Capítulo 23: Terapeate

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Capítulo 23: Terapeate

–¡______ conchetumare, bájate de ahí!– 

–Obligameeeee– me burlé desde el techo de la casa, con una botella de tequila en la mano

–Weona por favor, te vai a caer y te vas a hacer una nanita– me dijo el Angry, desesperado por la posibilidad de que me hiciese daño 

–¡A mi nadie me hace dañoooo, soy inVISIBLE!– 

–Weona tonta, es invencible, y no lo eris– me dijo el Kazu 

–A la guaaaan– conté en un inglés mal dicho, sacándome la polera y quedando en sostenes 

–¡wEONA POR DIOS!– me gritó el Micchi 

–A la chuuuuu– me desbroché la falda, sacándomela y quedando en calzones 

–______ para, todos están mirando– me dijo el Fuyu 

–Se mira pero no se toca– me reí. Le di un largo trago al tequila, dejándolo vacío, y lo lancé al pasto, de esa forma la botella no se quebró –Y la la... TRIIIIII– Tomé impulso y salté del techo 

–¡Noooo, Mikey!– gritó el Draken 

–Pero si yo estoy acá...– se quejó el bajito 

–Perdón, la costumbre... ¡_______!– volvieron su atención a mi, pero yo caí en la piscina de la casa, recibiendo gritos de aliento cuando saqué la cabeza del agua 

–Water drop chuchetumareeeeeee– alcé los brazos y grité, eufórica y más cura que la chucha. 

–_____ por la chucha, no volvai a hacer esa wea en tu vida ¿me escuchaste?– el Kazu me retó desde fuera de la piscina 

–Ayyy no seai fome– hice un puchero y me abracé al cuello de uno de los Haitani, quienes y estaban en la piscina 

–No, weona loca, no es de fome, es de preocupao ¿te dai cuenta de la wea que hiciste?– 

–Pero estoy bieeeen– me reí, mordiendo mi labio inferior 

–Hermano, la loquita está bien, dejala piola– dijo el Rindou, quien me tenía por la cintura 

–No soy tu hermano weon, y los dos son unos irresponsables culiaos, de seguro ustedes le dijeron que lo hiciera– les dijo el Kazu enojao 

–Yaaaa no peliennnn– dije, tapando mi cara con mis manos –No me gusta que mis amiguis se pelien– 

–Sólo te estoy diciendo que no lo hagai de nuevo– me regañó el Kazu 

–No eri mi papá, déjame tranquila– le saqué la lengua, y el pelo de plátano sólo giró los ojos y se fue con los cabros. 

Miré a los Haitani y me reí, había estado toda la noche con ellos y la estaba pasando la raja, ya ni me acordaba de porqué estaba triste, no sé si por el alcohol, la marihuana, o la pila que compartí con los hermanos, pero no me importaba mucho. Estos minos estaban muy wenos, daban los meos besos y tienen los meos cuerpos, me los como a los dos. 

Me llevaron a una esquina de la piscina y nos empezamos a comer, primero con el Ran mientras el Rin me daba besos en el cuello, y luego cambiaba, a veces era un beso de tres, y ya sentía el calor invadiendo mi cuerpo, más cuando el Ran pasó su mano por sobre mis calzones, haciéndome temblar. 

–No... eso no– lo detuve; podía estar muy caliente, pero no tenía ganas de tirar, la estábamos pasando bien sin necesidad de eso. 

–Bueno...– me respondió y siguió besándome. 

Mamá, me enamoré de un pandillero (Tokyo Revengers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora