14 | the small world

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Juliette se había quedado estática en su lugar mientras que su amiga se dirigía hasta donde estaba el rubio. Se sentía muy confundida acerca de lo que estaba pasando en ese momento.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, ninguno de los dos dudó en saludarse con un abrazo fraternal.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntaron ambos al mismo tiempo haciendo que rieran.

—Responde tú primero —dijo Willow aún sonriendo.

—Trabajo aquí, es de manera temporal, pero me ha servido para regresar a casa. Tu turno, ¿qué estás haciendo aquí?

—También he decidido regresar a casa. No puede ser, ¿cómo no pude suponer que eras de Australia por tu acento tan marcado? Me siento algo idiota.

Juliette parpadeó un par de veces sin creer lo que sus ojos estaban viendo en ese momento. Luke y Willow parecían conocerse bien. Demasiado bien.

Desde donde ella se encontraba apenas podía escuchar su conversación, además de que su sorpresa la tenía aturdida aún. En ningún momento se le pasó por la mente que una de sus mejores amigas conociera a su ex novio dela adolescencia. Sin duda no lo esperaba. Juliette los observaba conversar tan calmados hasta que Willow volteó a verla haciéndolo que Luke también se fijara en ella.

Y se quedó aun más atónita cuando Willow la señaló y le hizo una para que se acercara. La pelinegra no tuvo de otra más que acercarse hasta donde ellos estaban parados. Luke le dió una sonrisa al igual que Willow, mientras que ella permanecía seria.

—Ella es una gran amiga mía —comenzó Willow, pero fue detenida por Luke.

—No es necesario que nos presentes, conozco muy bien a Juliette.

—Mierda...es cierto trabajan en el mismo lugar, es lógico que se conozcan.

—De hecho nos conocemos desde mucho tiempo atrás, no es nada reciente.

—¿De verdad? —preguntó la chica viendo a su amiga.

Juliette no estaba tan segura si debía decirle que Luke había sido su novio en la adolescencia o sólo decirle que lo que él estaba diciendo era verdad. Pero al final no hizo ninguna de las dos, se limitó a responderle con un asentimiento de cabeza.

—Pero que gran coincidencia —Willow les regaló una sonrisa a ambos.

«Y si que lo es...», pensó la pelinegra sin dejar de ver al rubio que tenía la mirada fija en ella desde que se acercó.

Por alguna razón el ambiente se volvió un poco incómodo y todos se dieron cuenta de ello, por lo que apresuradamente Willow se despidió de su amigo e hizo lo mismo con Juliette para irse del edificio y volver con Mason que seguía esperándola en su auto. Dejándolos completamente a solas y sin saber que decir.

—Tengo que ir a trabajar —mencionó Juliette para después pasar a su lado y comenzar a alejarse de la manera más rápida de él.

Luke se giró para verla alejarse hasta que se subió al elevador. Él se quedó en el mismo lugar sin moverse, tan sólo pensando en lo que acaba de ocurrir, le parecía de cierta forma escalofriante las coincidencias que tenía su vida con la de Juliette.

Juliette se había convenido de que su época de incomodidad con el rubio había pasado después de haber ido a cenar juntos, pero ahora, después de verlo hablar con Willow supo que no era del todo cierto.

Antes de entrar a su oficina saludó a Lidia, cerró la puerta detrás de ella y recargó su espalda en la misma, su respiración se había agitado, por los que durante ese momento trato de normalizarla.

«Aún sigues causando caos en mi vida Luke Hemmings».

La pelinegra trató de relajarse un poco y distraerse con su trabajo, para dejar de pensar en que ahora que Willow sabía que tenían una amistad en común, la interrogaría para saber acerca de su relación con el rubio. De eso estaba segura.

El ligero toque en la puerta de su oficina le aviso a Juliette que Lidia quería comunicarle algo, por lo que rápidamente la hizo pasar.

La chica se paró frente al escritorio de su jefa y con una sonrisa amable le informo que ya era la hora de la comida y si ella no tenía algún inconveniente quería salir con un chico a comer.

—Lidia no tienes porque pedirme permiso —dijo con un tono suave—. Puedes ir a dónde tú desees en tu hora de comida, así que diviértete y pasatela bien en tu comida —le dió una sonrisa.

—Muchas gracias señorita Juliette.

—Sólo llámame Juliette.

Juliette venía pidiéndole aquello desde que habían comenzado a trabajar juntas, pero Lidia no se sentía capaz de tomar esa libertad y llamar a su jefa por su nombre de pila.

Lidia se despidió de la pelinegra para seguir sus propios planes, mientras que ella se quedó un rato más en su oficina pensando en lo que haría.

No quería abandonar su oficina, pero tampoco quería pedirle a Lidia que fuese por su comida, no después de que me dijera que tenía una cita. Ella no sería capaz de hacer algo así.

Pero cuando su estómago rugió exigiendo alimentos supo que tenía que hacer algo. Con algo de cansancio se levantó de su silla para tomar sus cosas y salir de su oficina para ir a comprar su comida.

Hace unos días habían abierto un restaurante de comida china a una calle del edificio y Juliette había decidido que ese era el lugar al que quería ir en ese momento.

Esa vez no quiso tomar el ascensor por los que bajó por las escaleras tomándose su tiempo para hacerlo. No tenía prisa en irse e incluso no tenía prisa por regresar al trabajo, pues desde que llegó de había dedicado a trabajar arduamente.

Ahora no tenía algún pendiente en su escritorio.

Se le había hecho algo raro que a pesar de estar en la segunda semana de diciembre no había caído ni un poco de nieve en la ciudad, lo cual no es muy común en la época invernal.

Sus pasos eran cortos y muy marcados, llevaba recorriendo esas mismas calles desde que era una niña, pero siempre que salía del edificio de su familia le encantaba observar a su alrededor y ver si alguna cosa había cambiado.

Hace varios años, al otro lado de la calle había un puesto de helados que abría después del mediodía y cerraba hasta las diez de la noche. Juliette puede jurar que nunca había probado un helado tan delicioso como el que vendían allí.

Pero lamentablemente los dueños cerraron su negocio cuando ella había cumplido los catorce. En parte aquella heladería era una de las razones por la que Juliette iba a visitar al trabajo a su papá de vez en cuando.

Después de que cerraron Juliette no piso de nuevo el edificio hasta que comenzó a trabajar allí. Al llegar al restaurante pudo ver lo lindo que era por dentro, tenía muchas decoraciones sobre la cultura china y un ambiente muy relajante.

Estaba por tomar asiento en una mesa libre cuando escucho aquella voz.

—Muchas gracias.

Juliette por un momento creyó que se trataba de un sueño o de que quizás había confundido aquel tono de voz, pero cuando levantó la mirada pudo saber que no fue así.

Pudo distinguir su cabellera roja en el restaurante y su sonrisa encantadora. Y antes de que pudiera irse del restaurante sus miradas se encontraron haciendo que se detuviera.

Y entonces ambos pudieron confirmar que era real. Ashton sonrió aún más al verla ahí sentada.

—Hey Jules —dijo con un tono animado.

—Hola —masculló.

Y una vez más. Se sorprendió por lo pequeño que podía llegar a ser el mundo.

𝑺𝒂𝒕𝒆𝒍𝒍𝒊𝒕𝒆 | luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora