Epílogo

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Pasado un tiempo después de todo ese tropiezo histórico, JaeBeom dejó que Park descansara en su casa, con sus tres gatos, en una vida digna y llena de amor; salió de cacería. Entendió que se necesita un monstruo para matar a otro monstruo. Las personas tenían aquel debate ético de si la vida de un ladrón merece la misma dignidad que la de una persona correcta, si un asesino merece una vida plena luego de haber causado tanto dolor. Lim comprendió que ellos habían renunciado a su alma hace mucho, carecían de humanidad y, por ende, no eran dignos de recibir un trato igual. El mundo mortal no sería capaz de entregarles un castigo acorde con sus pecados, por lo que, como un dios en la tierra, podía decidir quién era digno y quién no.

Empezó con el tráfico de niños del cual JinYoung había sido víctima. Hombres y mujeres, violadores, proxenetas, pedófilos y pederastas: los asesinó a sangre fría y corrió a poner en un lugar a salvo a los niños. Antes, hubiera deseado ser reconocido por hacer algo tan heroico, pero ya no más, recibir a los niños entre sus brazos le bastó para sentirse completo. Los asesinos se dispararon a sí mismos, atormentándose con las imágenes del infierno que ellos mismos habían hecho y los ladrones se cortaron las manos.

La delincuencia disminuyó drásticamente en Egipto, pues muchas de las personas ligadas al tráfico, mercado negro y trata humana que dirigían otras redes en otras partes del país e incluso el mundo, murieron de formas tan atroces, ya sea a través de un suicidio o asesinados luego de tanta tortura. Los últimos suspiros de esos delincuentes fueron una probada del fuego infernal en el que arderían por el resto de la eternidad.

Cuando JinYoung vio todo eso en la tele, vio directamente a JaeBeom, que tenía una perpetua tristeza gravada en su rostro. Entendía que él era el causante de esas muertes, y eso era lo que lo atormentaba profundamente. Se acercó a él y tomó su rostro.

— ¿cómo te sientes? — le preguntó; la pregunta más humana e importante de todas.

— estoy cansado, del mundo... de su gente. — murmuró agotado; Park le hizo pequeñas caricias en su cabello negro, recostándolo en sus piernas.

— está bien, eso está bien... — le dijo. — conectaste con tu humanidad, esto es ser humano. JaeBeom...

— Jay B. — le interrumpió. — desde hoy en adelante dime Jay B; JaeBeom era ese hijo de puta que vivía en su burbuja, ahora soy Jay B. — JinYoung le sonrió, acomodando los mechones su cabello largo y rebelde, alejado de la imagen que tenía cuando era egiptólogo. — y... no sé si eres tú, tu forma de irradiar amor o por lo que pasó en ese lugar...

— tal vez tendrá que ver un poco de todo. — contestó. — tal vez cambiaste de parecer antes de convertirte en eso, porque no muchos serían capaz de convertirse en lo que tú eres ahora, al menos, no para devolverle la vida a un extraño y su mejor amigo. Lo arriesgaste todo para traernos devuelta. Después de eso, abriste los ojos.

Jay B se puso de pie, tomando de la cintura al menor, alzándolo suavemente; JinYoung rió dulcemente.

JaeBeom había cambiado descomunalmente, era más feliz y se permitía recibir el afecto que el castaño le ofrecía, mas no se atrevían a darse una oportunidad pese a la enorme química que surgió entre ellos después de tanto horror. No era para menos, los sacrificios que habían hecho el uno por el otro hicieron que sus puntos de vista sobre sí mismos y del contrario cambiaran radicalmente.

Ciertamente, la buena relación se fue afinando y desenvolviendo cuando JaeBeom lo ayudó a tramitar todos sus documentos para ser un hombre libre y le dio asilo en su hogar, dándole tiempo para aprender a construir una vida propia. Sin embargo, ambos de habían acostumbrado tanto a la presencia del otro que construir una vida por separados sería algo innecesariamente doloroso.

— vámonos... — le sugirió Park. — carguemos el auto de gasolina y vámonos lo más lejos de este lugar, lejos del dolor y del luto... aunque, bueno, el gasto solo lo tendrás tú... mejor olvídalo...

— no. — le interrumpió Jay. — WonHo se fue a Estados Unidos, consiguió un novio que es modelo, gana dinero y ya consiguió una casa... tal vez yo influí un poco en eso, pero nosotros también merecemos ser felices. Vámonos tan lejos como queramos.

— pero... tu carrera, tu dinero, tu hogar...

— jamás tuve algo a lo que aferrarme, solo era yo y jamás hice amigos o una familia. Seamos los dos, seamos esa familia que no tuvimos, olvidemos nuestro pasado y hagamos un futuro juntos. — el castaño apartó la mirada apenado. — está bien... no olvides lo que te hice, es más, si crees que JaeBeom volvió, puedes abandonarme y aborrocerme, porque me lo voy a merecer, pero dame una oportunidad para demostrarte que soy diferente.

— desde que salimos de esa tumba has sido diferente, pero necesito tiempo, mucho más tiempo.

— no seamos una pareja de novios, solo amigos, tengo tiempo para esperarte toda ala vida. — el menor sonrió sonrojado y, sin más, le dio un beso en la mejilla.

Maletas, comida y los gatos, era lo único que necesitaban. JinYoung subió ilusionado, mirando su futuro en la carretera. Jay vendió su casa y los muebles, consiguiendo una gran cantidad de dinero. Sobre el camino, ambos podrían conseguir trabajos para conseguir un ingreso extra, el dinero no sería problema durante mucho rato.

— ¿estás listo? — le preguntó el mayor, arrancando el motor.

— estoy listo. — le contestó, dándole un beso en la mejilla. Ambos sonrieron con felicidad.

Pisó el acelerador a fondo para huir de África. Buscarían un nuevo mundo donde vivir. El menor se negó ante la idea de asentarse en Corea del Sur, pues no era un lugar donde no sería capaz de ser feliz ni de olvidar. Inglaterra era una buena opción. Fue un viaje eterno, donde dejaban migajas de pan.

Su primer amor, su primer beso, su primera vez...

Un viaje donde, más que encontrar un hogar, se encontraron a sí mismos. No tan solo se enamoraron, encontraron un amor propio. Jay había aprendido a ser feliz y aceptar esa parte divina que repudiaba, a través del incomensurable amor que Park le entregaba. No era algo que necesitaba ya, aprendió a vivir con ella, no la escondía, pero no la presumía. JinYoung se sintió orgulloso de él.

Al llegar a Londres, compraron una casa, sacaron los papeles de nacionalidad y contrajeron matrimonio, pues el verdadero amor no se encontraba necesariamente en aquella pareja dispareja, sino que su mejor amigo.

— ¿crees que este sea un final feliz o un comienzo optimista? — le preguntó Park a Jay.

— esto es una eternidad, no hay un comienzo ni un final, pero concluimos un capítulo oscuro. — le respondió, abrazando a su pareja para darle un beso en la frente. — hay mucha oscuridad escondida, pero nosotros ya estamos preparados para enfrentarla.

— WonHo me envió un mensaje, diciendo que su hijo ya nació. — le contó, mostrándole el mensaje. — es un hermoso niño.

— entonces... es un final feliz. — contesó.

Mas no es un epílogo, es un prólogo.









Sepulcro {JJP}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora