Cap 25

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Mijares sonrió al verla salir, se quitó la ropa quedando solo en ropa interior y se fue a la cama, donde se sentó esperando que su amada regresara.

Minutos después, Mayte salió del armario.

Mayte: Creo que papá está cansado - sonrió mirándola provocativa.

Mijares: ¿Cansado? - sonrió levantándose de la cama - para ti... para mi amor, nunca estoy cansado - se acercó a ella abrazándola como podía - finalmente mi esposa... mi amor - acariciaba su rostro - te quiero Sra. Morán - sonrió besándola con amor.

Mayte correspondió el beso con amor, sus manos recorrieron calurosamente su pecho ancho y musculoso. Mijares por su parte comenzó a subir su fina camisola, transparente de encaje, dejándola sólo de lencería.

Él sonrió acariciando su avantajada barriga, sintiendo a su hija allí. Sería cuestión de unos meses para tenerla en sus brazos, para compartir ese momento con su amada. Volvió a besar a Mayte con amor y cariño, segundos después ambos estaban sin pieza alguna deteniéndolos. Mijares la llevó a la cama, acostándola. Él se acostó a su lado volviendo a besarle, una de sus manos fue contra su intimidad acariciándolo lentamente.

Mayte corresponde el beso con amor, sus manos recorrían sus anchos brazos musculosos y su espalda desnuda. Él la puso de lado, levantando un poco su pierna y poco a poco comenzó a penetrar en ella con calma y cuidado, para no lastimarla.

Ella echó la cabeza hacia adelante gimiendo al sentir que él le penetraba con calma y cuidado. Amaba pertenecer a aquel hombre. En sus brazos siempre se sentía mujer, viva, amada, deseada. Mijares se movía con cuidado y precisión proporcionando placer a ambos. Su mano masajeaba cuidadosamente su intimidad, intensificando su placer. Fue cuestión de segundos hasta que ambos llegaron al más absoluto de los placeres juntos.

Mijares: Te quiero Sra. Morán - susurró jadeando - eres lo mejor que me has dado la vida - acariciaba su vientre - amor - sonrió feliz - ella pateó... ¿sintió? - preguntó tonto.

Mayte: Amor - se rió de él - siempre siento mi vida... todo lo que hace nuestra pequeña princesa lo siento - puso su mano sobre la de ella - la agitó - bromeó - te quiero tanto Mijares - sonrió feliz.

Mijares: Amor - sonrió acariciando su vientre - deja que mamá descanse un poco... hoy el día fue súper agotador, pero puedo asegurarle que fue lo mejor de nuestras vidas - hablaba calmando a su niña - finalmente nos casamos, estamos juntos - sonrió feliz - pudimos compartir este momento contigo y con tu hermano.

Mayte: Sí mi vida - sonrió cerrando los ojos - al fin juntos - susurró sonolienta.

Mijares: Duerme mi amor - besó sus cabellos - nuestra niña está tranquila... si siente algo me llama.

Mayte: Buenas Noches mi amor - sonrió acurrucándose con él.

Así pasó aquel fin de semana maravilloso en la hacienda de Isabel, que había preparado todo para que disfrutaran de una pequeña luna de miel. Al comienzo de la semana volvieron a casa. Mayte necesitaba terminar de organizar todo para la llegada de su princesa. Mijares volvió a su agenda de conciertos, estaba terminando de grabar un dvd y se iba de vacaciones a disfrutar a la llegada de su niña, quería estar presente en cada momento. Mayte por su parte ya se había alejado de los escenarios, por estar al final de su gestación necesitaba reposo, para que todo fuera bien, como lo planeado.

En la casa de Ricardo...

Anne estaba en la escuela, Livia estaba en casa, era su día libre. El día perfecto para sorprender a su amor. Ricardo estaba terminando su turno, ya hacían cuarenta y ocho horas que estaba en el hospital, el cansancio era grande, pero la felicidad de saber que al llegar a casa encontraría su amor era enorme. Organizó todas las historias clínicas de sus pacientes, tomó sus cosas y se fue a casa. Minutos después llegó, se fue a la habitación, al entrar vio a su amor dormida. Él sonrió mirándola, puso su maletín en el sofá y se dirigió directamente al baño, donde tomó un baño relajante, minutos después salió, vestido con su bata y se fue a la cama donde se acostó abrazándola.

Livia: Buenos días mi amor - susurró sonolienta - te echaba de menos - se acurrucó con él.

Ricardo: Buenos días mi ángel - besó su cuello - no te imaginas cuánto deseaba llegar a casa... abrazarte - la apretó en su pecho - descansa amor - habló cerrando los ojos.

