~II~

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—¡Ataca, Syrus!—

La pequeña princesa se refugió de inmediato tras los restos de un viejo barco, dándole aquella orden al enorme zorro sobre las cuevas.
Desenfundó su espada, mirando como Syrus acababa con los arqueros del lado oeste. Tardaría mucho en rodear y llegar a los del otro lado, por lo que las flechas de ese rincón no tardaron en lloverle.

Tal vez Lord frizz tenía razón... debía esperarlos.

Pensó con cierta frustración, pero al ver una vez más los restos del barco Vulpine se deshizo de esas inseguridades.

—Nuestra casa no retrocede, mierda...—suspiró.

Tomó un escudo algo destruido de entre las ruinas y se alistó para salir de su escondite, cuando un rugido aterrador la hizo congelarse.

¿Qué diablos era eso?

~•~

—Esa mujer... Será nuestra carnada.—Daemon miró a Laenor con una pequeña sonrisa, tomando su casco y encaminándose a Caraxes—. Rodeemos las cuevas y ataquemos, están comenzando a salir.—

—Bien, pero de ser posible... Salvemos a la chica.—el joven Velaryon se colocó el casco—. Sirvió para el plan, mínimo salvemos su vida.—

—... No prometo nada.—

~•~

Dragones.

Freyga miraba anonadada a las majestuosas criaturas sobrevolando la isla.
Se hubiese quedado todo el día ahí mirando de no ser por la aparición de cierto zorro.

—Syrus, amigo... Bien hecho.—rascó su cuello, quitándole pequeños bufidos—. Pero aún no termina ¿Si? Ayúdame por favor.—

El animal no dudó en agacharse y permitir que la chica lo montara.
La princesa salió a toda velocidad montada en el lomo del zorro, corriendo en zig zag para evitar la mayor cantidad de flechazos posibles. El viejo escudo ayudó bastante con ello.
Apenas vislumbró a Drahar, Frey bajó de Syrus y se encaminó a la cueva donde el hombre retrocedió. Estaba cegada.
Apenas se detenía para acabar con cada soldado que se cruzara en su camino, sin molestarse en apartar la vista del alimenta cangrejos.
Estaba por entrar al oscuro umbral, cuando una mano se apoyó en su hombro. No dudó en atacarlo, pero el hombre se defendió hábilmente.

—No te entrometas, soldado.—Frey finalmente miró al hombre, sorprendiéndose al ver su rostro ensombrecido.

—Tú te entrometiste primero... señorita.—Daemon se adelantó—. Drahar es mío.—

Negada a quedarse atrás, Frey se puso a su par.

—Mató a mi padre y mi gente, es mío.—

—Me temo que es no es posible... Debo matarlo yo.—

Freyga no dijo nada más, solo se limitó a caminar en silencio junto a aquel desconocido.
La oscuridad los rodeaba, siendo una pobre luz filtrándose por la entrada de la cueva lo único que aclaraba el camino.
Entonces atacó.
Freyga esquivó por poco el golpe de Drahar, pero antes de poder contrarrestar, Daemon ya lo había atravesado con su espada. Entonces la subió, partiéndolo en dos.

—Al final sí fue mío.—

A pesar de que no podía verse mucho, la sonrisa algo maliciosa de Daemon parecía iluminar la oscuridad.

~•~

—¡Señorita Freyga!—

Frizz bajó de aquel bote casi de un salto, acercándose apurado a la chica sentada en unas piedras a orillas del mar.

~°Danza de Fuego y Hielo (Daemon Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora