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Yeji estaba con un ojo encima de él, podía notarlo todo el tiempo en sus espaldas.

Aunque la chica ya estuviese un poco más cariñosa con él nuevamente -Seungmin no sabía por qué- la sentía extraña. Golpéenlo si quieren, pero Seungmin tenía ese sexto sentido que las mujeres decían tener y que presentía cuando había algo mal.

Terminó de preparar granizados de frutilla para un grupo de chicos y empaquetar galletas de avena y chips de cacao para una señora, cuando se vió la cafetería vacía.

Soltó un suspiro, sus dedos estaban algo acalambrados y comenzaba a hacer más frio ya estando a finales de octubre, y una semana y media de comenzar a salir con Hyunjin. Este último estaba algo atareado con la universidad, por lo que no lo había visto en los últimos dos días y eso lo tenía bastante deprimido.

No es como si se fuese a morir, pero Hyunjin realmente alegraba sus días y le hacía sentir mejor, fuera de la forma que fuera, Hyunjin sonreía hacia él, y el día parecía volverse de color rosita y saber a azúcar.

Si, Seungmin estaba bastante mal, él mismo lo confirmaba.

Revisó por si tenía algún mensaje, y luego de aquello, se agachó por detrás de la barra para comenzar a ordenar el poco desorden que tenía de infusiones, hierbas e ingredientes para hacer tantas cosas que Seungmin se mareaba. Comenzó a tararear alguna canción que escuchó recientemente en la radio intentando distraerse un poco, actualmente se sentía más cansado de lo normal y no entendía el por qué.

Escuchó el tintineo de la campana que indicaba que un cliente nuevo había llegado, y terminando de ordenar un par de frascos, se levantó con una sonrisa dispuesto a recibir al cliente, pero pegó un grito en el cielo al ver el rostro de Jisung con una mueca de querer romperle la pierna a quien primero se le cruce, el cabello despeinado y la cara tan roja como la de un tomate.

—¡Jisung! —Seungmin se llevó una mano al pecho dramáticamente, su mejor amigo no le dijo nada, y Seungmin supo que estaba demasiado molesto como para disculparse o siquiera saludarle.— ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en clases aún?

—Debería. —Farfulló molesto, sentándose en una de las sillas vacías que allí habían y dejarse caer derrotado. Ahora Jisung se veía como un pequeño perrito desamparado y por un momento Seungmin pensó que alguien había molestado a su lindo dongsaeng.

—¿Qué pasó, Jisungie? —Seungmin cruzó sus brazos y se apoyó en estos mismos frente a Jisung para escucharle. El chico ocultó su rostro entre sus brazos y se refregó con estos mismos.

—Me suspendieron una semana completa en el instituto, mamá va a matarme. —Se lamentó, y Seungmin lo miró sorprendido.

—¿Qué? ¿Por qué te expulsaron?

Jisung levantó la vista, con un puchero inocente que Seungmin se hubiese creído si no fuera porque conocía a Jisung desde que todavía tomaba mamadera. Algo malo había hecho, así que Seungmin resopló y le miró con reproche, dispuesto a escucharle. Pero antes de que siquiera el peligris abriera la boca, la campana volvió a sonar. Seungmin levantó la vista del derrotado Jisung, topándose con la sonrisa de Minho acercándose suavemente a él.

Seungmin suspiró con una pequeña sonrisa, hacía tiempo que Minho no se pasaba por la cafetería y le gustaba pasar tiempo conversando con él. El pelinegro llegó hacia la barra y le dedicó una mirada extrañada a la pequeña masita oculta que era Jisung ahora mismo, pero luego volvió hacia Seungmin.

—Hola, Seungmin, dame lo de siempre, por favor. —Pidió con una amable sonrisa, y Seungmin hizo rechinar sus dientes y asentir, para luego volverse hacia Jisung y golpearle la cabeza con la mano.

El chico enseguida se quejó, levantando la cabeza hacia el enano que le había golpeado y a punto de maldecirle.

—Saluda, escoria. —Dijo Seungmin antes de cualquier cosa, señalando a Minho.— Jisung, él es Minho, un amigo que a veces me acompaña aquí. —Luego miró a Minho, que volvía a mirar a su mejor amigo, pero esta vez de forma más extraña.— Minho, él es Jisung, mi mejor amigo y con quien vivo y soporto todos los días de la semana.

Seungmin recibió lo que parecía ser el sonido de una serpiente de parte del peligris, antes de que sus dos amigos se quedasen viendo un par de segundos curiosamente entre ellos. Y esos segundos se fueron alargando, y alargando, y alargando de tal forma que el silencio se hizo sumamente incómodo para Seungmin. Formó una mueca al ver como los dos especímenes frente suyo se escaneaban hasta los sesos el uno al otro, hasta que Minho abrió la boca y dejó salir algo que descolocó tanto a Seungmin que casi se cae de hocico nuevamente.

—Que lindo eres, Jisung. —Seungmin se atoró con su propia saliva al escuchar aquello, abriendo los ojos como plato y comenzando a toser al ver como su mejor amigo también abría los ojos sorprendidos y se sonrojaba. ¡Jisung jamás se sonrojaba!

Su vista se volvió borrosa por las lágrimas que se comenzaron a acumular en sus ojos por la falta del aire al toser. Y comenzó a mover las manos pidiéndole ayuda a cualquiera de los dos chicos frente suyo que aún no parecían querer dejar de mirarse. ¿Pero qué pasó? Seungmin fue ignorado olímpicamente y se quedó ahí, muriendo sonoramente detrás de la barra y maldiciendo internamente a esos dos tipejos.

Cuando Seungmin finalmente pudo respirar lo suficientemente bien y quitarse todas las lágrimas que nublaban su vista, Felix y Yeji lo miraban confundidos desde la puerta de la cocina, y Minho con Jisung ahora se sonreían coquetamente.

¿Qué mierda estaba pasando acá?

for me ☆ h.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora