CAPITULO DOCE

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La huida de Charlie Brownbear le había resultado a Amelie, en todos los ámbitos, beneficiosa, había vuelto al laboratorio para continuar en el ejercicio de su carrera, pero también, había provocado la estadía continua de Blue, su hermana, en su vida

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La huida de Charlie Brownbear le había resultado a Amelie, en todos los ámbitos, beneficiosa, había vuelto al laboratorio para continuar en el ejercicio de su carrera, pero también, había provocado la estadía continua de Blue, su hermana, en su vida. Desde aquel fatídico día, en un acuerdo silencioso, había comenzado a quedarse en el apartamento, cada noche, algunas madrugadas, volvía, sin importar la hora, cada vez que despertaba por las mañanas ella se encontraba a su lado en la cama, con su brazo delgado alrededor de su cintura como cuando eran niñas. A diario se daba un desayuno juntas y un conversatorio amable sobre cualquier tema.

Le gustaba el orden, le gustaba vivirlo así, tenía todo lo que necesitaba, su profesión, su hermana cómo única compañía. Aún no dejaba ir de todo lo que había sucedido, sentía miedo por momentos, de que volviese, de que alguien más intentara lastimarle, igualmente se esforzaba todos los días por continuar viviendo, disfrutarlo, e ir bajando un poco la guardia, relajándose, sin autosabotearse la paz que experimentaba.

Había luchado, había ganado, no tenía razones para sufrir.

Llegó a las Industrias Brownbear a las siete en punto, era la primera en colocarse la bata, los lentes y guantes de protección para entrar al laboratorio, y también había sido la última en salir en repetidas ocasiones, no existía para ella nada más a lo que dedicar su tiempo que al estudio y la investigación. Después de ella, casi siguiéndole los pasos llegó su supervisor, el Doctor James Martin, ya pasaba los setenta años de edad, sin embargo, rebosaba mucho más en conocimiento al que Amelie disfrutaba de explotar.

Ambos se sumergieron en el estudio de las muestras recolectadas en el día anterior, el equipo se encontraba en medio de una investigación química de los componentes del corticosteroide con el fin de mitigar los efectos secundarios del tratamiento dirigido a los pacientes con esclerosis múltiple, una enfermedad neurodegenerativa.

El trabajo era intenso, poco tiempo de descanso, sin embargo, en uno de ellos, el doctor los reunió a todos en la sala con una importante información a compartir, tenía sentimientos encontrados al respecto, tras una breve introducción, anunció:

—He decido presentar mi jubilación frente al Consejo Directivo —Recibió sus bocas entreabiertas, la sorpresa, como una respuesta silenciosa —Como saben, he dedicado más de cuarenta años a la química medicinal, los fármacos y la investigación en general, ahora mismo deseo tomarme un descanso, tomar otras experiencias, entre otras cosas.

—Lo vamos a extrañar —dijo una de los científicos, y el resto asintió.

—No demasiado, ya verán —bromeó —Junto a mí jubilación, he propuesto un par de nombres para el siguiente supervisor de proyectos, de lo que estoy seguro, la decisión que se tome será la indicada.

No pronunció nada más al respecto, aún cuando la curiosidad brillaba en sus pupilas y la pregunta, curiosa y directa, salió de uno de sus científicos, no estaba entre sus intenciones convertir el laboratorio en un choque de Titanes compitiendo por el primer lugar. Volvió a centrarse en su próxima partida, recibió sus respuestas de afecto, Amelie fue la última en decir:

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