Livia: ¡Te amo! - susurró sonriendo.

Ricardo: Te quiero mucho más - sonrió.

Ella sonrió porque él siempre lo hacía, siempre se aseguraba de mostrarle cuánto la amaba y se convirtió en una competencia. Una hermosa y alegre competencia. Ambos se quedaron dormidos allí, uno en los brazos del otro. Pasaron las horas, ya era hora de almorzar. Cuando Livia se despertó, su hija solo llegaría a casa a última hora de la tarde, casi todos los días también tenía horario de clases por la tarde. Se levantó con cuidado para no despertar a su marido, era hora de preparar todo.

Livia fue al armario, tomó una pequeña caja y la colocó junto a su esposo en la cama, junto con un sobre y salió de la habitación yendo a la cocina, tenía hambre. Ese día había dado tiempo libre a su empleada, estaban sólo los dos en casa, así que ella iba a preparar algo para almorzar.

Minutos después Ricardo se movió en la cama y no sintió su amor. Al abrir sus ojos vio una pequeña caja con un sobre allí, él abrió el sobre ,sacó un papel que al abrir vio que se trataba de un análisis de sangre. Sus ojos fueron directamente al "reactivo" que tenía allí, no podía creer lo que veía. Volvió sus ojos a la identificación del examen y pudo comprobar de quién se trataba, estaba allí, Livia Martínez Morán. Inmediatamente sus ojos se llenaron de lágrimas, su sueño de convertirse en padre ya se estaba realizando, además de su pequeña Ana. En el vientre de su esposa se estaba generando otro fruto de ese amor.

Ricardo abrió la caja y vio un hermoso mono amarillo, era de su hijo o su hija, para él no importaba. Ya era muy querido y deseado por él y su esposa. Dejó todo allí en la cama y salió por la casa buscando a su amor, al llegar a la sala escuchó ruidos en la cocina y fue lentamente hasta allí, deteniéndose en la puerta.

Ricardo: Dupongo que toda esta canción es por algo muy especial - se hizo de malentendido.

Livia: Qué susto - rió mirándolo - por supuesto que tienen! - le guiñó un ojo - espero que tenga hambre, porque estoy preparando un delicioso almuerzo.

Ricardo: No te imaginas cuánto - se acercó a ella haciéndola girar hacia él - Livi - se arrodilló llevando la mano a su vientre - todavía no puedo creer que aquí, está nuestro pequeño paquete de amor - tenía lágrimas en los ojos - me dice que no es un sueño, que todo esto es nuestra realidad.

Livia: No es un sueño mi amor - sonrió feliz acariciando su cabello - aquí está nuestro pequeño paquete de amor - habló emocionada - gracias Ricardo - tenía los ojos llorosos - me devolviste la esperanza de amar... de ser amada... me hizo sentir amada... cuidada... deseada - dejó salir sus lágrimas.

Ricardo: Yo quien le agradezco por ser esa persona maravillosa... por permitirme conquistarte... por darme hermosos hijos... nuestra Ana y nuestro bebé - besó su vientre - papá te ama una inmensidad mi amor - habló tonto así como amo a su mamá y a su hermanita... son mis mayores amores - sonrió de pie - desde el momento en que te vi en ese hospital, me enamoré... me encantó esa sonrisa tonta que tienes... cada vez que sonrío ilumina mi día... todos los días estoy seguro de que he encontrado el amor de mi vida... encontré a la mujer que dio color a mis días tristes - acarició su rostro - que me dio una hermosa familia... te amo Livia, no me canso de reafirmarte eso - tocó sus labios con los de ella besándola con amor y dulzura.

Celebraron aquella vida que se estaba gestando en el vientre de Livia, al anochecer fueron a recoger a Anne de la escuela, por la noche salieron a cenar a un restaurante, los tres. Le dieron la noticia de que le encantaba saber que pronto tendría un hermanito, para jugar y hacerle compañía. Sabía que Ricardo nunca le abandonaría, siempre estaría allí para ella, así como lo estaría para su madre y su hermano.

El otro día todos estaban en la casa de Mayte, celebrando la llegada de su primer nieto y de su pequeña Molly, todos estaban muy felices. Principalmente Isabel y Fernanda que estuvieron a su lado desde el principio de todo. Finalmente estaban viendo a su hermana ser feliz al lado del hombre que siempre amó y de sus hijos.


Continúa...

Me Cuesta Tanto Olvidarlo (español) - Mayte y Mijares (Concluído)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora