"Siempre es ella. Que me miente y me lo niega
Que me olvida y me recuerda"
Estaba cansado, mis músculos ardían como si hubiese corrido un maratón de 112 km, en adición mis piernas dolían con cada puto movimiento que realizaba y mis pies se sentían como si estuviesen soportando 90 kilos de plomo. Mi respiración estaba tan acelerada que era imposible calmarla y tomar aunque sea un sorbo de agua estaba completamente descartado. Mis brazos por otra parte estaban tensos y tiesos.
Estaba nervioso como nunca había estado desde hace tanto tiempo, un largo baño y dormir durante una semana era todo lo que necesitaba... después de ganar.
Toqué la punta de mis tacos con mis dedos en un estiramiento para liberar el estrés.
Me permití mirar hacia las gradas otra vez intentando encontrarla sin éxito antes de regresar mi atención al partido.
El número 10 tenía la posesión del balón después de batallar con dos de nuestros medio campistas y se acercaba con una rapidez peligrosa a mí, me lamí los labios comenzando a sentir el subidón de adrenalina en mis venas, Marcelo corrió hacia él pero el número 10 fue inteligente y cuando Marcelo amagó a la derecha el número 10 amagó a la izquierda dando una vuelta sobre sí mismo llevándose el balón con él.
Tomé un paso al frente colocando mis musculo dolorosos en posición y mi corazón comenzó a latir a mil por hora.
Estaba listo para atrapar el balón.
El numero 10 era rápido y eficiente pero no más que nuestro Oliver, él lo alcanzó y consiguió con un barrido quitarle el balón limpiamente entonces Alberto tomó el balón y comenzó a correr como el infierno hacia el otro lado de la cancha. Mi corazón se calmó... solo un poco.
Vamos, vamos, vamos
Estábamos empatados 2-2 y el juego se iba acabar pronto, demasiado pronto. No quería mirar el reloj porque si no anotábamos un gol tendríamos que ir a prórroga y no estaba seguro de que contáramos con las condiciones físicas necesarias para ir a prorroga, el equipo entero estaba exhausto, lo veía en los rostros, en las respiraciones y en los movimientos cada vez más lentos de cada uno.
— ¡Vamos! —grité, alejándome un poco más de la portería.
Podemos hacer esto, podemos ganar.
Alberto se hizo camino por el lateral derecho y una vez cerca de la línea de gol lanzó la pelota por arriba.
Alto, alto, alto.
Santiago saltó logrando dar un cabezazo y la pelota voló hacia la portería.
Por un segundo todo se quedó en silencio y entonces la pelota tocó en el palo y salió de la cancha
¡Mierda!
Retrocedí, regresando a la portería y miré de nuevo hacia las gradas, localizando a mis padres y a Miguel sentados en la parte izquierda.
Un asiento vacío estaba al lado de mi hermano.
Miguel gritó y se levantó de su asiento habiendo notado que tenía mi atención y alzó su mano con emoción por saludarme, sonreí regresándole el saludo.
Ella no había llegado todavía. ¿Dónde estaba?
Lo prometiste, Benatia. Llega a tiempo, llega a tiempo.
—¡Ángel, Ángel! —Oliver gritó— ¡Los ojos en la cancha!
Demonios, no me podía permitir distraerme.
El equipo contrario tenía el balón y el número 7 corría hacia mi portería.
Golpeé mis manos en dos fuertes palmadas concentrando mi atención en la pelota rodando contra la grama artificial.
Esta era la mejor parte del fútbol, este momento, esta adrenalina, la razón de haber escogido portear. La emoción se adueñó de cada parte de mí y el dolor y el cansancio quedaron olvidados. Todo quedó olvidado, los gritos se apagaron, los otros jugadores se esfumaron, el sudor cayendo por mi frente se secó y solo quede yo, con el balón y el número 7 aproximándose a mí.
Mis dedos picaron por la anticipación y mi sangre hirvió
Ven a mí, ven a mí
Todos mis nervios se dispararon con la necesidad de atrapar el balón cuando el número 7 cruzó la línea que marcaba la zona de penal, el número 7 logró pasar a Marcelo y entonces se detuvo por una milésima de segundo para encontrar el ángulo de tiro, flexioné mis piernas preparándome para lanzarme.
El numero 7 alzó su pierna derecha y luego, como un borrón, un par de piernas aparecieron y el numero 7 cayó contra la grama convirtiendo todo en un desastre de piernas, zapatos y grama con el balón en el medio.
El árbitro hizo sonar su silbato y todo se fue a la mierda.
Yuseff había cometido falta en zona de penal.
Tomé una respiración profunda.
El árbitro pitó a favor de penal
Mierda
Estaba preparado para esto, sabíamos que podía ocurrir un penalti y practiqué para esa posibilidad. Demasiado. Era bueno con los penales porque sabía leer a los jugadores.
Yo podía detener el balón.
Yo debía detenerlo.
Era el todo o nada, si la pelota entraba perderíamos el partido y quedaríamos eliminados del torneo, si la atrapaba el partido se extendería y nos iríamos a prórroga.
Tomé otra respiración profunda y dos manos tomaron mis hombros y me encontré con los ojos de Santiago.
—Puedes hacer esto. Tú puedes, es solo otro entrenamiento, otra tarde de práctica.
Estaba jodidamente sorprendido de que él se hubiese acercado pero otra vez, estábamos en un partido decisivo, en un momento crucial y Santiago era capaz de dejar su orgullo a un lado si eso significaba tener un chance para ganar.
Santiago estaba nervioso aunque como buen capitán hacia lo posible por ocultarlo, lastimosamente yo lo conocía lo suficiente para poder notarlo.
—Confiamos en ti, Ángel. —soltó y diciendo eso me demostró que en realidad no lo hacía.
Me aparté de él y asentí —No te preocupes.
Santiago no confiaba en mí, no creía que yo fuese capaz de atrapar la pelota.
Observé al número 10 tomar la posición que el árbitro le indicaba mientras colocaba el balón en la grama.
Cerré y abrí mis manos sintiéndome, de pronto, inseguro.
Diablos.
Me coloqué en mi posición, el árbitro vino, me dijo algo pero realmente no lo escuché, mis ojos estaban enteramente en el número 10, cuya atención se enfocaba por completo en la pelota en el suelo, lo analicé pensando y entonces sin mover su cabeza, sus ojos se detuvieron con rapidez en un punto de la portería y supe hacia donde iba a lanzar.
Noté algo moviéndose por el rabillo del ojo y giré para ver a una chica de cabello corto tratando de abrirse paso en las gradas.
¿Benat..?
El silbato sonó ygiré justo a tiempo para ver la pelota volando hacia mí.
-----------------------------------------------------------------------------------------
¿Benatia habrá llegado a tiempo?
¿podrá Ángel atrapar la pelotaa?
Nos leemos
Instagram: YOSE_DV
PD: Si quieres ser agregado al grupo de la historia mándame un mensaje privado.
BESOOOS Chicueloos
ESTÁS LEYENDO
Perfecta Mentirosa✔️
Novela JuvenilElla era una Bad Girl Él era un Good Boy Ella era fría, arrogante y antipatica. Él era cálido, abierto y carismatico. Ella era una perfecta mentirosa Él era sincero hasta durmiendo Ella era una diabla y él era un santo. Ella era la bruja malvada y é...