá de las cosas extrañas y turbias que estaba viendo a su alrededor, había decidido levantar la llamada porque sabía lo pesado que podía volverse Oikawa si justamente él no atendía el teléfono.

Y una pizca de intuición, aparte de todo aquello, le decía que tenía que atender la llamada. Tenía un mal presentimiento.

— ¿Y bien? ¿No ha corrido sangre todavía?

— Ya te dije que no.— Iwaizumi se alejó un poco de la barra improvisada para acercarse al patio trasero, abriendo una puerta y saliendo un poco al exterior. Respiró aliviado, soltando un gemido de dicha al salvar a sus oídos de aquella saturación acústica.— Más allá de lo que te conté, nada.

Iwa-chan, ¿qué fue eso?

— Qué cosa.

Ese sonido sugerente.

— Púdrete. Salí al jardín trasero, no soportaba más ese bullicio.

¡Pero vas a perderte el chisme! Voy a enviarle un mensaje a Hinata, por si acaso.

— Veo todo por la puerta, Basurakawa. No pierdo a nadie de vista, maldición, las cosas que hago por ti.

Todo porque me quieres, Iwa-chan.

— Porque no quiero soportar tus reclamos luego. Ahora dime.— Iwaizumi carraspeó mientras se bebía un poco de cerveza, sus ojos perdidos entre la gente dentro de la casa.— ¿Hay algo que quieras decirme?

Nada.

— Y una mierda.

Por un momento, Iwaizumi casi creyó que Oikawa había terminado la llamada. Lo único que oía era la música fuerte ahora amortiguada por la puerta de vidrio, pero del otro lado de la línea, ni siquiera podía escuchar la respiración del otro, lo cual lo puso nervioso. Y eso aceleró el estado de ansiedad y agresividad que llevaba dentro, porque algo sucedía.

Chacal NegroWhere stories live. Discover now