—¿Dónde está la frente, Jisoo? —preguntó, y su novia rió mientras rodaba los ojos, mientras ella dejaba un beso en su frente—. ¿Dónde está la cien, Jisu? —y dejaba un beso en su cien, llevaba haciendo eso largo rato—. Oh, que sorpresa, nena, hay una cien de cada lado, dos besos, una en la derecha —dejó un beso en su cien izquierda—. Y una en la izquierda —tomó su barbilla para dejar un beso en su cien derecha, girando su rostro un poco.
—¿Eres disléxica? Esa no es la derecha y la otra no es la izquierda —comentó, para molestarla.
—En realidad tengo déficit de atención, a veces se confunde.
—¿En serio?
Ryujin asintió haciendo un puchero.
—Oh, mi nena —Jisoo tomó sus rosadas mejillas—. Sigue repasando las partes del rostro, anda —cerró sus ojitos y arrugó su nariz, haciendo reír a la menor.
—¿Y la nariz, Jisu? —se acercó para frotar su nariz en la de su novia—. ¿Sabes dónde está?
Ella negó y frotó su nariz levemente contra la de Ryujin.
—Pues empieza por aquí —siguió Shin y dejó un beso casi en el entrecejo de la mayor—... Sigue por aquí —besó el puente de su nariz—... Y esta es mi parte favorita —besó la punta de su nariz.
—¿Por qué es tu favorita?
—No sé, es pequeña y adorable y puedo hacer esto —colocó un dedo en la punta de nariz y presionó levemente como si fuera un botón—. Boop.
—A ver, Ryujin, la cabeza, ¿dónde está? —preguntó, en tono de burla.
—Aquí —tomó sus mejillas y movió su cabeza a cada lado.
—¿Y la otra?
—¡Jisoo! —Ryujin se preguntaba por qué la pequeña era tan pervertida—. Ni tengo.
Jisoo comenzó a reír y su rostro se tiñó de rojo, Ryujin rió con ella.
De esas formas tontas Ryujin lograba entretener a Jisoo todo el rato que duraba la quimio, y hasta la motivaba tanto que no salía tan cansada, a pesar de que le dolía el cuerpo, su alma y su corazón estaba cargados de felicidad que podía transformar en energía con la que podía aguantar toda su vida si quería.
Porque Ryujin era lo que más la llenaba de felicidad, completamente.
Aunque la vez en la que el médico le dijo que habían terminado con la quimioterapia y que iría a su primer transplante de médula podía pelear mano a mano con la felicidad de tener una novia como la suya.
Y esperando en una camilla del hospital, de la mano de Shin, la menor habló como una niña pequeña:
— ¿Te cuento algo muy triste?
—De acuerdo, Ryujin —miró el puchero que cargaba en sus labios.
—No me dejaron donar médula para minnovia maravilla —exageró su puchero.
Jisoo rió y negó.
—Claro que no, tonta, si apenas sales de estar enferma.
—Bueno... Pero me hacía ilusión.
—Hey, que ya me has donado amor, Ryujin, ¿quieres dar más? Ya das mucho por mí, por esto... Eres genial.
—¿Momento cursi? Mmm... Me gusta.
Jisoo dejó caricias en sus manos, sonriendo totalmente enamorada.
—¿Sabes que me gusta mucho y que estuve pensando últimamente? —Ryujin alzó una ceja—. Que al principio... Me necesitabas más de lo que yo te necesitaba a ti, digo, estabas muy mal y estuve yo para apoyarte... Y cuando yo no pude más estabas ahí para mí e hiciste lo mismo por mí. No siempre encuentras a alguien que dé lo mismo que tú.
Sonrió algo complacida, como si hubiera sido reconocida por hacer un buen trabajo.
—Es lo justo, es como debería ser, creo yo.
—Yo también lo creo.
—Funcionamos muy bien, amor —dijo la más alta, alzando sus cejas varias veces—. El mejor equipo. Hashtag, Jinlia.
—¿Por qué no Liajin? —preguntó Jisoo, frunciendo el ceño.
—Porque sí, yo siempre voy primera. Además suena feo.
—Excusas, excusas.
—Ixcisis, ixcisis.
—Shin, quiero golpearte.
—Oh, vamos, pelea, que no tendré piedad, nena.
—Nada de golpes —la puerta de la habitación se abrió y el doctor habló al ver a Ryujin con los puños al frente y dando puñetazos al aire, haciendo que ésta sintiera vergüenza, se ruborizara y bajara la vista, para risas y burlas de la castaña.