Capítulo 47|Una pérdida dolorosa(Aegan)

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Llegamos a casa y entramos, mi mamá nos vió y se despidió, se fué a casa y nosotros subimos a dormir, Jay había dormido con nosotros en medio, al día siguiente me levanté y fui a hacer el desayuno.

–Buenos días– dijo Aegan apareciendo detrás de mí.

–Buenos días amor– dije dándole un besito.

Se acercó a mí estómago y le dió un beso.

–Buenos días bebé– dijo en mi pancita– Soy papá.

Me reí y se sentó en una silla frente a mí.

–Y Jay?– pregunté.

–Dormido– dijo Aegan– Uy frutilla.

Agarró una y se la comió.

–Deja– dije– Es para el jugo.

–Perdón– dijo con las manos en forma de rendición.

Me reí y fui a preparar el jugo, se lo serví y terminamos de comer, tocaron la puerta y fui a abrir.

–Aleix–dije abrazándolo.

–Hola enana– dijo– Oye no has visto a Aegan? Es que desde ayer que no fue a casa y no sabemos nada de él.

–Aquí estoy!– gritó– Volví con ella!

Aleixandre entró y se sentó en el sofá.

–Maldito desgraciado– dijo Aleixandre pegándole a Aegan– Nos asustaste.

–Ay!– gritó Aegan– Oye que te pasa?

–No te encontramos en tu cama– dijo Aleixandre– Dios que bueno que estés bien.

–Me voy arriba– dije yendo a las gradas.

–Tú te quedas– dijo Aleixandre– Cómo es eso de que volvieron y no me dijiste nada.

–Fue de sorpresa– dije.

–Es verdad– dijo Aegan.

–Bueno igual los felicito– dijo Aleixandre.

Aleixandre estuvo un rato y luego se fue, estuvimos 2 días más con Jay, Jack y Jen fueron a vernos y se enteraron de que Aegan y yo habíamos vuelto, se llevaron a Jay a su casa y Aegan y yo nos quedamos solitos.

–Al fin solos– dije tirándome a la cama.

Aegan se rió y se tiró a mi lado.

–Amor– dijo Aegan– Acaso el día que me fui a Los Angeles, mandaste a qué me sigan?

–Que?– dije– Crees que hice eso?

–No pero......

–Entonces por que me preguntas eso?– dije.

–Es que habían estado siguiéndome– dijo él.

–Y piensas que fui yo?– dije.

–Un poco sí.

Lo miré mal.

–No lo puedo creer– dije levantándome de la cama.

–Solo quería sacarme de la duda– dijo.

–Aegan sabes que yo jamás haría eso– dije– Cómo se te ocurre?

–Amor no te enojes– dijo él.

–No me estoy enojando– dije– Es que tú estás desconfiando de mí, cómo crees que te voy a mandar a alguien a qué te siga, yo sí confío en tí.

–Yo también confío en tí– dijo Aegan parándose frente a mí.

–Pues no parece– dije– Aegan me conoces muy bien y me conoces de años y no digas que no!

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