12 | old days

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El ambiente era muy diferente al de la última vez. Este era un poco más ligero y cómodo para ambos.

Luke era quien conducía, Juliette parecía no estar muy interesada en buscar algún vehículo para moverse por sí sola en la ciudad. A su familia y amigos le resultaba un poco irónico que su familia fuese dueña de una inmobiliaria de autos y tuvieran una propia marca de automóviles y la hija del dueño no supiera manejar.

Antes de subir al auto Juliette le había dicho a Luke que debían de volver a ese restaurante italiano al que él la había llevado antes, que aquel olor la había dejado tan enamorada que después de irse quiso regresar sólo para probar un platillo.

Luke por supuesto estuvo de acuerdo con ello. Él en cambio si había probado la comida y había quedado más que fascinado.

Las ventanas estaban a la mitad por lo que el aire frío de la noche entraba al auto relajando un poco más el ambiente. Ver a Luke conducir por la carretera oscura siendo iluminada por algunos autos le hizo recordar a Juliette viejos tiempos.

Recordó cuando Luke solía pedirle el auto a su padre para salir con Juliette y recorrer su barrio y otros cercanos o simplemente dirigirse a algún lugar cercano. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar a ese Luke de dieciséis con aquel cabello rubio desordenado y esa sonrisa encantadora.

Aquella sonrisa que él seguía teniendo intacta.

Ella no fue la única que tuvo esa clase de memorias, Luke también las tuvo. Sólo que un poco más íntimas.

Recordó la sensación que los dedos de Juliette dejaban en su piel cuando intentaba tomar su mano de manera discreta para entrelazarla o cuando en momentos cualquiera ella se acercaba y le daba un beso fugaz.

Recordaba cada mueca de su rostro cuando intentaba convencerla de conducir unas cuadras y ella siempre se negaba, también el color carmesí de sus mejillas cuando al abandonar el auto, él la acorralaba contra el mismo y hablaba con ella estando demasiado cerca.

—Luke estás por pasarte el restaurante —dijo ella sacándolo de sus pensamientos.

—Diablos —masculló—. Es cierto.

Luke puso su direccional para poder acceder al estacionamiento del restaurante que a diferencia de la vez pasada estaba un poco más vacía. Después de aparcar el auto ambos lo dejaron junto a sus cosas de trabajo llevando consigo lo más importante.

El lugar era tan cálido como Juliette lo recordaba, el recibimiento fue igual de atento que la primera vez. Los dirigieron a una mesa, los dejaron unos minutos y después les tomaron la orden sin tener algún inconveniente.

—¿Qué tal estuvo su día? —preguntó Luke para tratar de romper el hielo.

—Estuvo bastante bien, sabes, creo que no es necesario que nos hablemos tan formal ahora —dijo Juliette en forma de sugerencia, aunque le gustaba la forma en la que esas palabras se escuchaban viniendo de él—. ¿Qué tal estuvo el tuyo?

—Bastante movido y ocupado, veo porque cuando la oferta de trabajo llegó a mi empresa en Estados Unidos muchos lo pensaron para aceptarlo. Tú empresa tiene muchas actividades publicitarias.

—Así es —sonrió ella—. Aunque no es mía, es de mi padre.

—Tienes razón, la empresa del señor Harrington.

Ella no consideraba la inmobiliaria como suya aún, pues su padre seguía siendo el dueño y ella no lo sería hasta que él decidiera jubilarse y pasarle el legado a su única hija.

La conversación comenzó a fluir con mucha normalidad después de aquella pregunta, hacían preguntas al azar y continuaban hablando hasta que se sentían un poco más en confianza.

—Veo que aún sigues teniendo esa fascinación por el café.

—El café es mi vida —dijo ella, aunque era muy consciente de lo dañino que podría ser para ella, claramente no quiso añadir y decirle al chico el problema que tenía con la cafeína.

—Eso fue exactamente lo que me dijiste cuando nos conocimos, recuerdo que eras una niña que adoraba el café como una moneda de plata.

