CAPÍTULO 24: ARROGANCIA Y DESFACHATEZ EN EL CEMENTERIO

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una comida deliciosa señora – le sonreí a la madre de Blake y Amy.

-Elsa hija, llámame Elsa – me devuelve la sonrisa mientras abro la puerta.

Intento disimular mis prisas por no faltar el respeto a la familia Steven, pero sólo tenía 30 minutos para arreglarme y llegar al cementerio.

-Me temo que me tengo que ir – le digo a Blake.

-Lo suponía – pone cara de apenado – espero que lo hayas pasado bien – me sonríe.

-Claro – digo recordando la comida.

Amy jugaba con los macarrones y el queso, haciendo dibujos en el plato, mientras su madre le daba la comida haciendo el avión.

-No te vayas – me dice la pequeña de 5 años.

-Pero es que tengo que irme, porque tengo que hacer algo importante, pero prometo que volveré – la cojo y le doy un beso en la frente, ella rodea mi cuello con sus bracitos abrazándome cálidamente.

-Pero yo quiero que te quedes – dice llorando en mi hombro.

-Vamos princesita, vamos a echarnos una siesta y cuando despiertes ella estará aquí – dice Blake en un fallido intento de arrancarla de mi.

-Espera – sonrío – la voy a acostar yo, ¿dónde está su habitación?

-Sígueme – dice la señora Steven indicándome el camino. Subimos por las escaleras y girando la tercera puerta a la derecha.

Dejo a Amy en su camita y la tapo, se acurruca con Tara, un oso blanco de peluche y le canto una nana para que se duerma.

-Cantas muy bien – me dice Elsa mientras bajamos.

-Gracias – le sonrío agradecida.

-Eres increíble, nunca antes nadie había conseguido estrechar lazos con Amy de esa manera – me dice Blake sorprendido.

-Me gustan los niños – me encojo de hombros feliz.

-Ya claro – dice con sarcasmo – y yo me como los mocos.

-Es posible – río.

-No enserio, lo tuyo es un don – ríe conmigo.

-Bueno – le sonrío y bajo la cabeza – adiós – me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejlla – la pasé bien – abría la puerta y salí de allí, si no hubiera sido por...

-Espera – me agarra del brazo y me pega frente a él, estuvimos unos segundos que se me hicieron eternos, yo lo miraba con una sonrisa, y, cada vez que desviaba su mirada de mis ojos hasta mi rostro en general, su sonrisa desaparecía y sus ojos se oscurecían – gracias por todo – me abraza y suspiro de alivio, pensaba que iba a hacer otra cosa.

Le sonrío y me marcho, parece mentira tener un nuevo amigo así de raro, infiltrado en mafias, que trabaja en el F.B.I. y que mantiene a su familia con esa miseria de sueldo, haberlo visto casi morir delante de mí, junto a Luke, y a manos de Bruno... En el momento en que pensaba eso, me dirigía a mi casa para arreglarme, aceleré y aparqué rápido, en el salón no había nadie, miré mi móvil, cuatro mensajes nuevos, y dos llamadas perdidas, todo de mi primo. Imaginé que deberían estar todos en sus respectivas habitaciones, no me paré a comprobarlo y entré a la mía.

-Ya estoy aquí siento haberos hecho esperar – grité lo suficiente alto cómo para que los cuatro me escucharan.

Me duché rápido, sin lavar mi pelo.

Saqué mi vestido negro con la espalda descubierta con tiras anchas que eran tirantes cubriendo algunas partes de esta, era ajustado y por encima de las rodillas. Cogí los tacones negros, y un colgante de dos tiras plateado con diamantes de imitación. Me lavé los dientes, me hice un moño elegante –aunque para mí era un moño raro, era uno que mi madre me enseñó a hacer para ocasiones especiales – por último, me maquillé y cogí mi pequeño bolso/monedero, bajé las escaleras con el móvil en la mano, y el pequeño bolso gris, metí mis llaves y el teléfono dentro y me reuní con los demás. Miré la hora, faltaban 5 minutos, mierda, ya íbamos tarde.

Tú y tu mundo #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora