Historia Corta 10

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— Me enviarás fotos en bikini —Ángel pidió con una sonrisa pícara de camino al aeropuerto.

Me dejaría en el aeropuerto y luego emprendería su camino hasta Boston, donde pasaría las navidades en casa de una tía, con su familia.

— ¿Me pides fotos comprometedoras?

— Cualquier tipo de fotos que me quieras enviar durante estas dos largas semanas.

Sacudí mi cabeza conteniendo una sonrisa

— Y tú me enviarás fotos super abrigado en la nieve.

Ángel bufó

—Que envidia que te tengo.

— Pasar una navidad en la nieve tampoco está mal

— No, no lo está.

Ángel aparcó en el estacionamiento y apretó mi mano que estaba unida a la suya.

— Te ayudo con las maletas.

— No, está bien, puedo sola. A ti se te hará tarde y con la nieve, es mejor que vayas ya.

Se quedó en silencio mirando nuestras manos.

— Me escribes en cuánto puedas ¿vale? Estaré al pendiente.

—Lo haré.

Se inclinó y me dio un beso profundo, de esos que se quedan grabados en tu memoria y te hacen no querer apartarte.

— Le envías recuerdos a tus padres de mi parte.

Asentí sin decir mucho, aun no le decía nada a mis padres y planeaba hacerlo en este viaje, de alguna manera.

Salí del auto, ángel me ayudó a bajar las maletas y nos quedamos de pie uno frente al otro. Me abrazó, me dio otro beso antes de apartarse.

— Benatia —llamó cuando empecé a alejarme, sus ojos eran brillantes— te... Te... Ten un buen viaje.

Fruncí el ceño entendiendo las palabras que se contuvo de decir, pero sin entender por qué se contenía.

—Igual tú.

Ángel se montó en su auto y luego se fue, pero la despedida me dejó un sin sabor. No era de decir te amo y no pensaba que era necesario decir esas dos palabras, pensaba que él ya sabía y entendía lo que sentía por él, entonces... ¿Por qué se contuvo de decírmelas? ¿Por qué se arrepintió?

No lo entendía, sin embargo, no era algo de lo que debía preocuparme ahora.

Mi preocupación estaba en el lugar donde me encontraba. Aeropuertos, me gustaba viajar, pero odiaba los aeropuertos.

La gente, la espera, la gente alrededor, el ruido y de nuevo, la espera.

No me gustaba esperar y en los aeropuertos, lo que más se hacía era esperar. Aún más cuando el vuelo se retrasaba... Y se retrasó

Primero una hora, luego tres, luego cuatro, cuando iba por la quinta hora me empecé a desquiciar, quería exigir mi maleta y largarme de ahí pero luego vino lo peor. La cancelación

No pospuesto, cancelado por tormenta.

Me quedé sentada con la mente en blanco escuchando a la responsable de la aerolínea.

La frustración me dio ganas de llorar, no vería a mis padres. Tenía mensajes sin leer de Ángel, pero los ignoré, nos regresaron el equipaje y pensé y pensé en cómo darles la noticia a mis padres, les sentaría fatal, les arruinaría las vacaciones por completo. Mis vacaciones ya estaban arruinadas.

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