I'm tired of feeling like I'm fucking crazy
I'm tired of driving 'til I see stars in my eyes
All I've got to keep myself sane, baby
So I just ride, I just ride—Ride, Lana del Rey.
Capítulo Trece: Dione.
—¿Estás segura?
—Completamente —asentí, procurando que el tono no me saliese tan cansino como debería, forzando mi paciencia al límite.
—Pero...
Suspiré, hundiéndome más en la tapicería de la furgoneta con resignación y hartazgo, me latía el cerebro y el dolor de cabeza que había anidado entre mis sienes amenaza con licuar lo que me quedaba de sentido común.
—Estoy segura —recité las sílabas con retintín y le miré mal por encima de mi hombro, antes de continuar con mi ajetreada tarea de dibujar espirales en el vaho de la ventanilla.
—Puedes quedarte en mi casa. No tienes porqué pasar la noche sola. Nos conocemos —le dirigí una mirada hastiada—. Es verdad, Dione. No vas a pegar ojo, por tu insomnio, por tu compulsión de comerte la cabeza. Bryce está en casa de sus padres.
—No me apetece oír las orgías que se monta tu compañero de piso.
La sonrisa de Ezra se tornó lacónica.
—Fue solo una vez.
—El tío ladró, Ezra, ladró —remarqué, dando golpecitos con el índice en el cristal—. Menos mal que tengo una gata o de lo contrario no habría podido mirar a mi mascota a los ojos.
—Cada uno disfruta a su manera.
—Cierto —acepté—. Pero... prefiero no escucharlo.
—Es muy probable que ni siquiera esté esta noche —apuntilló, acariciando el volante.
—Ezra...
El chico se mordió el labio inferior y su mandíbula se tensó durante un lapso durante dos segundos. Después tres. Y después diez. Hasta que finalmente expulsó el aire de los pulmones en un resoplido elocuente.
—No quiero dejarte sola.
—Yo quiero estar sola.
—Vale.
Sonreí.
—Eres mejor como ex que como novio.
Ezra me devolvió la sonrisa, mostrando los dientes en una sonrisa despótica de capullo reputado y comprometido a la causa.
—¿Es un cumplido?
Me encogí de hombros, estirándome en el asiento.
—Sinceramente... no lo sé.
—¿He sido el peor?
Alcé las cejas al tiempo que adquiría un aire concentrado. Ezra soltó el volante, flexionando los dedos que se le habían quedado agarrotados. No había apagado el motor del coche, aunque llevábamos cerca de tres minutos aparcados frente a mi casa. Estiró uno de sus largos brazos por detrás de mi asiento y se preparó para el golpe. Mi sonrisa se ensanchó.
—No —admití.
—Vaya —se burló—, debes tener unos gustos terribles.
—Los tengo, por eso me acosté contigo.
—Auch.
Sí que los tenía. Unos gustos horribles, monstruosamente complicados, como si mi interior estuviese dispuesto a jugarme en la contra a cada segundo. Ezra era un narcisista de cuidado, se absorbía con su música, con sus propios deseos, podía ser frívolo e insensible a ratos. Un gilipollas la mayoría del tiempo, y... no se aproximaba al primer tío con el que estuve.

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Ultravioleta
Teen FictionElla era una llama. Y él la avivó sin saber que los dos arderían, pero ¿cómo evitarlo cuando su nombre suena tan bien en sus labios? Él era una idea terrible. Y ella pudo verlo, pero ¿cómo resistirse si su pulso era la melodía más fascinante que ha...