~VIII~

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Daemon no decía nada.
Sabía que debía apartarla.
Sabía que aquello no era del todo correcto

Y por eso le encantaba.

—¿Tú crees que la única manera de que una mujer sea provocativa es estando desnuda?—Freyga se pegó a Daemon, apenas rozando su cuello con la boca—. ¿Me dices que esto no te genera nada?—dejó un besito en su cuello—. ¿Ni un poquito? No me toques.—apartó la mano que intentó sujetar su cintura.

Daemon tensó la mandíbula al sentir cómo la rodilla de la mujer de acomodaba entre sus piernas, ejerciendo apenas presión.

—Dije que no me toques.—volvió a apartar la mano de Daemon, pero esta vez entrelazó sus dedos, pegándolos a la pared—. Si tú no me tocas... Podré decir sin culpa que no me pusiste un dedo encima.—Freyga rió contra su pecho, haciendo que Daemon se tensara aún más.

En cuanto la mujer liberó la mano ajena, dirigió las suyas propias al rostro ajeno. Lo acunó entre sus manos, sonriendo al ver lo ansioso que estaba.

—¿Qué te parece?—esquivó risueña el beso que Daemon intentó robarle—. ¿Fui lo suficientemente provocativa?—presionó aún más su entrepierna, ensanchando su sonrisa—. Tal parece que sí...—

Daemon terminó de perder la paciencia, por lo que tomó la iniciativa y en un rápido movimiento puso a la mujer contra la pared.
La continua presión de la mujer en su entrepierna se detuvo por el movimiento, permitiendo que el hombre se relajase un poco. Pero aún estaba ansioso.
El fuerte aroma del dulce vino que emanaban los labios de la mujer se mezclaban con el aroma a lavanda que ella misma tenía, creando un casi afrodisíaco perfume que Daemon comenzaba a cuestionarse si debía agregarlo a la pequeña lista mental de cosas que amaba de Freyga.

—¿Lo disfrutaste?—la mujer no apartó a Daemon apenas apoyó la frente en su hombro, intentando recuperarse un poco—. Fue divertido.—

Los lejanos bufidos de Syrus hicieron que la mujer lo apartara sin dudar, saliendo apresurada en busca de su peludo amigo.

—¿No pensarás dejarme así?—Daemon habló por primera vez.

Freyga, quien había llegado al final del callejón, volteó a mirarlo algo tambaleante por el alcohol en sangre.

—¿Por qué no? Solo estaba jugando... ¿Lo olvidas? Mi pasatiempo favorito es la pintura, no coger en callejones. Eso es lo tuyo~

—¡No seas así!—

—El que se ofende pierde, dragón.—soltó risueña.

Antes de poder reclamarle algo de nuevo, Syrus finalmente apareció. Luego Joseph. El guardia tomó la mano de la mujer y la ayudó a montar al zorro, quien caminaba con cuidado de no tirarla.
Daemon observó desde la oscuridad como el trío se alejaba. Se sentía frustrado. Frustrado y exitado.

Ya quería ver el rostro de la mujer en la mañana.

De momento... Tenía una larga noche por delante.

~•~

Cuando Dorah se sentó en la gran mesa del comedor, no tardó en notar el rostro agotado de su modelo.

—¿Cómo sobrelleva su primer resaca milady?—la mujer sonrió cuando la chica soltó un quejido agotado.

—Es horrible, Dorah... no dejes que vuelva a beber tanto.—

—Voy a intentarlo.—

Freyga recostó la frente en la mesa, intentando no vomitar la cena de la noche anterior.

~°Danza de Fuego y Hielo (Daemon Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora