El despacho de la trastienda de La Luna del Cazador estaba al final de un pasillo estrecho sobre el que habían esparcido serrín. Aquí y allí el serrín estaba revuelto por las pisadas y manchado con un líquido oscuro que no parecía cerveza. Todo el lugar olía a humo y apestaba, un poco como a... perro mojado, Clary tuvo que admitir, aunque nunca se lo habría dicho a Luke.
—No está de muy buen humor —informó Luke, deteniéndose frente a una puerta cerrada—. Lo encerré en el despacho de Freaky Pete después de que casi matara a la mitad de mi manada con sólo las manos. No ha querido hablar conmigo, así que —se encogió de hombros—pensé en ti. —Pasó la mirada del rostro desconcertado de Clary al de Simon—. ¿Qué?
—No puedo creer que haya venido aquí —repuso Clary.
—Y yo no puedo creer que conozcas a alguien llamado Freaky Pete —bromeó Simon.
—Conozco a muchas personas —respondió Luke—. No es que Freaky Pete sea estrictamente una persona, pero yo no soy quién para hablar.
Empujó la puerta del despacho y la abrió de par en par. Dentro se veía una habitación sencilla, sin ventanas, con banderines de deporte colgados en las paredes. Había un escritorio repleto de papeles sobre el que descansaba un televisor pequeño, y detrás de él, en un sillón cuya piel estaba tan cuarteada que parecía mármol veteado, estaba Jace. En cuanto la puerta se abrió, Jace agarró un lápiz amarillo que descansaba sobre el escritorio y lo lanzó. Voló por los aires y golpeó la pared justo al lado de la cabeza de Luke, donde quedó clavado, vibrando. Los ojos de Luke se abrieron de par en par. Jace sonrió débilmente.
—Lo siento, no me he dado cuenta de que eras tú.
Clary sintió que se le encogía el corazón. Hacía días que no había visto a Jace, y de algún modo parecía distinto; no era sólo la cara ensangrentada y los moretones, que eran nuevos, sino que la piel de su rostro parecía más tensa, los huesos más prominentes Luke señaló a Simon y a Clary con un gesto de la mano.
—Te he traído a alguien.
Los ojos de Jace fueron hacia ellos. Eran tan inexpresivos como si se los hubieran pintado en el rostro.
—Por desgracia —dijo—, sólo tenía ese lápiz.
—Jace... —empezó a decir Luke.
—No quiero que él esté aquí. —Jace movió violentamente la barbilla en dirección a Simon.
—Eso no es justo. —Clary estaba indignada. ¿Es que había olvidado que Simon había salvado la vida a Alec, y que posiblemente les había salvado la vida a todos?
—Fuera, mundano —exclamó Jace, indicando la puerta. Simon movió la mano.
—No pasa nada. Esperaré en el pasillo.
Salió sin dar un portazo, aunque Clary notó que deseaba hacerlo. La muchacha volvió la cabeza hacia Jace.
—¿Tienes que ser tan...? —empezó, pero calló al ver su rostro, que parecía atormentado y curiosamente vulnerable.
—¿Desagradable? —finalizó él por ella—. Únicamente los días en los que mi madre adoptiva me echa de casa con instrucciones de no volver a ensombrecer su puerta otra vez. Por lo general, soy extraordinariamente bonachón. Ponme a prueba cualquier otro día que no esté entre el lunes y el domingo.
Luke frunció el ceño.
—Maryse y Robert Lightwood no son mis seres favoritos, pero no puedo creer que Maryse haya hecho eso.
Jace parecía sorprendido.
—¿Los conoces? ¿A los Lightwood?
—Estaban en el Círculo conmigo —respondió Luke—. Me sorprendió cuando me enteré de que dirigían el Instituto aquí. Al parecer hicieron un trato con la Clave, tras el Levantamiento, para asegurarse algún tipo de indulgencia, mientras que Hodge... bueno, ya sabemos lo que le sucedió a Hodge. —Permaneció en silencio un momento—. ¿Ha dicho Maryse por qué te «exiliaba», por así decirlo?
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Nuestro Secreto
FanfictionAlec sabia que amar a su parabatai era la mayor traición a su juramento como Shadowhunter, pero a su vez sabia que era imposible dejar de amarlo. por siete años oculto su amor hacia Jace. Todo se complica con la llegada de una pelirroja que dice ser...