La boda.

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*Narradora*

Los invitados llegaban, las voces se escuchaban, el lugar estaba repleto. Millones de emociones llenaban la boda. La cantidad de gente era increíble, tanta que pedir silencio sería imposible.

-Melanie, siéntate, ya empezará la boda.
-Willy, tranquilo, sólo quiere ver a la hija de Lanita.
-Está bien, ve.
-Vaya, siempre supe que esto pasaría. Lo esperaba.
-Creo que todos lo esperábamos.

-Oh, sweetie, claro que puedes ver a Emily.
-Pequeña, eso ni siquiera lo preguntes.
-¡Gracias! ¿Tío Ruben ya está mejor?
-Yes, ¡So much better!
-Está mejor que nunca, Melanie.

-¡Alex! ¿Qué haceh?
-No lo sé, estoy muy emocionado, Cheeto.
-No ereh el único, hobbit.
-¡Oye!
-Hobbit de mi corazón.

-Y, Luna, ¿Desde cuando los conoces?
-Desde hace un tiempo, era amiga de Mangel primero.
-A mí me agrada Mangel, creo que es la única persona que hizo que el amargado de Ruben fuera feliz.
-Bueno, tú viviste con él, ¿Cierto Bárbara? Debes saber de eso.
-Sí, Ruben es todo un rollo. Un buen rollo.

¿Esto de verdad está pasando?, se preguntaba Ruben, mientras arreglaba su esmoquin frente al espejo. Había pasado un tiempo desde que le pidió la mano a Miguel, ¿Y si había cambiado de opinión? ¿Y si se arrepentía?

-Te ves bien.- dijo Ruben viendo entrar a su novio, quizás futuro esposo.
-Graciah, igual tú.- dijo Miguel inclinándose para besar su mejilla, pero Ruben tenía la mirada perdida. -¿Pasa algo?
-No, nada, estoy bien.- mintió.
-Vale, vamoh, se noh hará tarde.- dijo Mangel caminando hacia la puerta de la habitación, pero Ruben lo detuvo.
-¿Estás seguro de esto? Soy un desastre, y sabes eso. ¿Y mis cambios de Ruben a Rubius? Es un puto fastidio, ¿Me vas a soportar? Y esto implica formar una familia, no quiero forzarte a hacerlo. ¿Estás dispuesto a esto?- preguntó el castaño.
-Ruben, claro que sí, eso quiero, quiero estar contigo el resto de mi vida y tener una familia.

Ambos juntaron sus labios para luego salir de la habitación, y dar inicio a la boda.

-Ruben Doblas Gundersen, aceptas a Miguel Ángel Rogel como tu legítimo esposo para...- decía el anciano, pero Ruben no escuchó el resto de sus palabras. Solo pensaba, se mataba pensando y pensando, dándole vueltas a los problemas que él y Miguel habían tenido, que, al casarse, afectaría a su familia. Lentamente sentía como su estómago se revolvía y un nudo se formaba en su garganta. ¿Pero que coño le pasaba? ¡Quería casarse con Miguel! Quería hacerlo, no dudaba de eso. Escuchó que el hombre terminó de hablar indicando que era su turno de responder.
-Acepto.
-Y tú, Miguel Ángel...- Mangel tampoco lo oyó, pero fue una distracción distinta. Él moría de nervios, pero estaba realmente feliz. Ya podía imaginarse a sí mismo con sus hijos, pasando el resto de su vida con Ruben, eso quería. Dudas tenía, pero eran mínimas por el entusiasmo que lo llenaba.
-Acepto.
-Puede besar al novio.- Ambos rieron al escuchar como sonaba, no era común, y eso les encantaba, ellos eran diferentes, perfectos a su modo. Luego, Ruben tomó la cintura de Miguel y lo acercó a él, viendo como se ruborizaba para luego acercarse y darle un beso. Pero el beso fue diferente a todos los anteriores, ahora eran más que novios, eran esposos.

Juntos por siempre. El beso indicaba un lazo entre ellos, un lazo que nunca se rompería, ambos sabían eso. Habían pasado tantos problemas, tantos altos y bajos, tantos cambios y distancias, y de cualquier manera ahora estaban mirándose el uno al otro, complementándose, forjando algo interminable. Interminable, maravilloso, único. Incluso si no eran perfectos. Su relación había pasado tantas cosas, desde un simple enamoramiento de secundaria a un romance increíble, una unión, una familia. Ya no eran un tú y yo, ahora eran un nosotros, resistente y que iba a durar para siempre. Habían fallado tantas veces, caído muchísimas más. Pero se habían vuelto a levantar. Juntos.

El dolor nos cambió. [Segunda Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora