Capítulo 54: Posición adelantada

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"Fui el infierno por donde caminaron libres

todos tus demonios."


Si el aburrimiento fuese una enfermedad terminal yo estaría más allá de la muerte para estas instancias. La única cosa que me retenía de morir era la irritación. 

El estadio estaba más lleno del que pensarías que estaría para un estúpido juego de colegiales. Parecía como si cada miembro de la familia de cada jugador había asistido al partido. Y con eso venían los niños. Un montón de niños y bebés gritando y corriendo por las gradas, sus chillidos estaban atormentando mis tímpanos. Tantos niños insoportables juntos que de solo verlos y oírlos me daban ganas de vomitar revolviendo todo mi estómago y eso solo se incrementaba con el diabólico enano impertinente que estaba sentado a mi lado, quien para mi mala fortuna resultaba ser el hermano menor de mi novio.

No acababa de comprender por qué había elegido sentarse a mí lado, pensaba que los dos habíamos llegado a un acuerdo mental de que no nos gustábamos. Peor, mi madre y la de Ángel habían congeniado desde el momento en el que las presenté y ahora, mi mamá estaba sentada a mi otro lado parloteando como una lora con la señora Clara sobre cosas que en realidad no entendía ni me interesaba entender y al mismo tiempo en el que parloteaban, gritaban y aplaudían mostrándole apoyo al equipo. No tenía duda de que mi mamá no sabía ni una cosa acerca del futbol y sus gritos, sumados a los gritos de las otras familias me estaban causando dolor de cabeza. Mi padre debía sentir lo mismo que yo porque él amaba el futbol tanto como yo lo hacía.

 En las tres horas, o al menos así parecían para mí, que llevábamos acá, él solo había levantado la vista de su teléfono dos veces, las estaba contando porque, desde luego, no tenía más nada mejor que hacer y el juego estaba aburrido como el infierno. Ni siquiera podía ver bien a Ángel desde mi posición y mucho menos sabría decir a cuanto estaba el marcador.

Miré a mi celular otra vez pretendiendo no oír al enano diabólico hablar y pensando en si debería responder el mensaje de Alonso o no. Solo quedaba una semana hasta que pudiera terminar con él, así que ignoré el mensaje también.

Los gritos aumentaron y el pequeño impertinente apretó mi mano con fuerza 

—¿Viste eso? ¿Lo viste?

Miré hacia la cancha para ver la repetición de lo que sea que me había perdido antes de darme cuenta de que obviamente no habría ninguna repetición.

— Si —murmuré.

—No lo hiciste. —Puntualizó con molestia— Tú solamente estas mirando tu teléfono

— ¿Entonces para que preguntas? —Él no era tan inteligente como él pensaba que era.

Los gritos subieron de volumen de nuevo y los dos giramos nuestra atención hacia el partido. Santiago estaba corriendo hacia la portería maniobrando el balón a sus pies y esquivando lo mejor que podía a los jugadores del equipo contrario. El enano diabólico se inclinó hacia adelante a punto de empezar a comerse sus uñas por los nervios, rodé mis ojos.

Uno de los jugadoras del equipo contrario alcanzó a Santiago y metió el pie intentando quitarle el balón pero Santiago rodó el balón hacia atrás y el jugador trastabilló, entonces Santiago pasó el balón al frente y el otro jugador recuperándose amagó a la derecha e inmediatamente hacia la izquierda causando que Santiago tropezara perdiendo el equilibrio de sus pies y del balón, el jugador se hizo con el balón y corrió en dirección contraria dejando a Santiago cayendo contra el césped.

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