Capítulo 10

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—¿Tienes claro que es lo que debes hacer? —Preguntó el rey.

—Así es majestad —El guardia elevó la vista aún manteniendo su reverencia—Nadie sabrá quien produjo el ataque.

Ante el asentimiento del rey, el soldado salió del gran salón real para comenzar a preparar sus cosas.

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El calor en la habitación aumentaba, al igual que los suspiros que escapaban de la boca de ambos.

Sus respiraciones eran agitadas, Madara se recostó sobre la cama llevándose consigo al albino.
Acariciaba con cariño su espalda, subiendo y bajando su mano.

—Necesitaba esto —Habló luego de depositar un beso en los suaves cabellos grises.

—Y yo —Aportó— He de aceptar que no es muy agradable tenerte a mi lado y no poder satisfacerte.

La vibración que sintió Tobirama cuando el pelinegro rio, lo relajó mucho más de lo que ya estaba. 

Después de haber consumado su matrimonio, no habían vuelto a estar juntos.
El doncel no iba a negar que quería volver a estar con el Lord en la intimidad, experimentando las mismas sensaciones placenteras que había sentido en su primera vez, sin embargo, aceptaba que el enojo y la humillación por haberlo obligado a tomar las clases con Umiko lo superaban, dando paso a un evidente rechazo cada vez que él mismo trataba de satisfacerlo.
De todos modos, agradecía la paciencia y respeto con la que lo había tratado su esposo,  teniendo en cuenta que si él lo deseaba, podía tomarlo cuando le viniera en gana. 

Esa mañana todo estaba normal, al menos así fue, hasta que Madara decidió que era buen momento para poder estar a solas en su cuarto. 
El joven doncel no esperaba encontrarse con un lindo ambiente para relajarse junto a su esposo en una tina, con comida y bebida para acompañar. Tampoco se esperó que su Lord lo excitara con besos y caricias, aún en el agua.

Su negativa dicha entre suspiros, había provocado que el mayor se detenga abruptamente pensando que aún no era momento de volver a ser uno, creyendo que quizás todavía se encontraba enojado por lo sucedido.
Cuando abrió su boca para disculparse, la cerró de repente al oírlo mencionar que no era la hora de continuar, dado el hecho de que aún no era de noche. Con una sonrisa, el Lord se dispuso a demostrarle que no había horario a la hora de disfrutar del cuerpo del otro.

Las manos de Tobirama habían recorrido todo su cuerpo. Acariciaron cada trozo de piel con la que se encontraban, delinearon cada músculo de su cuerpo y cuando subió sobre él, acarició y besó cada cicatriz que tenía en su torso, mismas que fueron productos de batallas donde su clan había salido victorioso.

Había deseado tenerlo así desde hacía tiempo. Había hecho un esfuerzo sobrehumano para contenerse con el doncel durante todo ese período y le aliviaba volver a tenerlo de una manera tan íntima con su mirada llena de vida nuevamente.

—¿Haz hablado con Umiko? —Preguntó el mayor, interrumpiendo el cómodo silencio.

—Aún no —Respondió— Me da un poco de miedo lo que vaya a decirme.

—Ya pasaron dos días desde que decidimos que no continuarías con las clases, mi ángel —Tobirama levantó su cabeza para verlo— ¿Deseas que hable con ella?

—Por favor, hazlo. —Pidió suplicante logrando que Madara sonriera.

—Me ocuparé de ello ni bien termine contigo.—Habló decidido.

—¿Aún hay más? He quedado agotado —Rio cuando su esposo lo hizo girar sobre la cama para quedar sobre él.

—Por supuesto, ángel mío, mi deber es encargarme de que quedes plenamente satisfecho y quiero que vuelvas a estar sobre mi —El pelinegro llevó sus labios hacia el blanco cuello del menor— Ha sido muy placentero tenerte de esa manera.

Todo Por Amor (MadaTobi) (MadaraxTobirama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora