CAPITULO ONCE

180 26 5
                                    

El agente Evans entró en la oficina de su superior, el director adjunto de la División de Investigación Criminal del FBI, Benjamin Breyer, a primera hora de la mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El agente Evans entró en la oficina de su superior, el director adjunto de la División de Investigación Criminal del FBI, Benjamin Breyer, a primera hora de la mañana. Tan solo había bebido su primer café cargado cuando recibió la llamada, un nuevo caso, de carácter urgente.

Tomó asiento frente a él, quien le hizo saber, sin ningún tipo de rodeo, que se trataba de un brutal asesinato, le informó de la presencia de la policía en el lugar, ya estaban haciendo el levantamiento de la escena, sin embargo, se requería la presencia del FBI, esencialmente de su equipo la Unidad de Crímenes Violentos.

—La noticia se ha corrido apenas ha salido el sol —le indicó su superior —. Ya se ha cercado el perímetro, se han alejado a todos los curiosos, pero debemos mantener la mayor discreción posible —Asintió levemente —Se trata del cardiólogo Sam Lowless, muy reconocido en su rama, dueño de una respetable clínica —A su mención, mantuvo la vista fija en sus ojos —Le conocía, Luke, era el medico de mi esposa.

—Lo siento mucho, señor.

El director negó, dejó una pequeña pausa donde ambos se miraron, leyéndose mutuamente, soltó un pequeño suspiro antes de confesar, inclinándose escasos centímetros hacia adelante:

—Era un buen médico, nada más —Hizo una nota mental, repitiéndoselo, para investigarlo después —. Necesito que te pongas al mando y llegues al fondo de todo esto antes de que se salga de control.

El agente Evans asintió, sin embargo, tenía una espina guardada tras la última vez que había ocupado ese mismo asiento, y antes de irse, prefirió sacarla. Callarse cuando algo le incomodaba no era su método, prefería ir de frente.

—Espero que esta vez se me permita hacer mi trabajo.

—¿A qué te refieres?

—Charlie Brownbear, señor —Observó el leve temblar de su mandíbula al apretarse —, Espero que, una vez que he conseguido llegar a un posible fondo que no se me cancele la investigación porque no le conviene a la supuesta víctima.

La ironía en sus ultimas palabras aumentó la tensión.

—Tienes razón, sé que la tienes ¡demonios! —Se sobó la mandíbula a la vez que negaba —Y tú sabes que nosotros no podíamos hacer más. Los Brownbear retiraron la denuncia, y la chica...

—Amelie Hemmings —le interrumpió.

—Amelie Hemmings no realizó ninguna denuncia —completó. El agente Evans lo tenía claro, contuvo el suspiro para no delatarse más —. Te necesito centrado en el caso de Sam Lowless, si no puedes hacerlo dímelo ahora mismo —Se quedó callado, él podía hacerlo —No tienes de que preocuparte, ¿entiendes? El asunto de Charlie Bronwbear quedó cerrado, pero a ella no le va a pasar nada, de eso me he hecho cargo.

Se produjo un segundo intercambio de miradas, donde terminó por creer, confiaba en su superior, llevaba años trabajando con él, bajo su dirección, y sabía que, bajo ninguna circunstancia mentiría sobre la seguridad de ninguna persona. Le tendió la mano, y éste se la sacudió con firmeza, manteniéndole fija la mirada.

AMELIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora