Capitulo 2

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No paso mucho tempo para que Jace e Isabelle alcanzaran a Clary, peleando con algunos demonios shax en el camino. Al llegar al instituto Hodge los esperaba enfurecido, en el vestíbulo, con Alec detrás de él. Jace al verlo, sin un solo rasguño, lo inundo la paz. Jace estaba terriblemente lastimado, despues de interponerse entre tres demonios shax y Clary, pero sus pulmones recuperaron su máxima capacidad, respirando al fin el merecido aire fresco y la insoportable incomodidad de su pecho lo habia abandonado, tal como el dejaba a las chicas despues de un gran placer sexual. Cuando Clary, Isabelle y Jace llegaron hasta ellos cojeando, sucios y cubiertos de sangre, Hodge inmediatamente se embarcó en un sermón del que la misma madre de Clary se habría sentido orgullosa. No olvidó incluir la parte sobre haberle mentido respecto al lugar al que iban (lo que Jace, al parecer, había hecho) o la parte sobre nunca volver a confiar en Jace, y arrastrar despues a Alec e Isabelle a una misión no autorizada. E incluso añadió adornos extra, como algunas partes sobre violar la Ley, ser expulsados de la Clave y traer el deshonor al antiguo y orgulloso nombre de Wayland. Relajándose, clavó en Jace una mirada iracunda.

—Has puesto en peligro a otras personas con tu terquedad. ¡Este es un incidente ante el que no permitiré que te límites a encogerte de hombros!

Clary se preguntó porque solo Jace era reprendido. No es que ella también quisiera la inquisitiva y fiera mirada de Hodge sobre ella, pero no entendía porque solo Jace recibía el sermón. Alec e Isabelle también habían salido sin autorización, no los tomaron de las manos hasta la estación.

—No planeaba hacerlo —replicó Jace— No puedo encogerme de hombros ante nada. Tengo el hombro dislocado.

Isabelle pellizco el costado de Jace, para que guardara silencio. no era momento de sus elaborados comentarios. Jace brinco un poco al sentir las uñas de Isabelle enterarse a su piel.

—Ojalá pudiera creer que el dolor físico realmente te iba a cambiar — siguió Hodge con sombría furia— Pero pasarás los próximos días en la enfermería con Alec e Isabelle desviviéndose por ti. Probablemente incluso te gustará.

Hodge había estado en lo cierto en dos terceras partes: Jace fue a parar a la enfermería, pero sólo Isabelle estaba desviviéndose por el cuándo Clary, que había ido a lavarse, entró unas cuantas horas más tarde. Hodge se había ocupado de la magulladura, cada vez más hinchada, de su brazo, mano y cuello. Veinte minutos en la ducha habían eliminado la mayor parte del asfalto incrustado en su piel, pero todavía se sentía en carne viva y dolorida. Alec, sentado en el alféizar y con mirada tormentosa, puso mala cara cuando la puerta se cerró tras ella.

—Ah, eres tú.

Ella no le hizo el menor caso.

—Hodge dice que viene hacia aquí y que espera que puedas aferrarte a vuestra trémula chispa de vida hasta que llegue —dijo a Jace— O algo por el estilo.

—Ojalá se dé prisa —replicó Jace enojado. Estaba sentado en la cama, recostado en un par de mullidas almohadas blancas, vestido aún con su ropa mugrienta.

—¿Por qué? ¿Te duele? —preguntó Clary.

—No, mi umbral de dolor es muy alto. De hecho, no es tanto un umbral como un vestíbulo enorme y decorado con sumo gusto. Pero sí me aburro con facilidad. —La miró con ojos entrecerrados— ¿Recuerdas allá en la comisaria cuando prometiste que, si vivíamos, te vestirías de enfermera y me darías un baño con esponja?

—Creo que mi cachetada te revolvió un poco las neuronas —repuso ella. Jace sonrio ampliamente. Alec colocó los ojos en blanco, hundiéndose mas en alfeizar. —Voy a mi habitación. Espero que Hodge te arregle pronto, presiento que te pondrás insoportable si no lo hace.

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