—Esa es una gran comparación —Juliette sonrió.

—Lo siento, no sé me ocurría otra cosa.

Su conversación se vio interrumpido por la llegada de su cena, la mesera puso sus ordenes en la mesa y deseándole un buen provecho a la pareja.

—Dios mío, esto luce delicioso —mencionó Juliette observando su plato.

—Y es mucho más delicioso de lo que parece, este lugar realmente es muy bueno.

—Esto aumenta mis expectativas.

—Estoy seguro de que este lugar cumplirá con tus expectativas.

Escuchar eso hizo que Juliette tuviera muchísimas ganas más de probar su comida así que no perdió el tiempo y le dio el primer bocado deleitándose con el exquisito sabor de la comida, se sintió en las nubes al probar el platillo.

Luke realmente acertó. Cumplió con las expectativas de Juliette.

El rubio la vio probar y disfrutar del sabor de la comida, observó como sus ojos se cerraban disfrutando del momento y cómo mientras masticaba tenía un pequeña sonrisa, eso le hizo recordar a cuando estaban en su primer año de secundaria y el chico metió unas hamburguesa de contrabando para comer con la pelinegra ya que la comida que servían en la cafetería dejaba mucho que desear.

—Esto se siente cómo estar en el cielo —masculló con los ojos cerrados.

Luke no respondió tan sólo sonrió sabiendo que ella no podría verlo, entonces sus ojos se abrieron y le devolvió la sonrisa al chico.

—Tenías razón, esto ha superado mis expectativas.

—Me alegra escuchar eso, hace años que no venía a este restaurante —dijo él—. Regresé por primera vez esa noche que viniste conmigo.

—Siendo sincera había visto este restaurante siempre que iba al hospital a ver a mi madre —mencionó dejando de verlo y concentrarse en la comida—. Jamás pensé en detenerme y pasar a probar su comida.

Juliette no solía hablar mucho de esos años, en especial en el año en que su madre enfermó y estuvo varios meses en el hospital. Cuando Luke mencionó a la madre de la chica la primera vez que tuvieron una conversación más larga no pasó por su mente que ella había fallecido. Esa noticia le impacto tanto, antes de irse a Estados Unidos y cuándo aún era amigo de Juliette, le había tomado cariño.

Luke estaba bastante indeciso por si debía o no preguntarle a Juliette lo que le había pasado a su madre, no sabía con exactitud cómo se encontraba la chica por aquella situación y lo que menos quería en ese momento era hacerla sentir mal o triste al recordar algo que seguramente fue muy difícil para ella.

La pelinegra siempre fue muy unida a su madre, su relación era mucho mejor que a la que siempre ha tenido con su padre, ella era muy diferente. Diferente a su padre, a sus tías, primos y su familia en general. Ella era única.

—¿Cómo estás?

Para Juliette no fue necesario preguntar a que se refería el rubio, ella lo sabía perfectamente. Levantó la vista para encontrarse con su mirada azulada, pudo percibir la tristeza y preocupación ella.

—Mentiría si digo que bien —le dio una sonrisa llena de tristeza.

—Realmente siento lo qué pasó Julie...Charlotte era una gran persona —deslizó su mano por la mesa hasta tocar los nudillos de la pelinegra—. De verdad lo siento mucho.

Luke pensó que en ese momento ella alejaría su mano, pero al ver que no lo hizo tomó un poco más de valor y puso su palma sobre el dorso de su mano. Juliette tuvo que retener sus lágrimas, no quería llorar ahí.

Aunque mientras intentaba alejar esas ganas inmensas de romperse en llanto, recordó aquella sensación tan reconfortante de abrazar a Luke y llorar hasta que no pudiera hacerlo más. Y entonces se pregunto:

«¿Sus brazos aún seguirá sintiéndose de esa misma manera tan reconfortante?»

𝑺𝒂𝒕𝒆𝒍𝒍𝒊𝒕𝒆 | luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora