Capítulo 16

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Jisoo siempre se mantuvo positiva, siempre tenía una sonrisa para dar y siempre podía hacer sentir a todos como en casa con un simple abrazo.

En su pecho, resguardada en sus brazos, Ryujin encontró lo que sentía como un hogar.

No se iba a dejar romper frente a Jisoo, ella no iba a ver qué tanto le afectaba su situación, por eso lloraba a solas, y se preparaba para cuando se encontraba con ella, con su mejor sonrisa, con un ramo de flores, con unos chocolates, o solo con un montón de besos y mimos a su chica bonita.

Jisoo le enseñó a tejer, pasaban toda la tarde juntas haciendo gorros y bufandas a veces, la mayor siempre la felicitaba cuando le salía más que bien.

Pasaron días, semanas le siguieron, y Ryujin despertaba cada mañana pensando que quizás sería la último, quizás se había acabado, quizás estaba sola de nuevo.

Pero Jisoo siempre contestaba sus mensajes, y siempre la invitaba a pasarla con ella.

No se atrevió nunca a preguntar cuánto tiempo le quedaba, aunque dudaba que la misma Jisoo lo supiera.

Cuando pasó poco más de un mes de lo que supuestamente era "su final", pero no había tenido más síntomas, no se había sentido peor, fue cuando ambas dudaron.

Sí, su cuerpo dolía, por las mañanas solía tener fiebre, estaba agotada y seguía igual de pálida, cada tanto su nariz sangraba, pero se suponía que a esa altura debía estar mucho peor sin la presencia de su quimioterapia, ni ningún medicamento muy fuerte, nada más que unas pastillas comunes y corrientes para sus dolores de cabeza o miorelajantes para sus problemas de sueño o sus dolores musculares.

Así que fue hacia el hospital una vez más, acompañada de su novia, para ver a su doctor, quién no disimuló bien su sorpresa de aún verla allí.

—Si usted quiere probar con la quimioterapia de nuevo, no tengo ninguna objeción, señorita Choi —dijo el hombre—. Haremos los exámenes correspondientes de nuevo y le recetaremos lo que necesite. Al final, nunca se sabe con estos casos, es genial que usted siga bien, la felicito.

Junto con eso, toda la semana estuvo llena de pruebas, llena de máquinas raras, agujas, muestras de sangre y de orina, y la pequeña Jisoo estaba más que nerviosa, moviendo su pierna de forma incesante, estaban esperando en una habitación a los resultados de las últimas pruebas, las que darían el pie a intentarlo todo una vez más.

—Ey, mi chica bonita —Ryujin se acercó a ella, tomando sus mejillas, haciendo que los pequeños ojos de la castaña la miraran.

Ryujin se había recuperado perfectamente, su cabello había vuelto a crecer, aún estaba bastante corto, de color negro azabache, igual a sus profundos ojitos amables, el rubor siempre estaba presente en sus mejillas, junto a esas líneas que se le hacían cuando sonreía, haciéndola ver sencillamente hermosa.

—Tu eres linda —dijo Jisoo, sonriendo—. Y te amo mucho.

—Ya bebé, guardate lo sentimental para la boda.

—Ryujin... —negó, para que no dijera cosas así.

—Bebé —acercó sus rostros y frotó sus narices levemente—. Eres una guerrera, más de lo que crees, más de lo que ves... Eres fuerte y ni siquiera te das cuenta, estás teniendo otra oportunidad, amor.

—Ryujin, no quiero hablar de-

—Pues qué mal —la interrumpió—. Debes saberlo, Jisoo, puedes lograrlo, yo creo en ti, eres mejor y mucho más que todo esto, y dentro tuyo lo sabes, por eso sigues peleando aunque creas que estás rendida, por dentro sigues, porque no estás cansada aún, porque sabes que puedes seguir... Eres un orgullo para mí.

Los ojitos de Jisoo la miraron con lágrimas, Shin prosiguió a besar su rostro, sus lindas mejillas, su naricita, sus lágrimas para borrarlas con besos.

—¿Crees que haya una cura que pueda servirme? —murmuró, había confiado en unos medicamentos más fuertes y no le habían hecho nada bueno, ya tenía desconfianza.

—Tonta, tienes la cura aquí al frente —respondió Ryujin, dándole un ligero cabezazo que la hizo apartarse.

—¿Tú? —sonrió como si fuera una broma más de su novia.

—El amor, Jisoo, el amor es la cura de todos los males, y te va a sacar de esto también, porque te amo de verdad y no me quedaré de brazos cruzados —dejó un pequeño beso sobre sus labios.

Jisoo estaba ruborizada, jugaba con sus dedos. Ryujin tomó sus manitos y las sostuvo como si fueran el mayor tesoro del universo.

—¿Sabes quién me enseñó eso? —preguntó la pelicorto—. Una chica bonita que me dijo que tenía un gorro de tapa de botella y que me donó amor para que yo viviera.

Choi sonrió con algo de vergüenza.

—Y ahora te donaré yo para que salgas de esta conmigo, linda —finalizó, dejando un beso en la nariz de su novia.

chemo; jinliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora