Cinco

2.7K 245 105
                                    

Keep on dreaming, don't stop breathing, fight those demons
Sell your soul, not your whole self
Oh, if they see it when you're sleeping, make them leave it
And I can't even see if there's hope there anymore, so 

—Afraid, The Neighbourhood

Capítulo 5. Hank.

Me iba a estallar la puta cabeza.

Gruñí, encorvándome más sobre mí mismo, apretando el cuerpo a mi alrededor, enjaulandándome con los brazos y las piernas. La necesidad de gritar me escaló por la garganta, se me atascó ahí, ahogándome, dejándome sin una pizca de oxígeno en los pulmones, empeorando mi ánimo que rozaba lo catatónico.

Estaba atrapado en el octavo círculo del infierno de Dante.

Era un jodido fraude.

Un imbécil, un crío jugando a ser alguien importante.

Los pensamientos me fueron aplastando, sepultando contra las frías baldosas del vestuario donde había caído derrotado, exhausto, como el grandísimo inútil que era. Volví a emitir un crudo gruñido de frustración. El cansancio estaba jugando sucio con mi cerebro y yo estaba perdiendo, debía parar o...

El ruido amortiguado de pasos aproximándose me espabiló.

Enderecé la espalda, y aunque no me levanté, abandoné mi patética postura, reposando relajadamente los antebrazos en las rodillas y la nuca contra el frescor de las taquillas, en actitud escrupulosamente pasota.

La puerta se abrió y las voces de Cassie y Caleb inundaron las masas de aire, cerré la mandíbula hasta que me chirriaron los dientes cuando se tradujeron en un mortífero puñal en mi adolorida cabeza, pero me forcé a relajarme, a aflojar y esbozar la perfecta sonrisa de bastardo.

—Cuanta energía —desdeñé hacia ellos, mostrando los dientes, en un gesto burlón.

—Parece que te han mordisqueado y escupido, Dixon —Caleb frunció el ceño—. ¿Tenías turno de noche?

—Que va —respondí con voz ronca—, es que soy Batman, un megalómano desquiciado que no invierte en salud mental, pero sí en una pasada de trajes para explayarse a través de la violencia nocturna.

—Pues parece que esta noche has recibido una paliza —soltó un quejido de cansancio y se dejó caer a mi lado—. Pero te entiendo, vendería mi alma por una hora más de sueño.

—No valéis para nada —soltó Cassie en un gorgojeo y paseó su mirada juiciosa sobre nosotros mientras recogía los mechones de su cabello oscuro en una coleta alta—. Con ese aspecto asustarás a los pacientes, Hank.

—Me basta echarme una gota de agua en la cara y tendré mejor aspecto que tú, cariño.

La chica me ignoró de primeras, estudiando la estabilidad de su recogido, al comprobar que estaba todo en orden sacudió los hombros, indiferente.

—No eres ni la mitad de guapo de lo que te crees.

—Ah, ¿sí?

—Y para que lo sepas, ser guapo no basta —determinó, posando las manos en su cadera en una actitud digna mientras Caleb cabeceaba a mi lado—. Follarte a todo lo que se mueve no te abre tantas puertas como crees.

Enarqué las cejas.

—Disculpa, soy selectivo —me llevé una mano al pecho, indignado—. No me tiro a todo lo que se mueve, Cass.

Caleb se espabiló un poco y me miró, curioso.

—¿Es cierto lo de la doctora Baker?

—¿El qué sobre la doctora Baker? —interpelé con garbo.

UltravioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora