Sepulcro {JJP}

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El Valle de las Reinas es una necrópolis, semejante al Valle de los Reyes. Ambos sitios cumplían la misma función. Allí se guardaron los restos de los faraones, príncipes y nobles del antiguo Egipto y se les enterraba con sus pertenencias para llegar a la otra vida con sus lujos. Lugares rodeados de misticismo y misterio, que, entre más decía, más ocultaba; lugares con mensajes importantes para el mundo, pero que fueron olvidados, con el sol como testigo de todo lo que la arena ocultó.

Científicamente, se sabe muy poco de esos lugares, pese a las muchas investigaciones ya hechas, se cree que todo lo encontrado no es ni el ápice de la cantidad de tumbas, pasadizos, cámaras ocultas, escrituras que indicaban la existencia de otras tumba y coordenadas de historias que deseaban ser olvidada, sin embargo; el pasado persistiría si no era cerrado adecuadamente.

Lim JaeBeom, un gran arqueólogo y egiptólogo, había encontrado cierta información que le interesaba a los traficantes, hombres carentes de moral que querían conseguir a como diera lugar aquello de valor que pueda envolverlos en fajas de dinero. La información que tenía a mano, valía millones, muchos miles de millones.

El Valle de Las Reinas liberó ubicaciones de otras tumbas, tumbas supuestamente malditas, cárceles de almas que fueron condenadas a la oscuridad. ¿Qué es lo que habría en esos lugares?, ¿qué pasajes de la historia ocultaba?

Bueno, allí iba a averiguarlo.

Fue requerida mucha mano de obra, gente de confianza y maquinaria especial para no dañar el lugar. Los primeros días fue sofocante, el calor, el trabajo pesado y lo difícil que era acceder a todos esos lugares; ya días posteriores la cosa había aflojado, mas, muchos no dejaron de pensar y tener empatía por aquellos esclavos que apenas eran recompensados con tres gotas de agua.

— ¿de verdad quiere abrir este sitio? — Park JinYoung, parte de la mano de obra y algo supersticioso, había preguntado justo cuando dieron con la entrada de mármol y estaba a una sincelada de ser abierta.

— ¿crees en las maldición de Tutankamón? — preguntó Lim con tono de burla.

— solo me pregunto si el seguro de vida cubre maldiciones. — contestó, intentado ser bromista. — ¿usted cree en un dios?

— ¿eso qué tiene que ver?

— creo... siento que... que cuando abramos este lugar, cosas malas pueden suceder. — dijo algo apenado.

JaeBeom no puso interés en lo dicho y, sin más, la cámara fue abierta.

La gente que abrió el lugar tenía puesto equipo apto para proteger sus cuerpos, no se sabía lo que allí había, las toxinas a las que se expondrían o, incluso, el olor a muerto, por lo que tenían que resguardarse de cualquier amenaza que saliera de allí. Pese a que sonara más a mito de película, algunas tumbas contaban con trampas para evitar a intrusos y a saqueadores, cazarecompensas. Muchos fueron los hombres sin nombres que se atrevieron a entrar a una tumba y cayeron en una trampa cazabobos, algunos afortunados solo perdían alguna extremidad y vivían lo suficiente para advertirles al mundo del poder de las trampas y que la muerte era algo que debían respetar, otros, sin embargo, quedaron abandonados y exhibidos, sin pena ni gloria, humillados, con sus órganos expuestos y sus rostros momificados con muecas llenas de dolor y desesperación.

Con máquinas de alta tecnología determinaron qué tal era la calidad del aire allí dentro; cuando se calificó apta, el personal entró. JinYoung observó desde afuera, esperando a que todo el mundo entrara y él los seguiría.

Caminó algo nervioso entre la oscuridad, hasta que finalmente alumbraron con enormes linternas, revelando los primeros senderos, pasadizos y escritos en las paredes.