CAPITULO DIEZ

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Desplazó sus manos suaves, delgadas, por el amplio espacio de su torso

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Desplazó sus manos suaves, delgadas, por el amplio espacio de su torso. Sobre su pecho llevaba una fina capa de vellos, oscureciendo el área de su tez blanca, jugó con ella sin abandonar sus ojos, arrastrándose con lentitud, acomodándose, hasta conseguir erguir por completo su espalda. Dejó sus palmas abiertas sobre su estómago.

—Mírame, Sam —le pidió sin abandonar su sonrisa —Mírame bien.

—Eres malditamente sexy —rugió de vuelta, sin detenerse a meditarlo.

No tenía nada que pensar, estaba ansioso, el semen se aglomeraba en sus pelotas, causándole dolor y placer, más al tener todo el peso de cuerpo sobre su entrepierna. Reprimió el jadeo que nació en su garganta al sentirla frotarse, mientras se inclinaba de vuelta a su boca, paseando sus palmas por todo su tronco.

—¿Solo sexy?

—Eres hermosa, eine Göttin.

La llamó diosa en su idioma. Blue sonrió, de medio lado, y sin esperar, lo sujetó con fuerza de la mandíbula, sorprendiéndolo.

—Mírame bien —expulsó en un seductor susurró rozándole los labios. Se alejó unos centímetros, mirándolo, barriendo con paciencia sus facciones al saber que la imitaba —¿Me recuerdas?

La curva de sus labios se profundizó tras hablar, porque lo notó, fue rápido, pero lo notó. Su seguridad flaqueó por un segundo, captó el rápido viaje que marcó su mirada por todo su rostro con el desconcierto nadando en sus pupilas, y con ello el miedo, pero tan solo duró un segundo.

—No olvidaría a una mujer como tú —coqueteó, intentó alzar su rostro y besarla, pero no le fue posible —Basta de hablar —Alzó sus caderas causando más fricción entre los dos —Monta mi polla como una fiera, putita.

—¿Me recuerda, doctor Lowless? —repitió ignorándolo —Porque yo no lo he podido olvidar.

Soltó una corta risita por la nariz, enseñándole el blanco de sus dientes. Se volvió a repetir, su viril seguridad volvió a temblar, en sus ojos, y en el leve tirar que les dio a sus muñecas probando la eficacia de sus nudos.

—Inma... —Ella negó levemente —Este juego no es divertido.

—No —Aceptó. Sacó la lengua de su boca, y al posarla sobre sus labios se forjó un camino, lamiéndolo por todo el borde de su mandíbula hasta llegar a su oreja, marcándolo con un leve mordisco en su lóbulo —No es divertido que yo lo recuerde y usted a mí no.

Deslizó sus pechos sobre su rostro, dándole una suave caricia a sus facciones, antes de volver a enderezarse, encontrándose de nuevo con sus ojos.

—¿Me recuerda, doctor Lowless? —soltó por tercera vez.

Lo sintió tirar de sus piernas, con fuerza, pero no consiguió nada en lo absoluto, y al saberlo, el miedo en sus orbes se volvió permanente. Soltó su mandíbula, más no se alejó de ella, frotó su palma por su piel rasposa, su incipiente barba le causó cosquillas.

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