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Un chico rubio manejaba con algo de prisa a la empresa, la reciente llamada de su amiga omega, lo hizo exaltarse, no entendía como era posible que alguien más ya había transferido los derechos de empresa de su fallecido esposo, eso era imposible, ...

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Un chico rubio manejaba con algo de prisa a la empresa, la reciente llamada de su amiga omega, lo hizo exaltarse, no entendía como era posible que alguien más ya había transferido los derechos de empresa de su fallecido esposo, eso era imposible, se necesitaba de la firma del propietario para realizar y en caso de que este no se encontrara, debían vender las propiedades o en su caso, heredarlas, la ultima opción era la más fácil para conseguirlas, pues técnicamente estas, pertenecerían a su recién nacida hija, claro que, quien llevaría las acciones, sería el abogado del omega o el mismo. Debía llegar al fondo del problema lo más pronto posible, no quería meterse en problemas legales y armar un escandalo, suficiente tenía con el problema en casa, no tenía la fuerza suficiente para lidiar con este problema.

Al llegar a la empresa, bajo de su auto y entregó sus llaves a uno de los trabajadores, ingreso por la puerta de cristal del edificio, no sabía que clase de postura o cara traía, pues todos sus empleados se apartaban con cierto temor, despues se disculparía con ellos. Subió al elevador y presionó el botón del ultimo piso. el trayecto se le hizo eterno, pero fue un momento de paz que necesitaba, debía pensar como enfrentarse al problema, siendo directo y profesional, de forma que terminara hoy mismo.

Las puertas del elevador se abrieron, las personas que se encontraban en el lugar, voltearon a ver con cierto nerviosismo al alfa, el chico ya tenía un porte intimidante por naturaleza, pero al verlo con aquella actitud de enojo, sin duda era ver a un demonio frente a ellos. Una chica beta de cabellos morados, hablaba por teléfono, al parecer ella era la más desesperada por recuperar las acciones del omega, pues claramente se podía ver una actitud fuera de su personalidad, todos ahí la conocían como una chica perfecta, dulce, amable y muy atrayente, pero ahora mismo, se comportaba como una fiera, pues las amenazas salían tan fluidas, que nadie tenía el valor de interrumpirla.

—¿Quién las tiene?

—voltea a verlo— ¿Crees que lo se? Si supiera quien fue el maldito ladrón que las tomó, no estaría discutiendo con este pedazo de inútil

—Ao-chan, el abogado ya dijo que la transferencia fue totalmente legal—dijo la pelicrema atrás de Yamabuki—.

—cargando a una bebé— es verdad, incluso mando por correo las fotos de los documentos

Dijo el chico de cabellos lima, mientras sacaba con cuidado su celular y mostraba al alfa, quien tomó el dispositivo para ver mejor la imagen.

—ni si quiera se digno en colocar su nombre en la firma

—quien compro los derechos debió ser alguien con mucho dinero, debe estar cerca de nuestra clase social

—¿De qué hablas Aoi?

—no cualquier empresario puede comprar el 70% de las acciones de una empresa de una forma tan precipitada

—tiene un punto

El rubio dejó el celular en la mesa, se fue a sentar tras su escritorio y tomó el teléfono de su oficina, marcando un número que solo él conocía, los demás se limitaron a esperar mientras cuidaban de la pequeña niña que ya se encontraba dormida en brazos de su tío Yamabuki, titulo que se auto otorgó el chico en cuanto conoció a la bebé. 
La línea del teléfono en espera, era lo único que escuchaba el rubio y le desesperaba, necesitaba escuchar la voz del propietario del número para tratar de relajarse. Solo bastaron unos segundos más, para que una voz femenina se hiciera presente.

En la relación... Mando YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora