⁰⁷

91 13 1
                                    

JaeBeom condujo hasta un hotel y pagó un cuarto con una de sus tarjetas, todo al contado porque estaba bastante furioso y no quería solucionar problemas económicos a futuro. Ya le valía todo. WonHo estaba cargando a JinYoung sobre su espalda, el pobre estaba tan cansado que se hubiera dormido en el auto mismo, pero el miedo lo tenía paralizado, lo había... lo había hecho diminuto, estaba vulnerable y no era capaz de mantenerse de pie por sí solo.

Subieron hasta el cuarto, notando que el amanecer había llegado, pero necesitaban recuperar energías. WonHo acostó al menor, quien ya estaba en los brazos de Morfeo.

— ¿ya se te pasó la rabia?

— no, aún no, pero estoy cansado como para preocuparme de mis sentimientos y emociones ahora mismo. — alegó, cruzándose de brazos. — haremos guardia para protegernos. Con JinYoung no podemos contar.

— yo me iré a dormir, entonces. — contestó Lee, acostándose en el sillón. — eres el único gran egiptólogo que puede descrifrar la solución a este enorme problemas. Buenas gracias, muchas noches. — comentó, disponiéndose a dormir.

— todos los documentos quedaron en mi casa, ¿cómo le haré?

— tu celular. Listo. — respondió, dándole la espalda.

Lim suspiró. Estaba solo en esto, teniendo a cuestas a un ladrón y a un amigo traidor; el destino de Egipto y del mundo, estaba en sus manos. Las horas transcurrieron, hasta que JinYoung se despertó solo, ya más calmado, pero tenso y tembloroso.

El castaño miró al arqueólogo y se acercó a él, notando que estaba escribiendo notas en servilletas.

— ¿tienes la suficiente decencia de ayudarme a resolver esto o tengo que atarte a la cama con mi cinturón? — le preguntó el mayor, pateando una silla para que el chico se sentara en silencio.

— no es necesario atarme, pero no sé si pueda ayudarlo a resolver este problema. — contestó con la cabeza baja, sin ser capaz de verlo a los ojos, juntó sus rodillas y observando sus zapatillas llenas de tierra, incluso... algo rotas. — pero podría intentarlo. — Lim lo miró despectivamente.

— eres niño aún, tal vez yo pueda moldear tu cabeza para que aprendas un poco y entiendas.

— no es necesario. — murmuró. — la tumba está maldita por algo que quiere aparentar ser un dios. — comentó pensativo. — es una leyenda que leí cuando era más pequeño, creo que cuando tenía 11; un hombre ambicioso busca ser el emperador de todo el mundo y ser bañado en sus riquezas, el Dios de la muerte le iba a conceder su deseo, pero solo logró hacer la mitad del ritual. Se volvió inmortal, pero sacerdotes lograron dormirlo para siempre y la tumba fue sellada con mercurio y el desierto prometió guardar el secreto.

— ¿de casualidad no terminaste de leer todo?

— eso era todo, aunque sabía que había más, la continuación fue arrancada, faltaban páginas. — contestó. — pero, tal vez, podamos encontrar la forma de volver a dormirlo y mantenerlo vigilado para siempre.

— ¿dónde lo leíste?

— en la biblioteca de Alejandría, creo que pertenecía a la parte de los escritos rescatados de la vieja biblioteca.

— tal vez allí hayan más respuestas que estas fotografías insípidas.

— no lo dudo, pero, ¿y si los tipos de anoche vuelven?, ¿quiénes eran?

— aparte de los bastardos hijos de la perra cazatesoros, están los cultos que veneran a los antiguos dioses, roban cosas para seguir viejos rituales, incluso hacen sacrificios. He conocido muchos alrededor del mundo, son más peligrosos que cualquier ladrón del mercado negro, asesinan si es necesario para seguir con su culto y compran a las autoridades para jamás pagar sus delitos; no tan solo estamos ante una momia asquerosa necrótica, sino que también tenemos en nuestra contra a esa secta, y seguramente buscan lo que robaste, pensaron que era en mi casa y no resultó ser así...

Sepulcro {JJP}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora