~IX~

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10 largos días habían pasado desde que Daemon dejó King's Landing hasta que estuvo de vuelta, y tal y como se insinuó anteriormente, volvió perdidamente enamorado de la reina de las islas heladas.
Nunca le diría a la mujer aquello, o al menos, no de forma seria. Le gustaba molestarla.
Habían desarrollado cierto juego mutuo, un ida y vuelta algo confuso para el resto de personas, pero que para ellos era una peculiar muestra de afecto. Era divertido, con un evidente coqueteo provocador.
El príncipe, al igual que su dragón, vivía en las nubes. O al menos fue así hasta que regresó a King's Landing y vio el trono de hierro.

Es lo que anhelaba.

—... ¿Qué dices? ¿Vienes?—

El rubio miró a Freyga, quien cambió su expresión a una confundida por su actitud distraída.

—¿A dónde?—

—A la isla, debo preparar todo antes de que Lord Stark llegue... ¿Estás bien?—

Daemon finalmente reaccionó, por lo que le sonrió a la mujer.

—No sé si quiera ir a tu islita, hace mucho frío.—caminó hasta el trono, dónde se sentó.

—No deberías sentarte ahí, Daemon.—

—¿Por qué no? Va a ser mío tarde a temprano... ¿A dónde vas?—

Freyga se dió la vuelta y comenzó a alejarse.

—Lejos. No quiero estar aquí cuando Viserys llegue y te vea ahí sentado. Pensará que estuve de acuerdo o algo así... Nos vemos luego.—

Daemon no le dió mucha importancia, simplemente se quedó ahí sentado, imaginando cómo sería su día a día en ese trono.

Sería el más grande,
el más poderoso...
Sería el rey.

Sonrió sin darse cuenta.
Por primera vez en mucho tiempo, sacó a cierta mujer de sus pensamientos.

~•~

—Carta de Laenor Velaryon, mi lady.—

Un mensajero se acercó a la mujer, quien dibujaba desde lejos a Syrax.
Freyga dejó a un lado su cuaderno y tomó emocionada aquel sobre, pues le hacía ilusión saber de su amigo. Frunció levemente el ceño al leer el contenido.

—Tal parece que me toca sacarte de apuros...—miró al mensajero—. ¿Podría esperar unos minutos? Escribiré una respuesta ahora mismo.—

El chico asintió sin dudar, quedándose ahí parado mientras la reina sacaba una hoja de su libro y comenzaba a escribir.

~•~

—¿Cómo les fue en Winterfell?—

Viserys miró a su hermano y luego a Freyga, quien estaba más enfocada en hacer reír a la pequeña Helaena.

—Para mi fue normal.—Daemon le restó importancia—. Deberías preguntarle a la que compró un pueblo si se divirtió.—

—Si~, me divertí.—Freyga finalmente se animó a cargar a la bebé—. Forjé alianzas, restauré una casa y descubrí el vino más delicioso de los siete reinos.—

Viserys rió con aquello.

—Es asombroso que en tan poco tiempo hayas logrado tan maravilloso avance... Pero debes pensar que aún hay algo que debes solucionar.—la mujer lo miró con curiosidad—. Tú descendencia.—

~•~

Eran altas horas de la noche cuando Daemon salió al balcón de su cuarto, observando en silencio la oscuridad del pueblo. Fue entonces que la vio. Freyga salía de la fortaleza junto a Syrus y se escabullían en la oscuridad de la noche.
El hombre no tardó en salir a buscarla.

~°Danza de Fuego y Hielo (Daemon Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora