Capítulo 17

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Dos meses completos habían transcurrido y en ellos, se había concretado la unión entre Kakashi y Obito.

Todo estaba volviendo a la normalidad. Los golpes que Tobirama tenía, habían desaparecido por completo y aún no habían podido hallar al culpable del feroz acto.

La confianza del doncel había vuelto, tanto para si mismo al momento de pelear como hacia los hombres de su clan.

El albino se había disculpado con todos ellos, bajo la orgullosa mirada de su marido, por la manera en que los había tratado, siendo receptor de las ovaciones de sus súbditos.

Su matrimonio había mejorado notoriamente y finalmente, pudo volver a los entrenamientos con sus armas.

Sin embargo, últimamente los había cancelado por el malestar que sentía.

Desde hacía aproximadamente dos semanas, se sentía completamente paranoico.
Se sentía observado constantemente, era la misma sensación que sintió la noche anterior a que se produjera el ataque hacia su persona.
Ya no quería mantenerse alejado mucho tiempo de su esposo, se sentía seguro a su lado a pesar de no poder deshacerse de ese mal presentimiento que lo había estado acompañando desde que comenzó con todo eso.

—Nada malo sucederá.—Susurró.

—¿Me has hablado, mi ángel? —Preguntó Madara. El doncel solo negó con la cabeza y volvió su vista al frente, observando a su clan convivir en el almuerzo.

Ya no podía dormir bien. Siempre se despertaba a mitad de la noche completamente sudado y agitado.
El sueño se repetía constantemente, un hombre vestido con una yukata verde lo llevaba a la fuerza hacia las afueras de la fortaleza. Nunca había logrado ver su rostro, pero su voz le resultaba demasiado familiar.

Al no poder dormir, su cansancio era demasiado notorio. Sus ojos rubíes se mantenían abiertos a la fuerza, a pesar de que la mayoría de las veces observaba a todo el mundo con el ceño fruncido y sus ojos estrechos, tratando de que el ardor por el cansancio disminuya.

Un color azulado enmarcaban la parte inferior de sus ojos, mientras que en el borde de los parpados inferiores, se podía notar un color rojizo. Las ojeras resaltaban demasiado ante su pálida piel, misma que había quedado casi transparente.

Más de una vez, a la luz de las velas, el Lord lo observaba dormir, remarcando con sus dedos las venas que lograban resaltar debajo de su blanca piel.

El albino calló. Jamás le había comentado ni una palabra a su esposo, más que el hecho de no sentirse bien últimamente.

Y es que hacía poco tiempo había comenzado a tener náuseas con algunas comidas que olía o veía, como sucedió cuando sus hombres llegaron con los venados ensangrentados arriba de una carreta.

Fue vergonzoso y patético el haber tenido que girar para comenzar a vomitar el almuerzo de ese día.
No se había salvado de las preguntas de Madara y sabía que a pesar de decirle que solo era un malestar estomacal, su marido continuaba sospechando.

—¿Ángel? —Había preguntado el soberano— ¿Te encuentras bien?

—Si, solo me ha caído mal la comida, nada malo.—Sonrió cuando su pareja extendió su mano para limpiar su boca con un fino trozo de tela, de la manera más suave.

¿Es eso? —El doncel asintió decidido— No quiero pensar que te ha dado asco los venados, siendo que eres un buen cazador —Tobirama se enderezó en su lugar y suspiró— Ya sabes, con la sangre que cae de sus gargantas y ese olor a... —No pudo continuar, su marido estaba, nuevamente, encorvado a la espera de devolver lo que aún quedaba de su comida.

Todo Por Amor (MadaTobi) (MadaraxTobirama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora