Ryujin entró con una amplia sonrisa al hospital, era la tercera vez en la semana que iba, para ver a una chica muy especial, llevaba una bolsa de regalo con algo que había hecho específicamente para ella.
Saludó a las enfermeras en su paso y a los doctores que cada tanto también aparecían.
Habían pasado varios años desde que se había curado, su vida era más que buena, estaba feliz y no había nada de qué quejarse al respecto, así que era muy usual que cargara con una sonrisa en su rostro.
Volvió al lugar donde una vez ella y su mujer también estuvieron, y fue hacia la habitación que conocía bien.
—¡Ryujin!
Al verla entrar, la menor alzó sus brazos y sonrió ampliamente.
—Hola de nuevo, Rinnie —Ryujin fue a abrazarla, dejando un beso sobre su cabeza de forma maternal.
Había conocido a Haerin hacia unos cuantos meses, la joven tenía dieciséis años y se había identificado con ella de forma inminente, la menor tenía lo mismo que una vez tuvo ella.
Comenzó a hablar con la muchachita a pedido de los médicos, tener a alguien que se había curado de lo mismo le daría esperanzas, y más energías, cosa que en ese momento necesitaba.
Se sentó en el borde de la camilla, extendió el regalo hacia ella.
—Me dijiste que te gustaban los gatitos, Hae —dijo, y la menor tomó el regalo rápidamente y lo abrió con emoción, tomando lo que había en su interior, lo que vio más grande primero, tardó unos segundos en ver que era un gorro, otro gorro (porque la mayor le había regalado otro gorro tejido antes), pero este era más especial y bonito, era de color negro y unas orejas de gato se asomaban por arriba, tal como el que tuvo Jisoo alguna vez. También tenían un trozo de tela de color rosa en la parte interna, imitando el interior de la orejas, dandole un pequeño detalle bonito.
Haerin rió y se lo colocó con alegría, tomando las orejitas y jugando con ellas.
—Es muy lindo, Ryujin, muchas gracias —agradeció, con rubor en sus mejillas y sus afilados ojitos brillando con fascinación.
—También hay algo más~~ —canturreó, haciendo que Haerin volviera a atacar la bolsa de regalo, encontrando un pequeño y adorable muñequito, también tejido y hecho a mano, un lindo gatito de color marrón, un poco más grande que el tamaño de su mano—. Ese lo hizo Jisoo, no sé hacer juguetes.
Kang rió y lo apretó entre sus manos, era suave y hasta relajante, le serviría mucho para apretar cuando se ponga nerviosa por las agujas o la quimioterapia.
—Ryujin, nunca he visto a esa Jisoo de quien tanto hablas.
La mayor rió un poco.
—Esa Jisoo es mi esposa, Rinnie —dijo, mostrando su anillo, haciendo que la azabache la mirara—. Ella está ocupada, trabaja medio tiempo y sigue estudiando lo que le gusta.
—¿Psicología?
—Sí, le queda poco más de un año, estoy muy orgullosa de ella —sonrió y el rubor se mostró en sus mejillas.
—Están muy felices y enamoradas —sonrió también, Ryujin asintió—. Algún día también quiero estar así con alguien también.
—Para cada uno hay alguien, Rinnie.
—¿Tú crees?
—Mmm.... Debo confesar que yo no creía en el amor y cuando menos esperaba encontrar algo así... —se encogió de hombros—. Sólo aparece.
Haerin hizo un ligero mohin y Ryujin no se resistió a llamarla "Adorable bebé" y apretar sus mejillas.
Continuaron hablando largo rato, de cosas comunes y también de su salud, Haerin se estaba recuperando de forma exelente, y ese mismo día tendría una sesión de quimioterapia, una de las últimas, lo que significaba que no podría ser visitada por nadie en al menos una semana luego de esta, por la cantidad de bacterias que podrían afectarla al estar tan débil, por eso la dejaban aislada en una habitación y entraban con trajes especiales para llevarle lo que necesitara, pero quedaría una semana solitaria en esa sala una vez más, que era cuando más triste se ponía.