5 -Autodefensa

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El casino siempre estaba abarrotado de cientos de personas entrando y saliendo a todas horas, con un número tan grande de clientes en Las Nevadas se veía de todo

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El casino siempre estaba abarrotado de cientos de personas entrando y saliendo a todas horas, con un número tan grande de clientes en Las Nevadas se veía de todo. Ludopatas, criminales, mafiosos, psicópatas, pero por sobre todo: Pervertidos.

Los trabajadores de Las Nevadas eran atractivos nadie podía negar aquello,  los funcionarios sabían de esto y lo utilizaban a su favor, ropas ajustadas, juegos de palabras y quizás algo de pole dance si estaban de humor.

Pero había algo que los apostadores  habituales sabían que no debían hacer bajo ninguna circunstancia.

EL niño JAMÁS se toca.

No porqué no quisieran, entre el mar de pervertidos muchos de ellos babeaban con la idea de meterle mano a un jovencito como él. Pero no era una buena idea.

Purpled estaba sirviendo algunos tragos en la mesa de la ruleta, daiquiris,  margaritas y shots de tequila, entregó estos a los clientes correspondientes y se dispuso a regresar a la barra. Entonces algo le hizo ponerse tenso.

Un agarrón. Los ojos del chico se dirigieron rápidamente al hombre responsable, doblaba su tamaño y le triplicaba edad, el degenerado tenía una sonrisa de oreja a oreja.

El hombre esperaba ver los ojos cargados de terror del adolecente, que comenzará a tartamudear y que incluso saliera corriendo del lugar con lagrimas en los ojos.

Purpled sujetó la mano con la que le habían manoseado y sin remordimiento alguno le rompió el brazo, se escuchó el crujido del hueso. El hombre aúllo de dolor e intentó golpearlo por reflejo, esquivó con facilidad y con una llave lo inmovilizó en el suelo, una vez sometido se sentó sobre él y comenzó a golpearlo.

El resto de trabajadores vieron el incidente, pudieron haberlos separado pero en su lugar hicieron oídos sordos, dejando que el muchacho se hiciese respetar.

Se detuvo solo cuando sintió una mano en su hombro, era Quackity quién le indicaba que dejara al pobre hombre en paz, Purpled se puso de pie con los nudillos manchados de carmín.

—Suficiente. Tómate quince minutos, ve a despejarte.

—¡Pero Quackity! Este tipo-

—Callate, dije que fueras a despejarte, Ahora.

El rubio aceptó a regañadientes y se retiró limpiándose la sangre en su traje, Quackity ayudó al hombre a levantarse y lo acompaño a la salida.

—¡Tu empleado esta loco! ¡Por poco y me mata!

—Si, a veces puede ser algo intenso.— Le sacó del casino y se alejó junto con él del lugar.

—¡Deberías poner en su lugar a ese pequeño hijo de puta!

—Si señor, como usted diga.— dijo el pelinegro sin prestarle atención, estaba demasiado ocupado cargando su ballesta.

Oh si, quien tocase al menor jamás era vuelto a ver con vida. Quien sabe por qué.

Época de cambios [Dream SMP] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora